- "Las 20 personas más ricas en España poseen una fortuna similar a los ingresos del 20% de la población más pobre".
- "La riqueza del 1% de la población más rica del mundo asciende a 110 billones de dólares, una cifra 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial".
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"Siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado en los últimos 30 años".
Las anteriores son sólo algunas de las principales conclusiones del informe Gobernar para las élites, que Intermon-Oxfam presentó este lunes y que trata de realizar un mapa de la desigualdad en el mundo y los peligros que ésta representa. El estudio de la ONG asegura que "la extrema concentración de riqueza que vivimos en la actualidad amenaza con impedir que millones de personas puedan materializar los frutos de su talento y esfuerzo". Los autores creen que corremos el riesgo de entrar en una dinámica en la que "los gobiernos trabajarán en función de los intereses de los ricos y las desigualdades políticas y económicas seguirán aumentando". En esta línea, las conclusiones del informe piden que se tomen medidas para cambiar esta dinámica. Sus tres principales recomendaciones son:
- La eliminación de la desigualdad económica extrema como objetivo mundial en todos los países
- Una mayor regulación de los mercados, para fomentar un crecimiento equitativo y sostenible
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Poner freno a la capacidad de la población rica para influir en los procesos políticos
A lo largo de toda la jornada del lunes, los medios de comunicación españoles se hicieron eco de forma reiterada del estudio. Mientras, las redes sociales se llenaban de comentarios sobre lo injusta de la situación, los males que fomenta el capitalismo o la necesidad de un cambio fundamental en el sistema económico en el que nos movemos. A tres días de que abra el Foro Económico Mundial en Davos, parece una contundente denuncia sobre la crisis y sus desheredados. Sin embargo, el informe de Intermon-Oxfam deja muchos flecos sin explicar y ofrece algunas propuestas muy cuestionables.
- Desigualdad y pobreza: se ha dicho muchas veces, pero parece que hay que recordarlo en cada ocasión que sale un estudio de estas características. Lo importante realmente no es la desigualdad, sino la pobreza.
Y la pobreza se está reduciendo, aunque Intermon-Oxfam no lo diga en su informe, en todos los continentes, al menos desde hace tres décadas. Según explicaba Pablo R. Suanzes en este completísimo artículo de El Mundo, las estimaciones del grupo de desarrollo del Banco Mundial, muestran que "en 2008, 1.290 millones de personas vivían con menos de 1,25 dólares al día, el 22% de la población del mundo en desarrollo. Una disminución increíble, puesto que en 1981, 1.940 millones de personas vivían en condiciones de pobreza extrema, el 52%. Una caída de 30 puntos porcentuales en menos de tres décadas".
La principal razón detrás de estas cifras hay que buscarla en el rendimiento de China y la India, los dos países más poblados del mundo, que abrazaron la globalización y el capitalismo a finales de los años 70 y principios de los 80. Desde entonces, su desempeño económico ha sido espectacular, logrando que cientos de millones de personas salieran de la pobreza, en un fenómeno sin paragón, por su rapidez y amplitud, en la historia de la humanidad.
- La desigualdad no está incrementándose: no sólo la pobreza está perdiendo terreno. También la desigualdad, tema principal del informe de Intermon-Oxfam, está descendiendo si se mide en términos globales.
Xavier Sala-i-Martin es uno de los mayores expertos en todo el mundo en este tema. En este vídeo de su blog, explica perfectamente cómo desde 1970 se está produciendo un fenómeno muy importante. Algunos de los países más pobres, especialmente los asiáticos, están creciendo de forma espectacular. Como, además, están entre los más poblados, eso está haciendo que la desigualdad global, en términos absolutos, esté descendiendo. En Europa o EEUU podemos tener una percepción diferente, porque en ambas regiones sí ha habido una aumento de los índices que miden la desigualdad (especialmente el Coeficiente de Gini).
- Más desiguales, pero mejor: el anterior epígrafe parece contradecir la afirmación del informe de que "siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado en los últimos 30 años".
