No ha sido Fanfan la Moustache el único expresidente del Gobierno que ha salido a la palestra a conceder titulares. También Philippe Filèse lo ha hecho, quizá animado por que Barbie haya conseguido una tasa de paro superior a la que él logró a comienzos de los años 90. Sea como fuere, el caso es que el estadista exhibió una interesante argumentación al sostener:
No se ha demostrado ni se podrá demostrar nunca que una gestión privada de la salud sea más barata que la pública.
Lo primero que llama la atención es su increíble arrogancia. No se ha demostrado ni se podrá demostrar. No sabemos lo que sucederá en el futuro, y Monsieur Filèse tampoco, pero desde luego se ha demostrado que la gestión privada es más barata que la pública. Curiosamente, uno de los que defendió esta idea fue el propio don Philippe cuando los socialistas privatizaron las empresas públicas en los primeros años de su Gobierno. Es verdad que antes los socialistas habían insistido en que la telefonía, la energía y los demás servicios públicos debían ser suministrados por empresas estatales, y después dijeron lo contrario, pero eso no demuestra nada, salvo el escaso aprecio de los políticos en general, y de los socialistas en particular, por la lógica.
Y la lógica de Philippe Filése invita a una conclusión sugerente. Supongamos que lo que dice fuera verdad. Supongamos que fuera indiscutiblemente cierto que la sanidad pública fuera más barata que la privada. Supongamos que el Estado fuera mejor y más barato que el mercado. Entonces, ¿por qué nos obligan a pagarlo? ¿Por qué nos fuerzan a elegir algo que nos aseguran que por lógica elegiríamos voluntariamente si pudiéramos hacerlo?