El próximo 1 de abril, los consumidores españoles se enfrentarán a la enésima reforma del sector eléctrico. El Gobierno se comprometió a ello en diciembre, tras la polémica generada por el resultado de la subasta Cesur, la que determinaba hasta entonces la tarifa que pagaban los consumidores.
En aquel momento, Industria consideró "inaceptable" la subida prevista, de hasta el 10%. Incluso, el propio José Manuel Soria llegó a hablar de "manipulación". Luego, el dictamen de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) descartó que se hubieran producido infracciones contra la competencia.
Hubiera o no manipulación, el Gobierno decidió aprovechar la ocasión para aprobar un nuevo sistema de fijación del precio de la luz. La electricidad en España está entre las más caras de Europa. En tiempos de crisis, los cambios en el recibo son políticamente muy sensibles. Incluso aunque esta cuestión tiene un peso relativamente reducido en el presupuesto familiar, cualquier subida o bajada tiene una enorme repercusión en los medios.
En diciembre, Industria decidió fijar un precio transitorio, que estaría vigente sólo durante tres meses (de enero a marzo). Mientras tanto, se preparaba el nuevo sistema, que entrará en vigor en el segundo trimestre de este año. En el Gobierno, están convencidos de que esta vez será la definitiva. "La vocación de permanencia es total", aseguran. Si es así o no, sólo el tiempo lo dirá. Por ahora, aquí van 10 claves para comprender cómo será:
- ¿A quién afecta?: directamente, sólo a los consumidores con Tarifa de Último Recurso (TUR), que ahora se llama Precio Voluntario al Consumidor (PVPC). La mayoría de los hogares y muchas pymes tienen esta tarifa (en total, hablamos de unos 16 millones de consumidores).
Pero cuidado, también habrá muchos consumidores del mercado libre que se verán afectados. Se trata de todos aquellos que tuvieran contratos con precios referenciados a los resultados de las subastas Cesur. Como ahora desaparece este mecanismo de fijación de precios, tendrán que sustituirlo por el nuevo método.
- ¿Cuál es el cambio más importante?: pasamos de una subasta trimestral a un precio que se calculará día a día. Hasta ahora, la parte no regulada de la TUR (aproximadamente un 37,4% del recibo) se fijaba una vez cada tres meses, en las famosas subastas Cesur. Por ejemplo, la de diciembre, que se suspendió, iba a servir para determinar el precio que se pagaría por la electricidad consumida en enero, febrero y marzo.
A partir del 1 de abril, el precio para el consumidor doméstico se fijará cada día, teniendo en cuenta el precio mayorista (el famoso pool). En este mercado, se casan la oferta y demanda de los productores y comercializadores de la electricidad mediante una subasta diaria. Las empresas que tienen que dar servicio al cliente final (comercializadoras) acuden a un mercado en el que se encuentran con las productoras. Dependiendo de la demanda (sube en los días de mucho frío o calor) y de las energías que estén operativas (si hay sol o viento, si ha habido lluvias en los días previos,...) el precio final puede subir o bajar.
Como decimos, este precio diario también será la referencia para el consumidor doméstico. De esta manera, nos cobrarán lo que consumamos cada 24 horas al precio que la subasta del pool haya establecido. Por ejemplo, si nuestra factura va del 5 de abril al 5 de junio: nos cobrarán lo consumido el 5 de abril al precio de ese día; lo consumido el 6 de abril al precio de ese día... Y así sucesivamente, hasta completar los 60 días de facturación.
Esto no quiere decir que nos pasarán 60 mini-recibos por el banco. Seguirá habiendo una única factura, pero no un único precio. Eso sí, el Gobierno espera que las comercializadoras incluyan en la factura que envían a los domicilios un resumen de consumo y coste diario.
