Los hechos están ahí. El pasado día 4 la Comisión Europea, basándose en una acusación de dumping, decidió imponer unos duros aranceles aduaneros a los paneles solares chinos. La reacción no se hizo esperar. El texto publicado el día 6 en el periódico oficial de Pekín, El Diario del Pueblo, fue muy claro. Previamente se había señalado en ese país asiático que existían quejas de sus viticultores y que se emprendía "una investigación antidumping contra el vino europeo". Al día siguiente Laurence Girard ofrecía en Le Monde un panorama muy detallado del papel de las bebidas espirituosas francesas en el mercado chino. "Aceptamos la negociación, pero aún tenemos numerosas cartas en la mano", se leía en El Diario del Pueblo.
España es, con Francia e Italia, uno de los países importadores de esos paneles solares.
En este pulso, China ha puesto también en la mira a los vehículos de lujo europeos, fundamentalmente los alemanes Mercedes, BMW y Porsche. A estas marcas pertenece la parte principal de los 250.000 vehículos exportados anualmente desde Europa a China.
Todo esto es un preludio. En el mes de agosto la Unión Europea y China van a sentarse a negociar. Pero otra cuestión que, en cierto modo, actúa en sentido opuesto, es lo que François Hollande, el presidente francés, ha señalado, sobre acontecimientos que pronto van a afectar a los mercados exteriores europeos: la posibilidad de que pronto los Veintisiete firmen un acuerdo de librecambio con los Estados Unidos, lo que crearía en torno al Atlántico Norte un impresionante mercado.
En Les Echos del 7-8 de junio Renaud Honoré escribe que la presión de los chinos sobre Angela Merkel podría sorprender, porque, después de todo, Alemania "se opuso en Bruselas al conflicto sobre los paneles solares". "Pero es preciso matizar recordando que la canciller germana se había pronunciado únicamente contra los impuestos aduaneros 'definitivos', que no serán decididos antes de diciembre". ¿Pekín piensa que nada se hace en Europa sin el visto bueno de Alemania, y por eso la amenaza?
El juego de cartas del que habló El Diario del Pueblo (v. The Economist del día 8) se anuncia muy complicado.