El Gobierno portugués pretende estimular el combate a la economía "en negro" con el sorteo de premios económicos entre los ciudadanos que piden factura en sus compras, a los que ya ofrecía bonificaciones en sus declaraciones de la renta.
Ésta es una de las medidas más novedosas del proyecto de Presupuestos Generales del Estado de 2014, entregado ayer al Parlamento luso y cuyos detalles se divulgaron este miércoles, documento marcado esta vez por los cortes en el gasto público y el mantenimiento de los impuestos.
Eslovaquia aprobó este verano una medida similar y cada quince días los ciudadanos pueden participar en un sorteo especial utilizando sus facturas por importes superiores a un euro.
Medios lusos cuantificaron en diez millones de euros el importe total de estos premios, que serían sorteados como si de una lotería se tratase, aunque el valor debería fijarse cada año.
La propuesta, que tiene que ser todavía autorizada por el Parlamento -donde el Ejecutivo conservador cuenta con mayoría absoluta-, no entra en detalles y apenas concreta el funcionamiento de esta especie de rifa.
Falta conocer, por ejemplo, si quienes más comprobantes entreguen tendrán más opciones de conseguir la gratificación, ya que por el momento el documento se limita a señalar que el objetivo es "organizar un sorteo para premiar a las personas con un número de identificación fiscal asociado a una factura" enviada a la Autoridad Tributaria. "Esta idea pretende, junto a otras medidas, prevenir el fraude y la evasión fiscal, recompensando la actuación de los ciudadanos que exigen factura", reza el texto.
El Gobierno luso ya aplica desde principios de 2013 beneficios fiscales en el impuesto sobre la renta de cada trabajador en el caso de facturas de reparaciones de automóviles, recibo de peluquerías, restaurantes o alojamiento.
Sin embargo, el límite máximo que uno puede recuperar es de 250 euros, para lo cuál tendría que justificar en facturas un gasto de 9.000 euros, según cálculos de la principal asociación de consumidores portuguesa, DECO.
La economía sumergida representa en Portugal más de una cuarta parte de su PIB, según estudios recientes, y se ha disparado en los últimos años, coincidiendo con el agravamiento de la crisis en el país, que acumula tres ejercicios consecutivos en recesión y se encuentra bajo la asistencia financiera de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional desde mayo de 2011.