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Carlos Rodríguez Braun

Disparatado “neoliberalismo”

Nadie ha dicho nunca que el mercado no necesite regla alguna. Esa es una caricatura antiliberal sin fundamento.

El periodista canario Antonio Salazar me ha puesto nuevamente sobre la pista del señor alcalde de Agüimes, en Gran Canaria, don Antonio Morales Méndez, cuyos errores ya había tenido ocasión de criticar en el pasado (véase "Miedo y democracia"). Ahora vuelve por sus fueros con otro extraviado artículo en Canarias7.es titulado "Libertades neoliberales". Según el señor alcalde, lo que nos pasa es lo siguiente:

En la década de los ochenta, el neoliberalismo se va adueñando de la economía y de la política para romper con el modelo de capitalismo que había cedido demasiadas posiciones al Estado de Bienestar y a los derechos de los trabajadores, rémoras para la competitividad. La eficiencia y la competencia solo se pueden alcanzar, según sus tesis, dejando vía libre al mercado, que se regula solo, y disminuyendo el Estado a su mínima expresión. Las privatizaciones son el eje fundamental de este cambio de paradigma y se extienden por el mundo como una epidemia sin control.

No por repetidos estos disparates dejan de serlo. Lo que sucedió en la década de los ochenta fue la caída del Muro de Berlín, ante lo cual el pensamiento único reaccionó inventándose una amenaza. Prefirió no despotricar abiertamente contra el capitalismo, considerando los innegables resultados criminales y empobrecedores del socialismo, pero lo sustituyó por la globalización y el neoliberalismo. El problema es que los bulos soltados durante décadas en contra del capitalismo seguían siendo bulos aplicados al malvado neoliberalismo. En este párrafo del señor alcalde anidan bastantes.

Nadie se ha "adueñado" de la economía, más que precisamente el agente que, según se nos asegura, ha quedado exánime ante el empuje neoliberal. En efecto, no sólo el Estado no se ha reducido en ninguna parte del mundo, sino que sus supuestos verdugos, los políticos neoliberales, no han hecho otra cosa que hacerlo crecer, como se ve en la presión fiscal, en la deuda pública y en las múltiples incursiones del poder contra la libertad y los bienes de los ciudadanos.

Nadie quiere "romper con el modelo de capitalismo" contemporáneo, es decir, un pseudocapitalismo donde la propiedad privada y los contratos voluntarios, que son sus instituciones fundamentales, están severamente limitados por la política y la legislación.

Los capitalistas nunca "cedieron" ante el Estado de Bienestar, que les fue impuesto por las autoridades, como al conjunto de la población. Esa mayor coerción se tradujo en menos derechos para los trabajadores, no sólo en términos de dinero, que también, sino en términos de empleo. Los llamados "derechos sociales" pueden ser rémoras para la competitividad al ser usurpados por el poder y los grupos de presión que a su socaire medran, que establecen sistemas intervencionistas, supuestamente en beneficio de los trabajadores, pero que acaban castigándolos.

Nadie ha dicho nunca que el mercado no necesite regla alguna. Esa es una caricatura antiliberal sin fundamento, como también carece de fundamento la idea de que las privatizaciones reducen el Estado "como una epidemia sin control". Es justo al contrario: los Estados puede retirarse de algunas áreas y actividades, generalmente cuando la rentabilidad política de ocuparlas es inferior a su coste político, pero eso no significa que el peso conjunto de la política disminuya.

En lugar de repetir tópicos, el señor Morales Méndez podría echar un vistazo a la realidad y comprobar que eso que dice que pasa no pasa, ni ha pasado ni, me temo, pasará.

En Libre Mercado

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