"Este es un pequeño paso para el Hombre, pero un gran paso para la Humanidad". Quién no ha escuchado alguna vez esta famosa frase pronunciada por Neil Amstrong al pisar la Luna el 21 de Julio de 1969. Ha pasado ya mucho tiempo. El contexto de la Guerra Fría de entonces es muy diferente al mundo globalizado de hoy. Los proyectos destinados a conocer el espacio exterior llevan paralizados durante largo tiempo... hasta ahora.
La carrera espacial privada ha comenzado. Esta vez será la iniciativa privada quien conquiste el Universo. La competición The Google Lunar X Prize, que acoge a equipos de todo el orbe, apela a la noble competitividad empresarial para impulsar misiones científicas a la Luna.
En este trepidante reto empezaron 33 equipos. A día de hoy sólo quedan 22 y muchos de ellos están bloqueados o a punto de tirar la toalla; nadie dijo que fuera fácil. La misión consiste en enviar un pequeño robot a la Luna, todo ello financiado con capital privado en al menos un 90%. El robot ganador será aquel que consiga desplazarse 500 metros por la superficie lunar y emita imágenes secuenciales de la misión a la base en Tierra. El premio final, 20 millones de dólares. Además, existen pluses adiciones de 10 millones de dólares por conseguir recorrer distancias de más de 5.000 metros, detectar hielo o superar una noche lunar completa -15 días terrestres-.
Lejos de parecer una cantidad cuantiosa, en realidad los 30 millones de dólares no llegan a sufragar ni siquiera el propio proyecto de los distintos participantes. Entonces, ¿qué beneficio obtienen las empresas? Principalmente, turismo espacial, venta de avances tecnológicos y, sobre todo, la explotación de recursos energéticos en un futuro.
Y es que, tal y como asegura el director del Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller, podríamos estar hablando de "altas proporciones de hierro y titáneo, así como tierras raras que escasean en la Tierra y están presentes en la Luna". En declaraciones a Libre Mercado, el director del Observatorio Astronómico recalca que hay que ser prudentes, ya que "se necesita realizar mucha investigación y desarrollo antes de llegar a concebir un proyecto mínimamente viable".
Destaca como idea interesante la posibilidad de "extraer el isótopo ligero del Helio-3, escaso en la Tierra, pero abundante en la Luna". Su precio podría llegar a alcanzar "el millón de euros por kilogramo", señala el astrónomo. Los científicos ven en el Helio-3 la materia prima con la que desarrollar energía nuclear "limpia" en el futuro mediante procesos de fusión -aún en fase de investigación- y que aporta mayor cantidad de energía que por procesos de fisión.
En cuanto a la energía solar, presente de materia notoria en la luna, el director del Observatorio señala el principal problema: "Cómo enviar esa energía a la Tierra". Para ello, añade que "es de suma importancia la minería lunar para tener los elementos con los que construir in situ" antenas que radien la energía recogida. Por último, el profesor aplaude los proyectos encaminados a desarrollar minería en el espacio. "Su considerable inversión financiera deberá ampliar los recursos disponibles, multiplicando así las posibilidades de realizar nuevos e impredecibles descubrimientos", concluye.
Selena, la aportación española
El equipo Barcelona Moon Team (BMT) es el único representante español en la competición. Cuenta con un proyecto sólido y prometedor, financiado con capital privado entre un 90 y 95%. Ariadna Boada, miembro de BMT, comenta a Libre Mercado que entre las bazas fuertes del proyecto está el tener una misión completa -no dependen de nadie-, un presupuesto low cost -en torno a 54 millones de euros- y "un acuerdo sólido de lanzamiento firmado con China Great Wall Industry Corporation (CGWI) para el uso de un lanzador chino Long March 2C, "previsto para ser utilizado en Junio de 2015". Destacan que el acuerdo con la firma CGWI permite ampliar capacidades y la cooperación internacional con el gigante asiático.
Además, el equipo español pretende llevar a cabo un ambicioso proyecto: el experimento Selena. Ariadna explica que "este experimento científico busca extraer oxígeno de la capa lunar mediante técnicas no probadas nunca fuera de la Tierra". Resalta la enorme importancia del proyecto, ya que "en un futuro a medio/largo plazo ofrece capacidades para disponer del preciado gas, no sólo para la respiración de los astronautas de una futura base permanente en la Luna, sino también como combustible para los cohetes".
Barcelona Moon Team también tiene como misión secundaria forjar un robot que resista una carga de transporte superior a la exigida por la competición. En total el robot pesará 40 kilogramos: 15 destinados a la propia estructura y a Selena. El resto de carga soportada estará destinada a clientes comerciales bajo un precio de venta de 1,35 millones de euros por kilogramo.
Desde BMT reiteran "las buenas capacidades de la ingeniería española, pero faltan proyectos donde demostrarlo". Se sienten afortunados al haber podido sacar este difícil proyecto adelante. El contrato de lanzamiento está previsto para 2015 y el equipo español se muestra con confianza de estar entre los equipos con más posibilidades de ganar la competición.
Moon Express, made in USA
Otro equipo a destacar que compite en The Google Lunar X Prize es Moon Express. Tal y como define el CEO del proyecto, Bob Richards, "Moon Express es una empresa de exploración comercial […] con el objetivo a corto plazo de tener un crecimiento positivo en operaciones de transporte espacial y venta de tecnología, y con el objetivo a largo plazo de explorar la luna desde una óptica emprendedora para aprovechar los recursos existentes en nuestro espacio, valiosos para la Tierra".
El proyecto desarrollado por Moon Express, llamado MX-1, es un robot de aproximadamente un metro cuadrado y que se alimenta de energía solar y peróxido de hidrógeno. Además, al igual que Barcelona Moon Team, el equipo americano también configura su robot para ofrecer capacidad de carga a otras empresas interesadas en llevar a cabo proyectos científicos propios.
Para Bob Richards, el MX-1 no es solo un módulo de aterrizaje, se trata de "un caballo de batalla dispuesto a abrir mercados". Richards tiene claro dónde está nuestro futuro. "Todo por lo que luchamos en la Tierra, todos los recursos están disponibles en cantidades infinitas en el espacio. La Luna es un centro comercial a las puertas de la Tierra", apuntó el CEO en una convención en la Universidad de Las Vegas.
Y es que, tras el informe de la Comisión Augustine, dictado por la Administración norteamericana junto con a la NASA el pasado 2009, permite a las empresas privadas incrementar su actividad en el Universo. Éstas dejan a un lado ser simples contratistas o proveedores, para convertirse en actores principales en busca del desarrollo económico en el espacio exterior. La carrera espacial privada ha comenzado.