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Francisco Aranda

Futuros empresarios en CincoJota

En Estados Unidos quien ha puesto en marcha una iniciativa empresarial es un héroe, independientemente de cómo termine la aventura.

Uno de los iconos del socialismo patrio, el presentador de televisión Jesús Vázquez, toma el sol en las aguas de Ibiza a bordo de un privadísimo y espectacular yate para evitar a la muchedumbre playera que tiene tan poco glamour.

El pancartero Javier Bardem busca en Dolce & Gabbana una camiseta verde con la frase "la sanidad pública no se vende" en color dorado, al tiempo que su mujer espera el momento de dar a luz en la prestigiosa clínica privadísima de Madrid, Ruber Internacional.

Pero, al mismo tiempo, hay muchos jóvenes que, sin tratar de engañar a nadie con mensajes demagógicos, tienen la inquietud de convertirse en empresarios, generando riqueza y empleo, a pesar de que para ello tengan que superar las barreras que aún existen en nuestra querida piel de toro.

Las dos primeras situaciones las conocí leyendo revistas mientras esperaba mi turno en la barbería y la última fue lo que me encontré en la última reunión organizada por el joven ejecutivo Pablo España en uno de los restaurantes Cinco Jota, de Madrid. Se trata de una atractiva iniciativa denominada afterworks5J que consiste en reunir una tarde a la semana, en uno de estos restaurantes, a cerca de cien jóvenes con el espíritu de emprender aventuras empresariales, alrededor de un personaje que les transmita experiencias que puedan ser útiles. Sí, ya sé que me dirán ustedes que detrás de ello hay una iniciativa de marketing de libro, pero a mí eso no sólo no me parece mal, sino que creo que es muy positivo que haya empresas que quieran que se las relacione con colectivos inquietos, jóvenes o no, que quieren generar riqueza desarrollando un proyecto empresarial. Estamos saturados de tanto indignado que no da un palo al agua. Es decir, el gancho no es una firma de sartenes por parte de Belén Esteban o un patético reparto de besos del ganador del programa Quién quiere casarse con mi hijo, sino un empresario que cuenta su experiencia profesional.

En la última reunión tuvieron la amabilidad de invitarme y lo primero que me sorprendió fue que, en una tarde de julio, acudiera tanta gente dispuesta a escuchar a alguien que le iba a hablar del mundo de la empresa, es decir, de sacrificio, esfuerzo, tenacidad y mucho trabajo. Pese a que se trata de algo informal, rollo Silicon Valley, sin corbatas, ni micrófonos, ni power-point, ni frases hechas al estilo de "voy a tratar de responder a todas vuestras preguntas con la máxima transparencia y desde la profunda convicción en una sociedad democrática en la que todos tenemos que arrimar el hombro", la intervención debe tener contenido muy concreto y ser breve.

Finalmente opté por dejar a un lado esos lugares comunes del llamado emprendimiento para transmitirles las verdades del barquero. A mi juicio, iniciar y desarrollar una aventura empresarial es apasionante, pero hay que saber que está llena de obstáculos. Eso es lo primero que hay que conocer. Nadie te va a ayudar. En España, hasta el momento la concepción que suelen tener los políticos de ayudar consiste en intervenir en la actividad empresarial o ser tu socio mayoritario cuando hay beneficios a través de Hacienda. Claro, fruto de ello, ahora sufrimos los envites de la corrupción. Empresa y política no pueden dormir en la misma cama. Eso siempre acaba mal.

No quise pasar la oportunidad de repetir una ocurrente frase del empresario y aventurero Albert Bosch que dice que el Amazonas es como la Administración, por todas partes hay bichos.

Además de la soledad, hay otros tres conceptos que debe saber asumir todo aquel que quiere poner en marcha una empresa, y que son el riesgo, la incertidumbre y la de ser un hombre-orquesta. Saber asumir el riesgo que supone iniciar una aventura de la cual nadie te asegura el final es clave, como también lo es gestionar adecuadamente la continua situación de incertidumbre y, por último, saber que tienes que ser al mismo tiempo fiscalista, contable, comercial o marketero.

Tampoco hay que perder de vista la posibilidad del fracaso. Es más, lo normal es no lograr el éxito en el primer intento. Pero lo que ya no es normal es la percepción que tenemos aquí del que no acierta porque prácticamente queremos apartarlo del mundo. Esa es una notable diferencia de lo que sucede en otros países como Estados Unidos. Allí quien ha puesto en marcha una iniciativa empresarial es un héroe, independientemente de cómo termine la aventura, porque ha demostrado tener iniciativa, espíritu proactivo y querer aportar a la sociedad, además de convertirse inmediatamente en una persona con una experiencia que tiene un enorme valor.

Dicen los americanos que el aprendizaje es fruto de la experiencia, y que lo demás es sólo información.

Por último, traté de resumir en cinco los aspectos que me parece que hay que tener muy claros antes de ponerse el mono de empresario. Un modelo de negocio muy desarrollado, confianza en tus instintos, acierto con los socios, creer profundamente en el producto o servicio y capacidad de adaptación rápida porque no sobreviven los más inteligentes o los más fuertes, sino aquellos que saben adaptarse.

Es momento de gestores, que son los que hacen las cosas correctamente, pero principalmente es tiempo de líderes, que son los que hacen las cosas correctas. Y eso es muy motivante. Pruébalo.

En Libre Mercado

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