La reforma laboral no está dando frutos. Al menos no todos los que el Gobierno querría. En los últimos meses, Libre Mercado ya ha apuntado que la norma, aprobada a comienzos de 2012 por la recién llegada ministra Fátima Báñez, no acaba de cumplir con los objetivos previstos. En dualidad y negociación colectiva, el ritmo es mucho más lento de lo previsto.
Este jueves, ha sido el Banco de España el que ha puesto el dedo en la llaga. El organismo dedica un capítulo de su Boletín Económico de septiembre a "un primer análisis de algunos de sus efectos [de la reforma] sobre el mercado de trabajo". Y sus conclusiones se alinean con las advertencias de los expertos: la nueva legislación está dando resultados en lo que tienen que ver con moderación salarial y flexibilidad interna; a cambio, apenas se ve ningún cambio en dualidad, negociación colectiva y en lo que tiene que ver con el aprovechamiento por parte de las pymes.
Los aprobados
Aunque los autores del estudio alertan al comienzo y al final del mismo de que el poco tiempo transcurrido desde su aprobación hace que los resultados de su análisis estén sujetos a "un elevado grado de incertidumbre", sí que apuntan algunas tendencias que pueden observarse en el año y medio de vigencia de la norma.
Desde el punto de vista positivo, destacan dos cuestiones, los aprobados que sí habría conseguido la reforma Báñez. En primer lugar, "se observa que en los últimos trimestres se ha intensificado el proceso de moderación salarial, registrándose un descenso interanual de la remuneración por asalariado a principios de este año".
Habrá quien diga que maldita la gracia de la congelación salarial. Y es cierto que es una tendencia que se nota en los bolsillos de los que están directamente afectados. Sin embargo, lo que no tenía ningún sentido es lo que ocurrió en los tres primeros años de la crisis, cuando España destruía un millón de empleos al año, como en 2009, mientras los sueldos se elevaban por encima de la inflación gracias a las cláusulas de salvaguarda. En aquellos instantes, las empresas españolas que querían ganar competitividad para sobrevivir sólo tenían un camino: el despido.
Desde la reforma laboral, como apunta el Banco de España, "se observa una clara reducción en el incremento medio de las tarifas salariales, que se situaron en el 1,3% en 2012, tasa más de un punto porcentual inferior a la inflación de diciembre del año anterior. (…) Los convenios de nueva firma, que constituyen un indicador más actualizado de los posibles efectos de la reforma sobre los resultados de la negociación colectiva, reflejaron aumentos salariales aún más moderados, del 0,4%".
El segundo aspecto a destacar de este año y medio de reforma es el que tiene que ver con la "flexibilidad interna". Como puede verse en la siguiente tabla, aunque los "descuelgues de las condiciones pactadas en el convenio apenas han variado, las posibilidades de realizar modificaciones sustanciales de las condiciones laborales parecen estar siendo utilizadas con intensidad por parte de las empresas". De nuevo, el despido ya no es el último recurso, sino que se recurre a otras alternativas que, aunque dolorosas para los implicados, permiten mantener el negocio a flote sin medidas drásticas de reducción de personal.
¿Y cuáles son las consecuencias de estos dos pasitos adelante? Pues una moderación en el ritmo de destrucción del empleo. Según los técnicos del Banco de España, "el comportamiento del empleo en el sector privado es algo mejor de los esperado". O dicho de otra manera, con la caída del PIB que ha sufrido la economía española en el último año y medio, lo normal es que el paro hubiera seguido subiendo al ritmo de los últimos meses de 2011: "Otros estudios tienden a mostrar resultados similares, que relacionan la moderación salarial inducida por la reforma laboral con un mejor comportamiento del empleo".
Los suspensos
Hasta aquí, lo que ha funcionado. Sin embargo, hay otros aspectos en los que los avances (si es que los ha habido) han sido mínimos. Los autores de este informe apuntan en tres direcciones: impacto en las pymes, negociación colectiva y dualidad.
En lo que tiene que ver con el tamaño de las empresas, parece evidente que las grandes corporaciones están haciendo uso de los mecanismos que la ley pone a su disposición: "Resultaría relevante efectuar un análisis en profundidad de las razones que subyacen a este comportamiento diferencial por tamaño de empresa, puesto que el uso de estas posibilidades puede resultar crucial para limitar las pérdidas de empleo". En resumen, que las pymes no se están aprovechando de la reforma.
¿Por qué? Pues en esto no hay una respuesta, aunque todo apunta a que la complejidad de la norma no ayuda. Al igual que ocurre en los relacionado con la dualidad, no es sencillo descolgarse de un convenio. Para una empresa grande, con un fuerte equipo de recursos humanos, cumplimentar los trámites o negociar con los representantes de los trabajadores puede ser una tarea más o menos rutinaria. Pero para una compañía con 10 ó 12 empleados, puede transformarse en una tarea titánica.
La segunda cuestión en la que la reforma suspende es en lo relacionado con la negociación colectiva. Aunque la idea del Gobierno era dar prioridad a los convenios de empresa sobre sectoriales y territoriales, no parece que se esté avanzando mucho en ese terreno. Con la información disponible apenas puede intuirse "un leve repunte de la cobertura de los convenios de empresa". Eso sí, en este aspecto, el Banco de España apunta que "es posible que la mera posibilidad de acudir a la negociación de convenios de empresa tras la reforma esté afectando a los resultados de los convenios sectoriales; que, según los últimos datos, tienden a converger hacia las tarifas más reducidas acordadas en los convenios de empresa".
En cualquier caso, si hay un aspecto en el que la reforma laboral, por lo menos hasta el momento, casi no ha dado ningún resultado, ése es el de la dualidad. La diferencia entre fijos y temporales, que ha generado un mercado de trabajo a dos velocidades, con todas las perversiones que esto implica, ha sido señalada por los expertos como una de las principales causas de la elevadísima tasa de paro en España.
La solución propuesta ha sido la del contrato único, que ni siquiera tendría por qué ser "único". La reforma quedó coja en este aspecto desde el principio, pero el Gobierno se ha negado en redondo a cambiar nada. De hecho, hace unas semanas la propia Báñez anunció una reducción de las modalidades contractuales que finalmente quedó en nada más que un mero retoque administrativo. El resultado de esta inacción en este campo es que, según el informe del Banco de España, "no se observan avances apreciables en términos de la composición de los flujos de empleo, que siguen dominados por los asalariados con contrato temporal".
Es más, aunque puede verse una "tendencia descendente" en la tasa de temporalidad, esto es debido a los efectos perversos de la legislación en la materia, que provoca que los primeros expulsados sean este tipo de trabajadores, sin que importe su productividad respecto a sus compañeros de trabajo. Es decir, que es la situación "cíclica" de descenso de la actividad la que ayuda a reducir muy ligeramente esta tasa y no un inexistente incremento de los contratos fijos.