Sin embargo, es cierto que si lo medimos en términos globales ha caído la desigualdad (como explica Sala-i-Martin). Y al mismo tiempo, dentro de la mayoría de los países la desigualdad interna se ha incrementado (como dice Intermon-Oxfam). Por ejemplo: es evidente que en China han aumentado la diferencias de ingresos entre ricos y pobres respecto a la situación de 1980. Pero al mismo tiempo, todo el país ha experimentado una mejoría muy notable, que le ha permitido acercarse a los países desarrollados y de la que se ha beneficiado la gran mayoría de su población (incluso aunque sigue muy lejos en renta per cápita).
En el caso del país asiático, el informe de la ONG presenta el siguiente gráfico (click para ampliar), con la media de ingresos del 10% de sus habitantes más ricos desde 1980 a la actualidad. Y la pregunta que nos podemos hacer es ¿cómo están mejor los chinos: ahora o en 1980? Leyendo el estudio, parecería que hace 30 años porque eran más iguales. En Corea del Norte, por ejemplo, el coeficiente de desigualdad debe ser muy parecido al de 1970. Pero no parece que sus ciudadanos tengan mucho que presumir ante sus vecinos chinos.
- ¿Ingresos o riqueza?: éste es un tema clave cada vez que se habla de pobreza. Hay que aclarar siempre si nos referimos a rentas (es decir, el flujo anual de ingresos de una persona) o a riqueza (sus posesiones). Alguien puede ser muy rico en términos materiales (porque posee tres casas) y tener una renta pequeña (por ejemplo, un jubilado que vive de su pensión). Y al revés, alguien puede tener en un año unos ingresos puntuales muy elevados, pero no ser rico.
En el informe de Intermon-Oxfam hay demasiadas ocasiones en las que no queda claro de qué se está hablando. Quizás la frase en la que esta confusión es más evidente sea la que más ha transcendido de la parte dedicada a España. Los autores aseguran que "las 20 personas más ricas en España poseen una fortuna similar a los ingresos del 20% de la población más pobre". ¿Fortuna frente a ingresos? ¿Propiedades frente a rentas? Con esta confusión es difícil sacar conclusiones y uno duda de si en los datos globales no están cometiendo el mismo error. La mezcla de cifras, fuentes y referencias es constante. No es sencillo hacer un análisis preciso con unos datos tan poco fiables. De hecho, a lo largo de este martes han aparecido numerosos artículos en diversos medios que cuestionan la validez de los datos empleados; como Pablo Rodríguez Suanzes en El Mundo o Ricardo Galli, en su blog, por poner dos buenos ejemplos.
Al final, lo que dice realmente el informe de Credit Suisse del que se hace eco Intermon-Oxfam es que el 0,7% de la población del mundo (los 32 millones de personas más ricas) acumulan el 41% de la riqueza; y que el 68,7% de la población (3.200 millones de personas) acumula el 3% aproximadamente. Además, los 3.000-3.100 individuos más ricos acumulan entre el 0,6 y el 1% de la riqueza de todo el mundo (y hay que apuntar que incluso los autores del estudio de Credit Suisse alertan sobre la poca precisión que tienen este tipo de estudios).
- La distancia que hay de Slim a Gates: posiblemente el dato que más se ha comentado de todo el informe es ése que dice que "las 85 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial". Tras ver la confusión en los datos, es muy difícil aceptar la cifra. Pero incluso con las reservas expuestas, está claro que hay millonarios que poseen unas riquezas que igualan la suma de las propiedades de decenas de millones de personas.
Cada uno tendrá su opinión sobre el hecho de que los más ricos ganen tanto. A uno les parecerá horrible. Y otros pensarán que se lo merecen por su trabajo, esfuerzo o ingenio. Pero en cualquier caso, hay aquí otra cuestión que no se suele tener en cuenta. Entre los hombres más ricos del mundo se encuentra Carlos Slim (al que el informe de Intermon dedica una apartado especial, eso hay que reconocerlo) que ha creado gran parte de su fortuna a base de favores gubernamentales y obteniendo monopolios por su cercanía al poder. Nada hay de liberal ni de capitalismo en este proceso.
