Desde hace unos años, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) se ha convertido en unos de los think-tanks españoles más presentes en el debate público. Reforma de las pensiones, legislación laboral, cambios en el sistema sanitario, reforma educativa, fiscalidad, estado de las autonomías... Sus informes han tratado prácticamente todos los aspectos de la realidad económica española. Y no han excluido la polémica, como en su propuesta sobre el contrato único, que quizás fueron los primeros en plantear.
La pasada primavera, seis de sus economistas -Javier Andrés, Samuel Bentolilla, Antonio Cabrales, José Ignacio Conde-Ruiz, Marco Celentani y Juan Francisco Rubio-Ramírez- se fueron a tres colegios españoles, a reunirse con alumnos de bachillerato, para resolverles las dudas que pudieran tener sobre los temas que copan las portadas de los diarios cada día: ¿Por qué los políticos españoles son tan corruptos? ¿Quién es el culpable de la crisis? ¿Por qué cobra tanto Cristiano Ronaldo y tan poco un médico? ¿Debo seguir estudiando en la universidad si luego no voy a encontrar trabajo?
Con sus respuestas, han armado un libro de divulgación, Economía de urgencia, que se publica estos días. El pasado miércoles, Libre Mercado se reunió con dos de ellos, José Ignacio Conde-Ruiz y Marco Celentano. Hablamos sobre los conocimientos financieros de los españoles, la educación, los políticos...
Este año me ha tocado hacer varias noticias sobre encuestas en las que los españoles se posicionaban ideológicamente. Somos los europeos que declaramos menos simpatía por el capitalismo y los que menos creemos en el trabajo de los empresarios, ¿por qué?
Celentani (C): No sé por qué. Me pregunto más bien qué significa esto. Que haya cierta insatisfacción con el sistema en un momento de crisis me parece normal. Pero que los españoles sean más propensos que griegos, italianos o alemanes a demostrar su insatisfacción, no sé lo que significa. La calidad del debate político y económico es muy pobre. Por eso, que la reacción de la gente sea mostrar insatisfacción con la economía de mercado, quizás no me sorprenda.
Una de las palabras que más aparecen en el libro es "incentivos". Para mí es la palabra clave en cualquier análisis económico. Pero en el debate político no aparece. Por ejemplo, para explicar la corrupción siempre hay razones morales, de afinidad ideológica, de maldad personal del político... Nunca se va al fondo de la cuestión.
Conde Ruiz (CR): Está claro que la gente responde a incentivos. Hasta hace poco, la gente decía "es la cultura". Pero hay dos ejemplos muy claros en este país: la ley antitabaco y el carnet por puntos. Se mete el carnet por puntos y todo el mundo se pone el cinturón. Se aprueba la ley antitabaco y nadie fuma en los bares al día siguiente. Eso son incentivos puros. Explicando estas cosas haces ver que la gente responde a incentivos.
C: Yo creo que la calidad del debate político económico es baja. Esto es culpa en parte de los políticos, pero también de los medios. En Italia ocurre lo mismo, posiblemente peor. En comparación con otros países con una tradición económica más larga en economía de mercado, la calidad del debate es más baja. No me sorprende que la gente no lo entienda. Pero es que aquí, durante el franquismo, esto tampoco era una economía de mercado.
CR: Piensa, si un medio de comunicación acaba eligiendo siempre al economista que le va a decir lo que quiere oír... O si el economista al que pregunta no ve las cosas claras, pues también desconfía. Debería ser al revés. Una de las cosas de las que nos hemos percatado con este libro es que no sabemos muchas cosas. Pero los medios prefieren el economista que habla con rotundidad y eso genera un debate muy poco enriquecedor.
Del mismo modo, España siempre aparece a la cola en todas las encuestas en lo que hace referencia a cultura financiera. En política y en lo que hace referencia a las elecciones personales. ¿Por qué?
C: No tengo tan claro que en otros países no sea así. Si hacemos un ajuste por términos de renta, no lo tengo tan claro. No creo que sea una tarea de la ciudadanía educarse. La tarea pendiente es que la calidad del debate, en la que participan los políticos y los medios, mejore. Esto no ha ocurrido.
CR: Hablando con algunos medios, ves que el que escribe de economía estaba hace un año en cultura. Le han metido porque no queda otra, pero a él no le gustaría estar allí. Si el periodista no sabe de economía y pregunta al que no sabe... Y luego el político, que sabe que no hay un debate económico de nivel, se permite decir cosas que son contradicciones en sus términos. Da igual, las puede decir porque nadie las va a tener en cuenta.
Precisamente, ustedes tienen algunos capítulos dedicados a educación, que puede ser una de las claves para solucionar estos problemas. En España, todos los que toman medidas en España son politólogos, sociólogos, funcionarios, licenciados en derecho... Muy pocos economistas.
C: Mira, ha habido reformas de la ley concursal en las que no ha intervenido el Ministerio de Economía, sólo el de Justicia. Hasta este punto llega. Haría falta involucrar a economistas buenos, que partan de los datos.