- ¿Y si tengo contador horario?: pues podrá tener aún más control sobre su consumo. Aunque cada 24 horas hay una subasta para fijar el precio del pool, luego a lo largo de cada jornada el coste va subiendo y bajando. Por las mañanas y a última hora de la tarde, cuando mayor demanda hay, tienen que ponerse en marcha todas las fuentes de energía, caras y baratas. En ese momento, el precio es algo más elevado. Por contra, a las 3 de la madrugada, cuando la demanda es muy pequeña, sólo entran las energías más baratas.
El nuevo sistema permitirá medir (y cobrar) no sólo cuánto se consume día a día, sino también hora a hora.
- ¿Será más barato?: teóricamente, sí. El ministerio de Industria asegura que las subastas encarecían el recibo en torno a un 3% respecto al precio medio del pool (unos 300 millones al año para el conjunto del sistema).
Esto es así porque las subastas actuaban como una especie de seguro a tres meses. Las compañías que acudían a Cesur no eran en su gran mayoría productoras o comercializadoras de energía. Su función era financiera: firmaban un contrato comprometiéndose a suministrar una cantidad determinada de energía a lo largo de tres meses. Si luego el precio diario bajaba, ganaban dinero; si el precio subía, perdían, porque estaban obligadas a comprar al nivel al que había cerrado la subasta. Por la parte del consumidor, había un precio asegurado, pero ese seguro había que pagarlo: el Ministerio calcula que era entorno al 10% del coste de la energía o el 3% del conjunto del recibo.
- ¿Y si quiero asegurar el precio?: ésta es la segunda gran novedad del proyecto del Gobierno. Habrá algunos consumidores (sobre todo las pymes) que quieran asegurar un precio. Incluso pagando una pequeña prima a cambio de no tener sorpresas en el mes a mes.
Para ellos, está previsto un nuevo sistema. El Gobierno obligará a todas las comercializadoras a que ofrezcan un precio anual a sus clientes. Y el Ministerio publicará estos precios en un formato más o menos estándar, para que sea más sencillo elegir. El precio será libre y lo normal es que sea algo superior a la media de los PVPC, por lo que comentamos antes sobre el coste de aseguramiento. Eso sí, si ocurre algo excepcional (por ejemplo, el encarecimiento repentino de la energía, por un conflicto bélico) estos consumidores estarán cubiertos.
- ¿Y el resto del recibo?: sigue igual. Tomando como referencia una factura media de 50 euros (más o menos el coste mensual para el hogar tipo), sólo 18,7 euros son energía (el 37,4% del total). Del resto, 20,6 euros corresponden a los peajes (red de transporte, distribución, primas a las renovables, costes extrapeninsulares, deuda y gastos adicionales) y 10,7 euros son impuestos.
Por lo tanto, los cambios afectan sólo a un tercio de la factura, tanto si va hacia arriba como hacia abajo.
- ¿Podré ahorrar?: sí, pero no mucho. Esto está relacionado con el epígrafe anterior y también con el tipo de consumo que hacemos. Para empezar, no tenemos demasiado control sobre una buena parte de la electricidad que usamos. Por ejemplo, el 99% de los consumidores va a tener el frigorífico siempre puesto, sea cual sea el precio de la subasta diaria.
También es verdad es cierto que el hecho de que el precio se fije de forma diaria en el pool nos da más margen. Habrá consumidores muy concienzudos que miren si sube o baja (no sería extraño que aparezcan aplicaciones para el móvil con alertas). Pero vamos, incluso siendo muy eficientes, hay que tener en cuenta lo que decíamos: sólo el 37% de la factura de la luz depende de la energía consumida. Por lo tanto, aquellos que sean constantes y cuidadosos ahorrarán (por ejemplo, dejando el uso de determinados aparatos eléctricos para días de precio algo más bajo), pero que no espere enormes descuentos en lo que paga. Dos-tres euros al mes ya sería un logro.
- ¿Hasta cuándo?: el Ministerio asegura que nace con "vocación de permanencia". Es lógico que los consumidores y las eléctricas estén escamados, porque esto mismo se ha dicho otras veces. Nadie puede saber si será para siempre, pero sería muy extraño que no se mantenga los dos años que quedan de legislatura.