Pero junto al mexicano, aparecen en la listas de súper-millonarios personas como Bill Gates, Amancio Ortega o Ingvar Kamprad, el fundador de Ikea. Estos empresarios han logrado hacer que los muebles, la ropa o los ordenadores de miles de millones de personas del mundo sean más baratos y de mejor calidad. Es decir, han mejorado la vida de sus congéneres hasta extremos que no somos capaces de imaginar y les han permitido destinar parte creciente de sus rentas a otros menesteres. Por cierto, que los más favorecidas posiblemente sean las clases medias-bajas de los países occidentales, que han podido acceder a bienes que hasta entonces les estaban vetados. ¿Cómo y cuánto se debe remunerar eso?
Y otra cuestión: su riqueza no está atesorada en ningún banco. En realidad, la mayor parte de sus posesiones en realidad no es más que la estimación del valor de sus acciones en sus empresas, de las que viven decenas de miles de trabajadores. Nada de esto se explica tampoco en el informe.
- Por arriba o por abajo: una cuestión importante a la que no se suele aludir. Cuando hablamos de reducir la desigualdad hay dos opciones. Hacer más pobres a los ricos o más ricos a los pobres. Por alguna extraña razón, en casi todos los estudios parece que la opción preferida es la primera. No se dice explícitamente, pero todo apunta en esa dirección. ¿Por qué esa obsesión con quitarle dinero a los ricos? ¿No sería mejor subir las rentas de los que están en los últimos puestos de la lista? En parte, aquí hay una tendencia a pensar que la riqueza del mundo está creada y sólo se puede repartir, algo que no es cierto: el planeta es cada vez más rico gracias a la capacidad de innovación del ser humano. Si un país crece a base de comercio y trabajo, lo hará añadiendo más a la prosperidad mundial, no quitándoselo a nadie.
- ¿Quiénes son los ricos?: el informe recurre al ejemplo de EEUU en numerosas ocasiones. También en esto sigue la línea de estudios similares publicados en los últimos tiempos. Las estadísticas dicen que el 1%, 5% y 10% de los estadounidenses más ricos acapara un mayor porcentaje de la riqueza nacional que hace unas décadas. Parece un ejemplo de manual de cómo los que están arriba se aprovechan de su situación. Según Intermon: "La participación en la renta nacional estadounidense en manos del 10% más rico de la población se mantiene en el 50,4% (el porcentaje más elevado desde la Primera Guerra Mundial)".
Aquí también hay que hacer una salvedad. El 10% más rico en la actualidad no tiene por qué ser el 10% más rico de hace veinte años. Es decir, lo relevante para saber si en un país funciona la movilidad social y la meritocracia es saber cómo se mueven los individuos entre los diferentes grupos de renta según van desarrollando su carrera profesional.
Como explica Thomas Sowell en uno de sus últimos libros, medir los diferentes tramos de riqueza como si estos fueran compartimentos estancos es una falacia: "Los individuos que en 1996 se encontraban entre el 20% más pobre del país vieron cómo en 2005 su renta había aumentado en un 91%, con lo cual ya habían dejado mayoritariamente de pertenecer a la categoría estadística de los pobres. Los individuos pertenecientes al 1% más rico en 1996, por su lado, vieron cómo en el mismo período su renta se reducía en un 26% [por lo tanto, muchos de ellos dejaron de estar dentro de ese 1%]. La historia concuerda con la hipótesis de que una de las variables principales que determinan el nivel de renta de un individuo es la edad, una variable que tiene la virtud de afectarnos a todos por igual. Encaja bien con el sentido común: hay pocos directivos de 20 años y pocos becarios de 60. Otra cosa es que los de la categoría de los pobres, que incluye cada año a gente distinta (y cada vez a más gente recién llegada a los Estados Unidos con lo puesto), tengan ahora rentas inferiores a las de hace unos años [o rentas superiores en valores absolutos pero menor participación en la renta nacional total]".
