Pocos temas son tan queridos para el nacionalismo catalán como el de las balanzas fiscales. Desde hace décadas, incluso antes de que comenzase la apuesta abierta por el independentismo, su publicación por parte del Ministerio de Hacienda ha sido una reclamación constante. Es más, la Generalidad lleva varios años presentando por su cuenta las cifras (no oficiales) que demostrarían el "expolio" al que España somete a Cataluña. Y al final, tanto ha presionado el Gobierno regional que Cristóbal Montoro finalmente ha dado su brazo a torcer y ha anunciado que se presentarían los datos para esta misma primavera (se esperan para este mes de marzo).
Curiosamente, tanta insistencia con las balanzas fiscales españolas (las que comparan cuánto aporta cada región y cuánto recibe del Gobierno central) no se ha visto igualada por un deseo equivalente con las cifras que sí están en su mano. La Generalidad de Artur Mas y CiU tiene la posibilidad de publicar las balanzas fiscales catalanas (es decir, las que miden cuánto aporta cada provincia y cuánto recibe del Gobierno catalán), pero nunca han querido hacerlo. De hecho, han llegado a vetar proposiciones de Ciudadanos en el Parlamento regional en este sentido.
Este lunes, Convivencia Cívica Catalana (CCC) ha publicado un exhaustivo informe que probablemente explique esta diferencia. Por qué aquellos que tanto insisten con los números de todo el país, se niegan a presentar los de Cataluña. Y es que las cifras, aunque son las que podrían esperarse de forma intuitiva, son un torpedo de flotación en la estrategia victimista del independentismo.
Básicamente, la principal conclusión del estudio es que Barcelona aporta mucho más a la caja común de lo que recibe en gastos. O lo que es lo mismo, Gerona, Lérida y Tarragona reciben un dinero que no les correspondería en base a los impuestos que pagan. De hecho, la desproporción es incluso mayor que en las balanzas fiscales a nivel país que publica la Generalidad (y que, recordemos, están maquilladas en su propio beneficio). Siguiendo la retórica de Artur Mas, podría decirse que el presidente regional desvía 19 euros de cada 100 que pagan los barceloneses. Y lo hace para sostener a las provincias donde CiU saca mejores resultados electorales. ¿Expolio? Si todos manejásemos los mismos criterios que los nacionalistas, sería un ejemplo de manual.
Las trampas de las balanzas
La cuestión de las balanzas fiscales siempre ha sido polémica porque incluye muchas trampas. Para empezar, ni siquiera está claro que se puedan hacer entre regiones de un mismo país, por varias razones. En primer lugar, aunque se ha dicho en muchas ocasiones, hay que tener en cuenta que los territorios no pagan impuestos, lo hacen las personas. Es decir, un catalán que gane 100.000 euros pagará el mismo IRPF que un extremeño que pague 100.000 euros, al menos al Estado, porque en el tramo autonómico la Generalidad ya se ha encargado de que sus ciudadanos sean los que tengan el impuesto sobre la renta más alto de España.
No sólo eso, hay muchas inversiones que no pueden imputarse claramente a un territorio. Por ejemplo, la línea de tren del AVE Madrid-Barcelona: ¿dónde se apunta ese gasto: en Madrid, Barcelona, Castilla-La Mancha, Aragón,...? ¿a quién beneficia más? ¿a las estaciones de los extremos del trayecto o a los sitios por donde transcurre? Y en el lado de los ingresos pasa lo mismo: por ejemplo, el IVA que un asturiano paga a una empresa andaluza, ¿cómo se imputa?
Es más, llevando al último extremo la medición de las balanzas fiscales, no sólo Barcelona podría protestar contra el resto de Cataluña, sino que cada distrito de la Ciudad Condal podría pedir que se recalculasen las inversiones públicas. En Sarriá o Pedralbes, pagan muchos impuestos y reciben pocos servicios (de hecho, probablemente muchos de sus habitantes ni siquiera usen la sanidad o la educación públicas), ¿qué pasaría si se aplicase este mismo criterio barrio a barrio?
Los datos
El estudio de CCC incluye una detallada explicación de las fuentes de las que sacan todas los datos, así como de la metodología empleada en cada cálculo. Lo primero es determinar cuáles son los ingresos de la Generalidad por provincias. Para ello, miden la recaudación de los tributos por territorio, tanto los estatales (en la parte que luego se cede al Gobierno regional) como los autonómicos. Y como puede verse en el siguiente gráfico (del informe de CCC, como las demás imágenes), casi el 90% de los ingresos impositivos llegan desde Barcelona.
Pero los autores de este trabajo, en busca de una mayor precisión, dan un paso más allá. Como explican en la página 13 "en el cálculo de las balanzas fiscales no suele utilizarse de forma directa el importe territorializado de la recaudación dado que no siempre el sujeto pasivo de un impuesto coincide con el que soporta su carga efectiva, dándose una traslación de cargas entre agentes de la economía. Por ejemplo, en el caso del IVA, es común que no coincida la demarcación de residencia del contribuyente que paga el impuesto con la de la empresa que lo recauda. Ello significa en términos territoriales que la recaudación en un determinado territorio no necesariamente coincide con la carga impositiva que soportan los ciudadanos que viven en ese territorio. Para estimar esa carga efectiva es necesario proceder a una imputación de ingresos". Tras este ajuste, las cuentas son las siguientes: Barcelona aporta el 81,29% de los ingresos.
