Siempre polémico y provocador, el filósofo Hans-Herman Hoppe ha visitado España para promocionar el libro Economía y Ética de la Propiedad Privada, disponible en versión física y electrónica y publicado por la Editorial Innisfree. Hoppe visitó la Fundación Rafael del Pino para impartir una conferencia y hablar en exclusiva con Libre Mercado sobre diversos asuntos.
Pregunta: Discutiendo sobre la política monetaria de EEUU, usted ha dicho que la mejor manera de debatir con economistas como Paul Krugman es hablar con ellos como si fueran niños pequeños.
Respuesta: ¿Cómo se puede decir que imprimiendo dinero se conseguirá que una sociedad sea más rica? Si esto fuese cierto, ¿no podríamos acabar con la pobreza de la noche a la mañana? ¡Cualquier país del Tercer Mundo podría imprimir el dinero necesario para dar a cada recién nacido un montón de dinero y así acabar con la miseria! El debate es tan absurdo que quizá hablando con estos economistas como si fuesen niños podemos llegar a alguna parte. Lo que hay que entender es que imprimiendo dinero no abrimos más fábricas ni producimos más bienes.
Hablando de política monetaria, usted también ha advertido de que la discrecionalidad de los bancos centrales daña el emprendimiento.
Si tenemos un dinero respaldado por el oro o la plata podemos anticipar en gran medida el panorama monetario al que nos enfrentaremos de un año para otro. Sin embargo, si el dinero es fiduciario y un banco central como la Reserva Federal puede duplicar la masa monetaria en menos de un año, entonces las actividades del sector privado se vuelven mucho más complejas.
Ese daño al emprendimiento contrasta con el beneficio obtenido por empresas financieras, que en un sistema monetario como el actual tienen un rol privilegiado y pueden enriquecerse mientras el resto del sector privado vive en la incertidumbre.
Háblenos de Economía y Ética de la Propiedad Privada, que acaba de salir publicado en la Editorial Innisfree.
El libro es una colección de artículos en la que enarbolo esta defensa desde dos puntos de vista. La primera parte hace una defensa utilitaria de la propiedad privada, explicando por qué esta institución genera mejores incentivos para la creación de riqueza y la mejora de la productividad. Esto contrasta con la propiedad pública, que plantea el conflicto continuo entre las personas, ya que cada uno tendrá una idea diferente de lo que debe hacerse con ella.
En la segunda parte del libro hago una defensa ética de la propiedad privada, justificándola frente a la injustificable propiedad pública. La propiedad privada es el fundamento de la vida humana. Necesitamos tener propiedad sobre nosotros mismos para poder debatir sobre éste y cualquier otro tema, y eso demuestra que hasta quien intenta justificar la propiedad pública está, en realidad, cayendo en una contradicción, pues su propia argumentación la hará desde la propiedad privada que tiene sobre sí mismo.
En su conferencia en la Fundación Rafael del Pino habló de otro tema recurrente en su trabajo: los incentivos de la democracia y de las antiguas monarquías. Desde la óptica económica, usted defiende que el primer sistema es peor aún que el segundo.
Empezaré definiendo el Estado como una institución que tiene máximo poder de decisión y gestiona un territorio de forma monopólica. Las monarquías y la democracia son formas de gestionar ese Estado. Ambas son instituciones peligrosas y, por lo tanto, no hablo de encontrar una buena solución sino de encontrar la menos mala. En ese sentido, detecto una cierta superioridad de las antiguas monarquías en la medida en que el Rey considera el Estado como su propiedad privada. Esto le llevará a pensar más en el largo plazo y a intentar preservar el valor de su capital, de ese Estado que, en cierta medida, es suyo.
En la democracia, el cuidado de esa propiedad por parte de un gobierno es de una legislatura, quizá dos o tres, pero no hablamos de una propiedad que permanece en las manos de los gestores durante toda la vida. Por eso, mientras que el monarca tiende a conservar su capital, el gobernante en democracia se orienta a consumir ese capital mientras ostenta el poder.
Hay otra ventaja de la antigua monarquía sobre la democracia, y es que en el primero de estos dos sistemas se llega al poder "por accidente", pero en el segundo se llega mediante la competencia electoral. La competencia en sí es un mecanismo de eficiencia, no es buena ni mala en sí misma. Si se compite para producir bienes y servicios, esa eficiencia es buena, pero si se compite por hacer algo malo, esa eficiencia es peligrosa. En la democracia, la competencia por el poder de fijar impuestos y de ordenar leyes consigue que lleguen al poder quienes son más eficientes haciendo algo que, en esencia, es malo.
¿Mantiene su teoría en el caso de Medio Oriente?
Si comparamos países de Medio Oriente entre sí, vemos que Jordania o Marruecos son más civilizados que Egipto, Libia, Siria y esos lugares en los que se cambió la vieja monarquía por formas diferentes de autoritarismo.
Lleva algunos años viviendo en Turquía. ¿Qué opina de lo ocurrido en los últimos tiempos?
La principal razón por la que vivo allí es que es el país de mi esposa. Dicho esto, he visto con mis propios ojos que el país ha tenido un crecimiento económico notable, muy por encima de Europa. No obstante, desde las últimas elecciones, el presidente Erdogan se ha empezado a comportar de forma cada vez más intolerante y polémica.
La mecha se prendió con la pretensión de construir un centro comercial en un parque, pero también hay descontento por leyes como las que limitan la venta de alcohol, por el intento de prohibir el pintalabios entre las azafatas de aerolíneas, etc. Todo se ha acumulado y ha terminado llevando a mucha gente a la calle. Las protestas no nacieron de la oposición política, de hecho, la oposición es aún peor que el partido de Erdogan… Por si no fuese suficiente, el Gobierno se excedió reprimiendo las protestas, lo que generó más descontento. La actuación de Erdogan ha sido estúpida, porque todo se podría haber evitado actuando con un poco más de moderación y tacto.
¿Qué opina de los indignados? Este tipo de protestas, ocurridas en España con el movimiento 15-M o en EEUU con la plataforma Ocupa Wall Street, ha cuestionado el sistema capitalista que usted defiende.
Son protestas de ignorantes económicos que no entienden que esos escándalos financieros que tanto les disgustan tienen todo que ver con el socialismo monetario en el que vivimos. Sus críticas deberían ser contra el estatalismo, contra el intervencionismo, no contra el capitalismo, pero mucha gente en estas protestas son meros izquierdistas que no tienen el más mínimo entendimiento de la economía.
Por último, quisiera preguntarle por el futuro de Europa...
A día de hoy, como los alemanes hacen alguna que otra cosa bien, esto les permite tener la capacidad de rescatar a países como España. El problema es que esto hace que España siga cometiendo estupideces económicas. En cualquier caso, la montaña de deuda que es el Estado del Bienestar es insostenible, por lo que veremos su colapso, como vimos el del comunismo hace apenas veinte años.
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