Las soluciones
Intermon-Oxfam no se queda sólo en el diagnóstico. También ofrece alternativas. Y algunas son realmente curiosas. De hecho, parecen contradictorias con el conjunto del informe.
En este sentido, hay que destacar que la parte más interesante del estudio es la que hace referencia a cuando "la riqueza se aprovecha de las políticas gubernamentales secuestrándolas, las leyes tienden a favorecer a los ricos". Los autores denuncian un fenómeno creciente en las sociedades occidentales. La capacidad de ciertos grupos de presión para sacar rentas (élites extractivas dirían algunos siguiendo la terminología que pusieron de moda Daron Acemoglu y James Robinson) es uno de los grandes peligros de las democracias. Lo curioso es lo que no dicen sobre esta cuestión.
- El problema y la solución: como decimos, el informe denuncia el peligro de que los políticos protejan a los grupos de interés y emitan leyes en su favor. Y como solución propone... ¡darle más poder a los políticos! El peligro para ellos es el "mercado", al que piden "regular" más, como si éste existiera en los sectores cerrados a la competencia o que se benefician de los favores gubernamentales. Por cierto, que es precisamente en estos sectores donde más regulación suele haber, precisamente para evitar la libre competencia. El problema no suele ser de falta de leyes, sino de la calidad de éstas.
- Más gasto público: el informe tampoco hace referencia a otro importante fenómeno. En los países occidentales (que es donde supuestamente más ha subido la desigualdad en las últimas décadas) el gasto público no sólo no ha bajado, sino que se ha disparado. Siempre se pide más intervención del Gobierno para hacer frente a la desigualdad. Y ya hemos apuntado que no está claro que ésta sea un problema. Pero para aquellos que creen que sí lo es (como Intermon-Oxfam), debería saltar una señal de alarma en lo que hace referencia al gasto público. En EEUU, su ejemplo más querido, estamos en máximos históricos en la relación gasto público/PIB, como puede verse en la siguiente tabla. Sólo en la Segunda Guerra Mundial, este indicador estuvo en un nivel superior. Y si creemos a Intermon-Oxfam, no sólo no ha caído la desigualdad, sino que ha aumentado. Así que no parece que ésta sea la solución mágica.
- Los más ricos, en Washington: otra cuestión que no se cita. Se habla de los que se enriquecen y del Gobierno como si fueran dos grupos diferentes, pero cada día tienen más en común. Volvamos a EEUU. Seis de los diez condados más ricos de país son fronterizos con Washington D.C. Es más, los 13 condados que rodean a la capital norteamericana, y donde viven congresistas, asistentes, lobbistas y empleados públicos están entre los 30 más ricos del país. Todos ellos, sin excepción. Estar cerca de la capital es la mejor garantía de que un condado será rico. Y eso que hay más de ¡3.000 condados! en todo EEUU. Por eso, no está nada claro que la solución sea darle más poder a un Gobierno que ha generado esta situación (y en esto la culpa es tanto de administraciones demócratas como republicanas).
- Grupos de presión: como apuntamos, la advertencia de los autores sobre el poder de los grupos de presión y su capacidad de influir al legislativo es muy relevante. Eso sí, nada dice de grupos de presión no empresariales o de personas no adineradas; como si la presión de los sindicatos, las asociaciones profesionales o las organizaciones no gubernamentales no fuese importante. Su presencia en los medios y su capacidad de influencia también es enorme. Bien está denunciar la connivencia de los políticos con determinadas personas de alto poder adquisitivo, pero este análisis no puede quedar completo sin decir nada sobre esos otros grupos que buscan exactamente lo mismo que ellos: sacar provecho de su influencia para que las leyes se ajusten a sus deseos, necesidades o intereses.