Las previsiones económicas siguen pesando como una losa en la moral del Ejecutivo. La OCDE, uno de los organismos de referencia para la Moncloa, pronosticó este miércoles que la tasa de paro llegará al 28% en 2013, el PIB bajará un 1,7% frente al oficial del 1,3 y el déficit público apenas se moverá de los barómetros actuales. Un auténtico jarro de agua fría, en línea con el ya de por sí dramático cuadro-macroeconómico del Ejecutivo, contra el que Mariano Rajoy se define dispuesto a batallar, pero sin plantear un plan de choque novedoso.
Precisamente, el mismo día que la OCDE pintaba más oscuro si cabe el futuro patrio, la Unión Europea recordaba al presidente que tiene obligaciones que cumplir y, en consecuencia, le puso deberes concretos. Le exigió, ni más ni menos, que una nueva subida del IVA y la gasolina y bajar las pensiones antes de un año. Además, y ya no es una recomendación de pasillos, le instó a profundizar la reforma laboral.
El Gobierno asegura que estudiará el pliego remitido por Bruselas, pero el presidente ya advierte de que en su calendario sólo está prevista una de las tres grandes medidas reclamadas: la "transformación" del sistema de pensiones. "Está en nuestro programa de reformas y es una prioridad para el Gobierno. Estará en el tiempo reclamado, y ahora estudiamos la profundidad del ajuste", explican fuentes del equipo de trabajo que estudia las posibilidades, y que remitirá un documento al Pacto de Toledo. Rajoy pretende que la reforma cuente, al menos, con el apoyo del PSOE, y en este sentido ya se están produciendo contactos.
En lo que no piensa transigir, o al menos así lo asegura públicamente, es en materia de impuestos. "Con absoluta franqueza, no", fue su respuesta en presencia de Werner Faymann, canciller federal de la República de Austria, preguntado por una hipotética subida del IVA. Más al contrario, "a estas alturas hablamos de cuándo vamos a bajar, que lo vamos a bajar, el IRPF, lo que supone un avance significativo".
Tampoco piensa tocar la reforma laboral. El Ejecutivo asegura que a Bruselas "sí le convence" lo hecho hasta ahora y que lo dicho forma parte del "habitual tira y afloja". Sea como fuere, Rajoy se niega a plantear nuevos cambios. "La reforma ha sido una de las mejores decisiones para mejorar la competitividad de la economía española", dijo en rueda de prensa. Y así se desprende del estudio con el que están evaluando su puesta en marcha. Además, destacó, "España ya ha tocado fondo", y ahora toca empezar la recuperación.
Para el presidente, los deberes ya están hechos en su mayoría, a pesar de ese "espíritu reformista" del que saca pecho, y ahora le toca ponerse manos a la obra a la Unión Europea. El Consejo de junio, no se cansa de repetir, es decisivo. Y, en este sentido, contó con el apoyo de Faymann para instar a usar "ya" el fondo europeo de 6.000 millones de euros previsto para los próximos años contra el desempleo juvenil. "Sólo las inversiones garantizan el crecimiento", afirmó, sumándose a la tesis de que "con recortes no se mantiene el poder adquisitivo".
Además, Rajoy insiste en la necesidad de un acuerdo cerrado en materia de unión bancaria. Así se lo dijo en la víspera al francés Fraçois Hollande, convertido ya en aliado natural, y este miércoles al austriaco. "Es crucial que la UE lance mensajes y tome decisiones que sea apreciadas positivamente por los ciudadanos. Debe ocuparse y resolver, con todos los medios e instrumentos a su alcance, los problemas que preocupan realmente a los europeos", argumenta una y otra vez ante sus homólogos europeos.
Sin embargo, en su gabinete, preocupa la catarata de malas noticias. Sin ir más lejos, el dato del déficit del Estado, muy negativo, que se sitúa en el 2,38% del PIB, unos 25.007 millones de euros, con una caída de los ingresos fiscales, impuestos y cotizaciones. Frente a ello, Rajoy insiste: "El Gobierno hará, igual que el año pasado e igual que las comunidades y ayuntamientos, el máximo esfuerzo para cumplir", pero en el Ejecutivo se observan síntomas de preocupación porque, aunque "hay índices positivos, que los hay", los rapapolvos son considerables. "Diga lo que diga Bruselas, nosotros seguimos a lo nuestro, a revertir las previsiones económicas. Tenemos un camino marcado y no nos vamos a desviar", se afirma oficialmente en Moncloa. El presidente se quedó con lo bueno: ahora tiene dos años más para cumplir con el déficit.