¿Y los gastos? Pues como apuntamos antes, no es fácil imputar los gastos de un Gobierno a un territorio. En este informe, CCC lo intenta con dos aproximaciones diferentes. Primero mide las inversiones en infraestructuras (quizás la más llamativa de las partidas de gasto de un Gobierno). Como puede verse en la siguiente tabla, Barcelona se lleva sólo el 63,91% del total (17 puntos menos de lo que aporta en ingresos). La diferencia se nota aún más en términos de inversión por habitante: en la provincia de Barcelona es de 115,38 euros, frente a los 179 euros del resto de la región.
Pero el estudio no se queda ahí. Mide también todos los gastos del Gobierno autonómico en cada provincia. Y de nuevo, Barcelona sale malparada. Sólo el 65% del Presupuesto regional se gasta en esta provincia.
Con estas cifras, está claro que los saldos fiscales (esas famosas balanzas de las que tanto habla Artur Mas) no podían salir equilibrados. El de Barcelona, en concreto, sale negativo por quince puntos. Como puede verse en el siguiente gráfico, eso quiere decir que "ciudadanos y empresas de Barcelona aportan un 24% más de ingresos al gobierno catalán de lo que reciben de éste. Caso contrario es el de los ciudadanos de las demarcaciones de Gerona (con un ratio de 0.61), Tarragona (0.57) y Lérida con una tasa de cobertura (0.43), inferior a 0.50".
¿Y este descuadre es muy grande? Pues depende de como se mire. Pero si comparamos con los datos que la propia Generalidad catalana utiliza para denunciar el supuesto expolio del resto de España, resulta que sí es llamativo. El déficit fiscal de la provincia de Barcelona respecto al Gobierno regional es superior al que tiene Cataluña respecto al Ejecutivo central. O lo que es lo mismo: "De cada 100 euros que pagan los barceloneses en impuestos al gobierno catalán, 19 euros no benefician a Barcelona, transfiriéndose a otras demarcaciones catalanas. El gobierno catalán aplica a los barceloneses un déficit fiscal superior al de Cataluña dentro de España: el porcentaje de gastos recibidos sobre los ingresos aportados es inferior en el caso de Barcelona dentro de Cataluña que en el de Cataluña dentro de España".
Más, ¿el 'expoliador'?
Los políticos nacionalistas catalanes no se han cansado de repetir que España "expolia" a Cataluña, simplemente porque según sus cuentas, los impuestos que paga aquella región (habría que decir sus ciudadanos) son superiores a los gastos que recibe. Si seguimos esta misma argumentación, podríamos pensar que Artur Mas está expoliando a Barcelona. No sólo a la provincia. CCC también incluye datos por comarcas. Y los resultados son aún más llamativos (algo lógico): para Barcelonés, Vallés Occidental o Garraf el descuadre negativo entre ingresos y gastos supera el 30%.
En realidad, estos datos no son sorprendentes. Por el lado de los ingresos tiene sentido que Barcelona sea la que más aporte con mucha diferencia, incluso más de lo que le correspondería por población. La mayoría de las empresas y de las grandes fortunas catalanas tienen su residencia en esta provincia, lo que inclina la balanza de su lado, incluso aunque la renta per cápita es muy parecida en las cuatro provincias catalanas, de alrededor de 27.000 euros (de hecho, según los últimos datos del INE, en 2011 Barcelona estaba unos cientos de euros por detrás de Gerona, Lérida o Tarragona).
Y por el lado de los gastos, también es lógico. En casi todos los países y las regiones del mundo, los lugares con más densidad de población tienen un gasto por habitante inferior a las regiones más despobladas. Cubrir con servicios públicos a una población dispersa es mucho más caro. Por ejemplo, diez kilómetros de carretera en Lérida, quizás sólo sirvan para unir dos pequeños publecitos de 200 vecinos cada uno; la misma inversión en Barcelona, puede dar servicio a cientos de miles de personas. Si se mide en gasto por habitante, la diferencia será brutal, pero eso no quiere decir que haya que dejar a aquellas dos poblaciones incomunicadas. En esta cuestión, la diferencia es enorme: Barcelona tiene (según el INE) más de 700 habitantes por kilómetro cuadrado; mientras, Gerona y Tarragona se quedan en unos 125 y Lérida en apenas 35.
Lo mismo pasa cuando desde Cataluña se compara el gasto entre esa región y el resto de España. Madrid, País Vasco o Cataluña probablemente salgan perdiendo en las cuentas. Son más ricas, tienen un peso empresarial superior y una densidad de población mayor. De ahí a hablar de "expolio", como demuestra el informe de CCC, hay un trecho.