El presidente de Adif, Gonzalo Ferre, reclamó una fiscalidad superior para el transporte de mercancías por carretera, con el objetivo de mejorar la competitividad y el uso del ferrocarril. El secretario de Infraestructuras y Movilidad de la Generalitat, Ricard Font, sostuvo sobre la euroviñeta, que Cataluña aplicará el año próximo, que
no se trata de aumentar la fiscalidad, sino de aplicar las directivas europeas, el pago por uso y que quien contamina paga.
La profusión del intervencionismo en la economía precipita recomendaciones variopintas, pero que jamás apuntan a bajar los impuestos. La situación parecería petrificar la fiscalidad actual, y a partir de ahí resolver todos los problemas imaginables mediante la única vía que en tales condiciones queda abierta: subir los impuestos.
La batalla queda así planteada, y los afectados por la recomendación del señor Ferre reaccionarán aduciendo, con razón, tanto las debilidades relativas del servicio de transporte ferroviario como los notables privilegios de que goza gracias a la financiación pública. Al final, como siempre, ganará el que mejor presione a las autoridades.
Estas autoridades, por su parte, harán todo lo posible para ocultar los costes crecientes que imponen a sus súbditos. Europa es una gran candidata al respecto, porque siempre cabe echarle la culpa, y alegar, como hace con maestría el señor Font, que la subida de impuestos no se trata de…¡una subida de impuestos! Se trata, en cambio, de obedecer a Europa; y, de paso, se dan argumentos que pueden plantearse exactamente igual aunque Europa no existiese, como el pago por uso o los ecológicos.