Lo más probable es que la tarifa de móvil que tienes contratada cubra sobradamente tus necesidades, tanto en consumo de voz como en consumo de datos. Es decir, en un uso normal, lo más seguro es que no llegues a consumir el total del bono de voz o de datos, y eso simplemente es lo mismo que decir que estás pagando por un servicio que no llegas a aprovechar al 100%.
Si estás pagando por un consumo potencial al que no vas a llegar, es el momento de buscar una tarifa mejor y no malgastar el dinero. Podríamos haber dicho "ahorrar", pero eso sería en el caso de elegir una tarifa que ofrece exactamente las mismas prestaciones por menos dinero. No se trata de eso: se trata de obtener el servicio que necesitamos, y pagar lo que es justo por ello. Es como si pagamos por un menú para tres personas siendo un solo comensal, nos sobrarán platos por fuerza, ¿verdad?
Muchas veces nos fijamos en las tarifas que cubren nuestro gasto mensual habitual, y además que soportan "un poquito" más de consumo. Es el caso de las tarifas planas: con ellas sabemos que podemos hablar de forma ilimitada (aunque en la práctica nunca es literalmente ilimitado), navegar mucho (pero con límites, de nuevo), y entonces nos relajamos porque al fin y al cabo, no estamos pagando tanto como parece ya que esa tarifa es muy "potente".
Ese es el error, en el fondo, pues lo que nos podría dar esa tarifa no tiene por qué coincidir con nuestro consumo real. Si pagamos por un bono de Internet de 1 GB y nos gastamos 200, 400, 350 MB cada mes, ¿no estamos desperdiciando más de la mitad del bono? ¿No preferiríamos empezar de menos a más? Contrataríamos primero un bono de 200MB, y si el gasto mensual justifica acceder a un bono superior, nos cambiamos, pero si no, nos quedamos como estamos.
No a las tarifas planas y permanencias
A menos que esté debidamente justificado, contratar una tarifa plana es contraproducente para la mayoría de los clientes. Entiéndase bien: no es perjudicial porque los clientes son conscientes de lo que pagan, pero para la gran mayoría existirá una tarifa de móvil más barata que proporcionará un servicio exactamente igual. Por eso es importante comparar tarifas, hacer cuentas, dejarse asesorar, pero sobre todo analizar fríamente los datos antes de lanzarse a por una presunta "ganga".
El primer examen de conciencia del cliente tiene que ser cuánto consume. Cuánto consume de verdad. Todos tenemos facturas de hace dos, cuatro, seis meses (y si no, podemos conseguirlas fácilmente), y con ellas podemos hacer un examen profundo de cómo estamos consumiendo: cuántas llamadas, de qué duración, si enviamos SMS, si nos conectamos a los datos (y cuántos megas consumimos)… Si de lo que obtengamos tras ese análisis comprobamos que no llega al 60 o 70% del consumo máximo permitido por nuestra tarifa, estamos perdiendo dinero y nos merecemos una tarifa más ajustada.
Puede que nos preocupe algo básico: ¿qué pasa si un mes tengo un exceso de consumo, un pico de datos? Ese es otro factor que podemos controlar si conocemos la política que sigue la tarifa en cuanto a excesos en el consumo de los bonos. Hay compañías que cobran unos céntimos por mega extra descargado, pero mantienen la velocidad; otras simplemente disminuyen la velocidad de descarga a un vestigio de la total. Conocer ese detalle hace que podamos meter en nuestra planificación todos los costes que nos corresponden por la tarifa.
Para poder aprovechar estos análisis y cambiar de compañía o de tarifa con agilidad, debemos escapar como de la peste de las permanencias. Una permanencia no solo nos limita a la hora de cambiar de tarifa o compañía, porque en caso de empeñarnos en hacerlo deberemos pagar una penalización, sino que además hace que nos podamos perder ofertas y promociones interesantes. Así que la mejor opción es no firmar una permanencia. Y sobre todas las cosas, debemos pensar que seguro que estamos pagando más de lo que debemos pagar por nuestra tarifa de móvil.
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