Vodafone, finalmente, logró cerrar anoche el acuerdo por la compra de Ono con los fondos de capital de riesgo que controlan la compañía de cable española. Tal y como publica Expansión, el acuerdo verbal alcanzado asciende a los 7.200 millones de euros, donde están incluidos el pago de la deuda de 3.400 millones que Ono amontonaba en su pasivo. El éxito de la operación está ahora condicionado por la autorización de los reguladores, con lo que se espera que la materialización del acuerdo se demore durante el trámite.
No se sabe todavía quién será el regulador que analice el acuerdo. Existe la duda si será la Competencia de la Comisión Europea o bien la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC). A pesar de las dudas, los expertos apuestan por el regulador de ámbito comunitario, a tenor de las declaraciones del presidente de la CNMC, José Manuel Marín Quemada, que señaló que la compra de Canal + por Telefónica sería autorizada desde Europa, con lo que este acuerdo de dimensiones similares debería ser también de ámbito comunitario. Aún con todo ello, no se esperan complicaciones ni dificultades por parte de la acción de los reguladores.
El acuerdo alcanzado con Vodafone detiene por completo la salida de Ono a Bolsa, anunciada al no esperarse que finalmente se logrará el acuerdo de compra. Esta estrategia de compra de Vodafone va encaminada a poder competir con su principal competidor en nuestro país, Telefónica. Y es que la infraestructura propia HFC (híbrido fibra y coaxial) que posee Ono en España, permite a Vodafone ofrecer paquetes de servicios convergentes de teléfono, televisión, banda ancha fija móvil, tal y como hace la española. Además, a este posicionamiento estratégico con la compra de Ono, hay que sumarle las otras dos redes fijas que tiene Vodafone en paralelo a la HFC. Por un lado, Vodafone tiene la red ADSL basada en las centrales de Telefónica. Por el otro, la red FTTH que actualmente está construyendo en colaboración con Orange.