Más reformas, menos impuestos y más recortes de gasto. Ésta es la receta que los expertos del FMI creen que se debió aplicar en Grecia. En su opinión, no se hizo y por eso la recesión se ha agravado.
Y sí, los chicos de Christine Lagarde creen que ha podido haber un ajuste excesivo. Pero no por el lado del gasto público o del tamaño del Estado. En absoluto. En esto son claros y aseguran que se tenía que haber ido mucho más allá. El problema es precisamente que el intento de consolidación fiscal se hizo principalmente aumentando los impuestos. Y ha fallado.
Desde que empezó la crisis, economistas y periodistas equiparan los dos tipos de medidas como si fueran iguales. Quizás se deba a que el economista más famoso del siglo XX, John Maynard Keynes, unió ambos conceptos al hablar de políticas de estímulo. Podría parecer que da lo mismo equilibrar las cuentas públicas a base de recortes de gasto que con subidas de impuestos. En estos tiempos que corren, a ambas soluciones se les llama "austeridad" o "ajustes" o "recortes". Aunque ni en sus resultados, ni en su concepción, ni en los incentivos que lanzan a los agentes económicos tienen casi nada que ver.
El informe
Hacía tiempo que un informe no daba tanto que hablar. El miércoles, The Wall Street Journal publicaba un artículo acerca de un misterioso documento del Fondo Monetario Internacional (FMI). Según el diario norteamericano, los responsables del programa de rescate a Grecia habían enviado a la dirección del FMI una evaluación "estrictamente confidencial" de cómo se había desarrollado el plan de ayuda al país heleno desde 2010 hasta la actualidad.
La noticia comenzó a extenderse como la pólvora. Según esta información, el FMI reconocía graves "errores" en su gestión de la crisis griega. Las previsiones en las que se basaron allá por el año 2010 estaban "equivocadas" y habían subestimado el efecto de las medidas propuestas. Incluso, admitían que el multiplicador fiscal había sido en este caso mucho mayor a lo esperado: es decir, que había sido más contractivo de lo que se calculó en los documentos oficiales presentados al comienzo de la crisis. Como era de esperar, con un contenido tan explosivo como éste, los titulares no se hicieron esperar. Y casi todos los medios de comunicación apuntaron en la misma dirección: el FMi reconocía que se equivocó con las medidas de austeridad que obligó a tomar al Gobierno griego.
Ante la polémica desatada, el organismo decidió publicar sus últimos documentos sobre Grecia, incluido el que se había filtrado al WSJ y una entrevista que el jefe de su misión en Atenas ha realizado para explicar el contenido del informe (pueden verse en su sección de prensa). El problema para aquellos que abominan de la terrible austeridad, y que creían haber encontrado una confirmación de sus tesis, es que el documento no dice lo que ellos dicen que dice. De hecho, viendo algunos titulares podría dar la impresión de que quienes los redactaron no se han leído el informe, sino sólo la noticia del WSJ, que sí habla de "austeridad" en el segundo párrafo.
¿Dónde está la "austeridad"?
Lo cierto es que la palabra "austeridad" brilla por su ausencia en el informe del FMI. En las cincuenta páginas del documento, sólo aparece una vez en el texto principal y otra más en las notas a pie de página, en ambos casos en cuestiones menores. ¿Y entonces de dónde salen estos titulares o la mención del WSJ? Pues en el mejor de los casos hay que suponer que se trata de una interpretación indirecta.
El informe está dividido en siete capítulos que contienen 68 apartados numerados (hay también varios apéndices). Pues bien, en el apartado 21, los autores reconocen que "la caída de la actividad se ha mostrado considerablemente más severa de lo proyectado. (…) un 19% de caída del PIB entre 2009 y 2012 frente al 5,5% previsto". Además, apuntan a que también la tasa de paro se ha disparado muy por encima de lo que podía esperarse. Evidentemente, aquí no se dice nada sobre la austeridad. Sólo se indica que la magnitud de la recesión ha sido mayor de lo anunciado.