Eso sí, aunque el sistema de fijación de precios no cambie, sí hay previsto revisar el pool (la subasta diaria) en unos meses. No debería haber muchas novedades, porque el mercado mayorista ya ofrece buenas señales de precios, pero por ahora no se sabe nada de hacia dónde se avanzará.
- ¿Y si se dispara el precio de la electricidad?: pues habrá que ver cómo reacciona el Gobierno. Como hemos explicado, el recibo dependerá de la subasta mayorista diaria. Imaginemos un par de meses de elevada demanda (por ejemplo, mucho calor y mucho aire acondicionado) con precios internacionales de la energía altos y una meteorología adversa (pocas lluvias, poco viento,...).
En ese caso, podríamos encontrarnos con que se disparasen los precios. ¿Qué haría el Gobierno entonces? En teoría no podría hacer nada, el mercado es el mercado. Pero la presión de la opinión pública ya le ha hecho rectificar en otras ocasiones, la última en diciembre. Habrá quien piense que cuál es el problema de atajar unos precios altos. Pero el mercado de la electricidad es muy complejo, con numerosos actores implicados: ¿qué compañía va a invertir a largo plazo con esta incertidumbre? ¿qué inversor va a entrar en los mercados de futuros con estas garantías? Las intervenciones populistas siempre tienen su respuesta, aunque no se vean a corto plazo.
- ¿Y el mercado libre para cuándo?: tendrá que esperar. El Ministerio asegura que por ahora mantendrá la PVPC (el sustituto del TUR) que da a las empresas un margen de comercialización de unos 4 euros por usuario y año. En Industria defienden que es "un ancla" para el consumidor doméstico.
También es cierto que existe el mercado libre. En los años en los que ha estado vigente, no ha tenido mucho impacto, entre otras cosas porque la gran mayoría de los consumidores domésticos y pymes se han quedado en la TUR. Las ofertas de las compañías tampoco han ayudado.
La idea es que poco a poco esto vaya cambiando. El Ministerio asegura que quiere reducir el tiempo necesario para cambiar de comercializador, introducir contratos estándar que hagan más fácil la comparación de precios, impulsar las ofertas imaginativas (por ejemplo, que combinen gas y luz), etc... Las compañías llevan años apuntando en esta dirección, pero los avances son lentos, algo lógico en un mercado tan intervenido. El miedo es que esa intervención y los efectos que tiene sobre la cuenta de resultados acabe afectando a la inversión en redes o producción, algo que sólo se nota a medio plazo pero que cuando ocurre es muy difícil de solucionar. Mientras tanto, el nuevo recibo entra en vigor el 1 de abril, esperemos que sea para bien.
- (y 11) El cambio en el término fijo: los diez puntos anteriores tienen que ver con la forma en la que se calcula la parte de la factura que mide el coste de la energía efectivamente consumida. Pero no hay que olvidar que hace unos días el Gobierno aprobó cambios en la parte regulada, la de los peajes de acceso. Como vimos al principio, suponen 20,6 euros de cada 50 del recibo (un 41%).
La idea es incrementar el peso de la cuota fija (lo que se paga por la potencia contratada) y bajar la variable (la parte de los peajes que se fija en función del consumo). De esta manera, desde el 1 de febrero, la primera ha subido de media un 18%, mientras que la variable ha bajado un 7%. Antes, de esos 20,6 euros teóricos de coste de acceso a los peajes, 7,21 correspondían a parte fija y 13,39 a consumo; tras el cambio, la proporción cambia por completo (serán 12,36 y 8,24 respectivamente).
El Gobierno asegura que beneficiará a las familias con hijos. Lo cierto es que penaliza a los que consumen poco (los peor parados serán los que tengan casas vacías o segundas residencias, que verán cómo esta parte fija sube hasta un 20%) y beneficia a los que más consumen (las familias numerosas, pero también los hogares de más poder adquisitivo).