El Gobierno de Mariano Rajoy se está especializando dar patadas adelante para sacarse los problemas de en medio sin resolverlos.
Eso, por supuesto, no soluciona nada, y en ocasiones no hace sino añadir complicaciones. Es el caso, sin duda, de las pensiones: el sistema de reparto ya está al borde de la quiebra –no en vano en los últimos meses se ha usado en un par de ocasiones el dinero del Fondo de Reserva de la Seguridad Social-, y no estará mejor en 2019 sino peor, porque su principal problema a largo plazo no es la crisis económica actual, sino el envejecimiento progresivo de la población.
Sin embargo, la ministra Báñez se ha empeñado en defenderlo; como si un sistema diseñado en el franquismo para una época en la que los españoles no pasaban de los 70 años fuese un bien en sí mismo.
Lo cierto es que, aunque pueda parece una perogrullada, la forma óptima para el sistema de pensiones no es la que se amolde a tales o cuales prejuicios ideológicos, sino la que sirva para que los españoles tengamos en el futuro las mejores pensiones. Si además hay una que puede ayudar a mejorar la situación económica del todo el país favoreciendo el ahorro en lugar del gasto, la decisión debería ser obvia.
Y esa forma no es otra que un sistema de capitalización que podría ponerse ya en marcha y que, al menos en sus primeras fases, podría y debería ser mixto, en parte público y en parte privado. El principio es sencillo: que cada contribuyente acumule dinero para su propia jubilación en lugar de pagar la de los ya jubilados, medida que favorecería el ahorro y por tanto la inversión, es decir, la recuperación económica. La experiencia chilena es un excelente ejemplo.
Lo peor de la comparecencia de Báñez de este lunes, no obstante, ha sido la forma en la que ha mentido a los españoles, y lo ha hecho en al menos dos cuestiones muy importantes: cuando ha asegurado que pagando lo mismo que ahora se tendrán las mismas pensiones, cosa obviamente falsa, porque en ese caso la reforma para hacer "sostenible" el sistema no tendría ningún efecto; y cuando ha asegurado que con los cambios planteados, superficiales y aplazados en el tiempo, se garantiza la supervivencia de un sistema que, a menos que España esté a las puertas de una explosión demográfica mayor que el famoso baby boom de los 60 y 70, será inviable en unos pocos años.
Es un nuevo error grave en la política de un Gobierno al que le está faltando el coraje o que carece de los conocimientos y las convicciones necesarios para solucionar muchos de los graves problemas que tiene España.