Las relaciones entre el Gobierno de Barack Obama y el de Angela Merkel no pasan, esta semana, por su mejor momento. Hasta ahora, los titulares se los ha llevado la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y su espionaje a los líderes europeos.
Este jueves, sin embargo, el Tesoro estadounidense ha tomado el relevo. En uno de sus informes semianuales sobre el mercado de divisas, este departamento ha cargado con fuerza contra la política económica alemana. De hecho, no se ha quedado en una pequeña crítica a una u otra medida del Ejecutivo germano, sino que ha atacado con dureza lo que ha sido la tónica general de la economía germana en la última década: control del gasto público y impulso de las exportaciones.
En este sentido, el Gobierno de Obama cree que "el anémico ritmo de crecimiento de la demanda doméstica de Alemania y su dependencia de las exportaciones han dañado el reequilibrio en un momento en el que muchos países de la Eurozona se han visto severamente presionados para frenar la demanda y las importaciones para promover el ajuste". Vamos, que la obsesión de control del gasto y el impulso de su sector exterior frente al consumo interno no sólo no son buenos para el país germano, sino que han retrasado la recuperación de sus socios.
Desde hace tiempo, hay algunos economistas que apuntan a que mientras que Alemania no impulse la demanda interna, incluso aunque sea a través de inflación, con recortes de impuestos o aumento del gasto público, será complicado que la Eurozona salga de sus problemas. Enfrente están los que creen que es EEUU quien más debería preocuparse, puesto que lo realmente preocupante es su modelo de salida de la crisis, basado en el gasto público y en las inyecciones monetarias de la FED (que al principio se aseguraba que eran temporales y ahora cada vez parecen más una droga a la que el enfermo se ha hecho dependiente).
El informe no se ha quedado ahí. También China ha recibido una seria advertencia. Así, aunque los autores reconocen que se está produciendo una cierta apreciación del yuan (6,3% en los nueve primeros meses del año), que es buena "para EEUU pero también para el resto de Asia y del mundo", también apuntan a que el ritmo de revaluación nominal en los últimos meses está siendo muy débil.
Evidentemente, la reacción alemana no se ha hecho esperar. Un portavoz del ministro de Finanzas germano ha asegurado que el superávit exportador de su país "no es causa de preocupación, ni para Alemania, ni para la Eurozona, ni para la economía global". El Gobierno de Merkel cree que "no hay desequilibrios" en su país "que necesiten corrección". De hecho, en su opinión "la innovadora economía alemana contribuye significativamente al crecimiento global a través de sus exportaciones".
Desde que se conoció el informe, se han sucedido las reacciones a uno y otro lado del Atlántico. En Europa, Gideon Rachman recuerda a EEUU desde el Financial Times que "si hay una gran economía occidental cuya irresponsabilidad en política económica suponga un peligro permanente para la economía global, el candidato obvio debería ser EEUU. Ha sido el Congreso de los EEUU, no el Bundestag, el que ha estado jugando con la idea de no pagar la deuda pública".
Según los datos del Banco Mundial, en 2012, EEUU fue la economía con un mayor déficit por cuenta corriente: 440.000 millones de dólares (la segunda fue Gran Bretaña, con menos de 100.000 millones). Mientras tanto, Alemania presentaba el mayor superávit, 238.000 millones, seguida por China.