¿Escuelas privadas para los más pobres? ¿Es eso posible? Pues al parecer sí. A pesar de lo que pueda pensarse, algunos de los más exitosos ejemplos de educación de pago en los últimos años no corresponden a elitistas institutos en Beverly Hills, ni a novedosos centros basados en las últimas tecnologías.
En realidad, son humildes barracones en las afueras de Lagos o en pequeñas aldeas de Ghana. Allí, un puñado de empresarios ha comenzado una aventura con un objetivo: dar una formación de calidad a cambio de unos pocos céntimos al día. Y lo están consiguiendo, tanto en términos de resultados académicos como económicos.
El profesor Tooley
Hace unos días, el catedrático de la Universidad Newcastle James Tooley presentó su proyecto en la Fundación Rafael del Pino. El profesor británico saltó a la fama hace ya años con sus trabajos sobre el sorprendente rol que juega la educación privada en algunos de los países más pobres del mundo. Ahora, a este trabajo académico, Tooley ha añadido una nueva faceta: la de empresario. Es el cofundador y presidente de Escuelas Omega, una cadena de colegios privados low cost que cuenta con 20.000 alumnos en países como Ghana.
Las investigaciones de Tooley comenzaron "en diferentes regiones de la India. Allí encontré al menos 500 colegios privados que estaban centrados en ofrecer educación a los más pobres. Me empeñé en conseguir financiación para visitar otros países de semejante nivel económico, y cuando lo conseguí pasé por Nigeria, por Kenia, por China… llegando a las mismas conclusiones".
Tooley explicó que "en Nigeria se pueden ver calles inundadas por la ausencia de alcantarillado justo al lado de colegios privados de bajo coste que son el orgullo de esos humildes barrios en los que las condiciones de vida son durísimas. En Kenia la situación era muy similar: los barrios pobres de Nairobi albergan más de un centenar de colegios privados, gestionados por empresas, fundaciones o iglesias".
"En China, personas afines al régimen me dijeron que era "imposible" que existiese algo así, porque la educación en el gigante asiático es universal y gratuita. Mis trabajos han desmentido ese relato: solamente en regiones de montaña pude localizar más de 500 escuelas privadas", señaló el catedrático en su intervención. Según sus estudios, "en la India hay por lo menos 300.000 escuelas de este tipo. Para África anglófona, la estimación sería de un mínimo de 100.000".
El coste
Evidentemente, contratar el servicio de estos centros supone un esfuerzo adicional para familias de muy bajos recursos: "en Ghana, acceder a este servicio educativo cuesta 5 dólares al mes, una cantidad muy pequeña para nosotros pero significativa para gente tan pobre. Sin embargo, los padres de estos niños nos decían que el esfuerzo merecía la pena. Además, identificaban que la razón por la que el modelo funcionaba era la lógica de mercado que obligaba a los colegios a prestar un buen servicio educativo para así mantener y expandir su número de alumnos".
¿Se traduce esto en mejores resultados académicos? Tooley lo tiene muy claro: "en Nigeria hemos hecho más de 35.000 exámenes. Evaluamos matemáticas, ciencias sociales, inglés… y en todos los casos comprobamos que el desempeño de las escuelas privadas era mucho mejor". Y eso que, según sus datos, el salario de los docentes públicos "es hasta cuatro veces mayor" al de los centros no vinculados al Estado.
En algunos de estos países, los colegios de la red pública tienen graves problemas de absentismo. Esta situación contrasta con la oferta de los colegios privados low cost, que no solamente es superior en términos de calidad educativa sino que también ofrece mejores instalaciones. Además, "la ventaja de estas escuelas es que solamente cobran una tasa mensual, al contrario que los colegios públicos, que suelen añadir diferentes recargos. El todo incluido de los privados incluye, a menudo, los materiales educativos (libros, cuadernos…) y el servicio de comedor", apuntó el profesor británico, que además señaló que en dichas escuelas "no hay discriminación por género; de hecho, hay más alumnas que alumnos".
De la teoría a la práctica
Con el proyecto Omega, Tooley busca pasar de la teoría a la práctica y aprovechar su conocimiento de este campo para lanzar un nuevo proyecto empresarial. "Mi ambición es crear una red de colegios privados que puedan desarrollar economías de escala, conseguir mejores cantidades de financiación, agrupar inversiones… En alianza con un emprendedor local, hemos lanzado nuestra primera red de colegios privados en Ghana. Ya tenemos a 20.000 alumnos pero a final del próximo año podrían ser 50.000 y al final de la década, 200.000".
Tooley subraya que uno de los retos de este negocio es facilitar el pago de la educación a las familias. "Nos adaptamos al flujo reducido e irregular de ingresos que tienen las familias. Como es difícil ahorrar en dichas circunstancias, lo que hacemos es reducir la cuota a un pago diario muy fraccionado. Hay gente que no puede reunir $15 o $30 dólares para pagar en bloque todo el trimestre… pero sí pueden cubrir día a día la fracción correspondiente. A cambio de esos micropagos, ofrecemos un todo incluido de 60 céntimos diarios: matrícula, uniforme, material escolar, ordenadores, comida…".
Tooley subraya que espera poder reducir esta tarifa, si bien la inflación en estos países es todo un reto. No obstante, advierte que los gobiernos de los países desarrollados no han aprendido las lecciones: "prefieren gastar miles de millones en programas de ayuda al desarrollo que distorsionan el mercado educativo. Cuando se inauguran estos programas, las escuelas privadas pierden estudiantes temporalmente. Ocurrió, por ejemplo, en Liberia: estos programas no aumentaron la cobertura, sino que motivaron una transferencia de alumnos que, no obstante, fue rectificándose con el paso del tiempo, ya que la mayoría de los padres prefirió volver a los centros privados".