En España, los economistas parece que sólo se les utiliza para cuadrar las cuentas, como si fueran contables.
CR: En educación, Antonio Cabrales siempre dice que hay que evaluar a los centros, pero también que estos tengan autonomía de contratación. Si tu evalúas, pero no puedes despedir al que no lo hace bien, ¿de qué te sirve la evaluación? Un profesor te va mal, pero no le puedes echar. Hay un economista al que nosotros hemos invitado varias veces, Hanushek, que te dice que el impacto del director de cada centro es enorme. Tiene el control sobre muchas generaciones de estudiantes. Él dice que el impacto de un buen director, en términos del salario que va a tener después, puede ser del 5-10%. Si coges esa cantidad, la suma de las diferencias de salario de todos los alumnos de un centro, tienes una mejora en la eficiencia brutal.
Mañana hay huelga en la educación [la entrevista se hizo el miércoles], y yo estoy viendo la propuesta que hacen para la universidad, que es muy interesante. Ustedes apuestan por créditos a los estudiantes. Pero claro, si con lo que ha aprobado Wert se anuncia una huelga dura, ¿qué pasaría con su propuesta?
CR: Sí, si haces esa propuesta aquí te cuelgan. En Inglaterra, yo estuve hablando con Nicholas Barr, uno de los que aprobó la reforma educativa. La idea es "yo te doy un crédito y sólo me lo pagarás a lo largo de tu vida, cuando trabajes y superes un determinado nivel de renta". Pues bien, esta persona me contaba que cuando lo aprobaron les querían matar. Pero al cabo de unos años la gente lo ha entendido y está encantada. ¿Qué problema hay con esta propuesta? Si no tienes dinero, yo te doy un crédito y sólo lo devolverás cuando ganes un salario alto. En España, la universidad ahora mismo es muy regresiva.
Yo he defendido propuestas similares, casi con las mismas palabras y me han acusado de todo.
CR: Pero los chavales de instituto, que son los que tendrían que pagar el crédito, al menos admiten discutir sobre ello. No tienen el prejuicio. Pero a determinadas personas les duele los oídos cuando lo propones. Te hacen falta más de 30 segundos, porque si en ese tiempo ya te están insultado y diciendo "eres un ultraliberal que se quiere cargar el welfare state"... Cuando lo que queremos es hacer sostenible el welfare state.
Pero si un debate tan fácil, con estos argumentos tan lógicos, ni siquiera se puede plantear...
C: La cuestión es que si coges a esta misma gente, la trasladas al Reino Unido y ven cómo funciona esto... Por un lado, están los créditos, por otro lado, una universidad de calidad. Si ven el conjunto, pues va a ser maravilloso. Pero el problema es que aquí lo primero que perciben es que hasta ahora pagaban 1.500 euros de tasas y ahora tendrán que pagar más.
Para cambiar todo esto, uno de los primeros pasos sería cambiar a los políticos. Ustedes proponen, entre otras cosas, subirles el sueldo para atraer más talento.
C: El punto de partida es que la gente cree que a los políticos se les pagaba mucho, eran malos y por eso llegó la crisis. Eso no es cierto. A los políticos se les pagaba poco, eran malos y llegó la crisis. Lo primero es fijar los hechos. Y a los políticos se les pagaba poco. Eso es un hecho empírico.
Es cierto que se les paga poco respecto a lo que cobran en otros países, incluso ajustándolo a los salarios medios en otros países (teniendo en cuenta las diferencias en nivel de vida). Pero quizás se les paga mucho más de lo que cobrarían en el sector privado.
C: Imagínate que quieres meterte en una profesión. Y no eres bueno. En base al sueldo se presentarán los candidatos, ¿qué desearías? Pues prefieres que se ofrezca un salario bajo [porque no se van a presentar buenos candidatos y tendrás más oportunidades]. Con un salario bajo vas a tener una calidad muy baja. España destaca por ser uno de los países en el que los políticos cobran menos. También es cierto que Italia es uno de los países en los que los cargos públicos más cobran y tampoco son buenos políticos. Y en los dos países hay mucha corrupción. ¿Qué quiere decir esto? Pues que subir los salarios no es una solución mágica.
Yo diría que es una condición necesaria, pero no suficiente.
C: Probablemente.
El problema es que con el actual modelo de partidos, si se suben los sueldos, estarían los mismos mediocres (esto lo digo yo), pero cobrando más, porque el problema es del proceso de selección.
CR: Sí, pero por ejemplo, en los nuevos organismos reguladores, los sueldos que ya están ofreciendo son tales que gente que se gana bien la vida no va a querer ir ahí. Pregúntale al del nuevo organismo regulador. Está teniendo problemas tremendos para coger a gente competente. Primero, porque con los consejeros que han cogido tampoco va a tener una gran reputación. Y, además, los sueldos son muy bajos. ¿Quién va a sacrificar una carrera profesional para ir a trabajar allí? Están intentado seleccionar a los mejores, pero les están rechazando. Aunque es cierto que podrías ofrecer unos sueldos tremendos y no solucionar nada [si no cambias la selección]. Eso sería el peor de los mundos.