Todas las puertas están abiertas. El Banco Central Europeo (BCE) podría adoptar tasas de interés negativas o poner en marcha un nuevo programa de compra de activos financieros, al estilo del Quantitative Easing (QE) aplicado por la Reserva Federal de EEUU (FED), el Banco de Inglaterra o el de Japón, con el fin de crear inflación.
Tras la última bajada de tipos, situada en el 0,25%, parecía que el BCE se quedaría sin munición monetaria para tratar de reactivar el crédito e impulsar así la recuperación en la zona euro, según el argumento que emplea la mayoría de economistas. Sin embargo, un alto cargo de la institución, Peter Praet, afirma en una entrevista a The Wall Street Journal que todas las opciones están sobre la mesa para tratar de combatir el temido riesgo de la deflación. El IPC de la zona euro se desaceleró hasta el 0,7% en octubre, por debajo del objetivo del 2% que estipula el mandato del BCE a medio plazo.
El BCE podría hacer más si es necesario, según Praet. "Respecto a medidas estándar, los tipos de interés, todavía tenemos margen y eso incluiría la facilidad de depósito". Actualmente, la tasa de depósito se encuentra a cero, lo que supone que los bancos no obtienen remuneración por el dinero guardado en la hucha del BCE. Un tipo negativo implicaría que el BCE pasaría a cobrar a las entidades que prefieran resguardar su liquidez en el banco central en vez de prestarla. De este modo, abre la puerta aplicar tasas negativas sobre los la liquidez que depositan los bancos en el BCE, con el objetivo impulsar la concesión de crédito hacia el sector privado para generar crecimiento e inflación.
Otra opción consistiría en poner en marcha nuevos préstamos extraordinarios por parte del BCE a la banca (LTRO), similares a los aplicados en 2011 y 2012, créditos a largo plazo a tipo fijo para que los bancos accedan a dinero barato a varios años vista. Sin embargo, Praet, uno de los economistas jefes de la institución, tampoco descarta un plan de compra masiva de activos al estilo de EEUU. Hasta ahora, el BCE ha comprado activos bancarios y también deuda pública en los mercados secundarios, pero en cuantía muy inferior a la protagonizada por los demás grandes bancos centrales. La razón estriba en que los estatutos del BCE no lo permiten y, sobre todo, en el rechazo explícito de Alemania a desarrollar políticas de flexibilización cuantitativa (QE), muy impopulares en ese país debido a su nefasta experiencia hiperinflacionaria.
Aunque los tratados comunitarios prohíben que el BCE financie directamente a los estados de la zona euro, Praet matiza que esto no excluye la posibilidad de intervenir en los mercados de deuda. "Si nuestro mandato está en peligro vamos a adoptar todas las medidas que debamos para cumplirlo. Ésa es una señal muy clara", señala el banquero belga de origen alemán. Por ello, el ejecutivo del BCE no descarta la controvertida posibilidad de que la institución pueda embarcarse en un programa de compra de activos de la banca con el fin de rebajar los costes de financiación del sector privado.
"También puede emplearse la capacidad del balance del banco central [...] Esto incluye compras directas que cualquier banco central puede hacer", apunta el banquero, quien considera necesario añadir estímulos adicionales en este momento, cuando los riesgos para la inflación están equilibrados en el conjunto de la eurozona.