Por eso, quizás haya que acudir al apartado 41, en el que los miembros del FMI se detienen en la espinosa cuestión del "multiplicador fiscal" previsto, que creen que era "demasiado bajo", dada la relativa falta de apertura de la economía griega y la carencia de mecanismos de tipo de cambio. En este sentido, admiten que subestimaron el impacto de las medidas de ajuste fiscal. Y a este clavo se agarran todos aquellos que quieren justificar los titulares sobre el supuesto reconocimiento que hace el Fondo de los males de la austeridad. Cada uno podrá dar a este párrafo la importancia que quiera (la mayoría de los medios prácticamente no han ido más allá), pero una lectura detallada del informe ofrece poco margen para sostener esta interpretación.
Tampoco tenían que ir muy lejos. En el segundo párrafo de este mismo apartado 41, los autores afirman que "parte de la contracción en la actividad no estuvo directamente relacionada con el ajuste fiscal", sino con la ausencia de crecimiento en el sector privado, que se debió a la "falta de crecimiento de la productividad" y de "mejoras en el clima de inversión" que se esperaban de las reformas estructurales. Y continúan en el punto 42 cuando advierten de que "en cualquier caso, una profunda recesión era inevitable".
Reformas, impuestos y gastos
De hecho, para encontrar el eje alrededor del que gira todo el documento no hay que irse tan lejos. En el resumen ejecutivo, el equipo del FMI apunta que la mayor parte de las políticas seguidas bajo el programa de rescate al país heleno "han sido apropiadas", pero que, sin embargo, "la capacidad de implementar reformas estructurales fue sobreestimada. (…) Hay importantes lecciones políticas que deben ser aprendidas. La reciente experiencia en Grecia demuestra la importancia de repartir la carga del ajuste a lo largo de todos los estratos de la sociedad".
Este enfoque se repite a lo largo de todo el texto. El problema no ha estado tanto en las medidas propuestas, sino en la falta de voluntad política para llevarlas a cabo. Y en lo referente a la austeridad o los ajustes, el problema ha estado en que la mayor parte de la carga se la han llevado los contribuyentes, por el miedo de la clase dominante a acabar con los privilegios o las posiciones de dominio de los grupos de interés.
Así, en los apartados 25 y 26 se recuerda que a pesar de los recortes de gasto entre 2009 y 2011, fundamentalmente en "sueldos públicos y pensiones", el gasto primario del sector público era "un 4% superior en 2011 al de 2005" y la factura salarial seguía "por encima de la media de la UE". Algo que no es extraño ya que, en el apartado 47, dedicado a los resultados, se indica que "los planes específicos para reducir el número de trabajadores públicos fueron limitados a reemplazar sólo el 20% de las bajas por jubilación y las empresas estatales continuaron estando generosamente pobladas. Mientras, el sector privado sostenía enormes pérdidas de empleo en parte porque los mecanismo de ajuste salarial no se habían liberalizado".
Es más, en lo que hace referencia a las reformas insiste en que "los cambios en el mercado laboral encontraron resistencia" y no aportaron "suficiente flexibilidad". Los mercados de productos y el entorno regulatorio probaron ser "muy resistentes al cambio". Y los resultados de las privatizaciones han sido "decepcionantes".
Y el informe no se queda aquí. En temas tributarios, (puntos 27, 46 y 47) alerta de que "languidece el impulso para una reforma fiscal". De hecho, como decíamos anteriormente, quizás su crítica más profunda vaya dirigida precisamente hacia las enormes subidas de impuestos que han sufrido los contribuyentes griegos:
"En el mix del ajuste parece haber pesado demasiado la parte recaudatoria, dado que la crisis fiscal fue principalmente provocada por el gasto. La burbuja del déficit en la década de los 2000 fue casi en su totalidad debida al incremento en el gasto. Por lo tanto, la proporción de las medidas dirigidas a los ingresos pueden ser cuestionadas. Los cambios fiscales suman la mitad de las medidas tomadas en los dos primeros años del programa".
Se hace difícil sacar la conclusión de que quienes escriben esto están en contra de la "austeridad", entendida como recortes en el gasto de una administración pública hipertrofiada, como es la griega. En cualquier caso, el informe (en inglés) está colgado en la web del FMI, para que todo el que quiera lo lea y saque sus propias conclusiones.