Hoy, Primero de Mayo del 2013, los trabajadores no tienen nada que celebrar, no sólo en España, donde las cifras del paro alcanzan más de seis millones. En Francia vamos por el mismo camino. Hoy amaneció el día gris, frío, lluvioso, en plena primavera; me levanto a las seis de la madrugada para participar en el programa radial La Matinale, una de las emisiones más escuchadas en este país. El tema es mi novela La nuit à rebours, publicada por Arthaud, y Cuba, por supuesto, esa Cuba que tienen los franceses en su cabeza, en sus ideales, la Cuba que los asegura de que la revolución siga siendo una solución, y mientras más violenta y más lejana de ellos, mejor. Ça les rassure!
Este es el peor año de François Hollande, dicho sea de paso, o sea, su único año como presidente, y ya es el peor presidente en treinta años, y de toda la historia de la República; los sondeos: por el suelo. Marine Le Pen subiendo cada vez más. Estamos viviendo una Francia de fanáticos y desempleados. La mayoría es gente joven. Abreviando, es un panorama que reconozco muy bien. Lo viví antes en Cuba.
Uno de los periodistas me sale con que en Cuba hay cambios y aperturas, le respondo que Hitler y Stalin también los hicieron. Que no olvide los 500.000 trabajadores que fueron expulsados de sus puestos de trabajo hace solamente un año, con la promesa de que devendrían empresarios privados, y nada de eso se ha cumplido. Nada.
Pero en relación a Cuba ya sabemos la clase de batido de tuercas que tienen en la mente los baby boom y las bombitas de la prensa francesa; no hay rigor, no hay seriedad ninguna. Los cubanos, para ellos, seguimos siendo esos inditos simpáticos a los que les encanta "la fiesta". Y entonces entrevistan al músico de turno para hacerme la contrapartida, que añade risueño que no le interesa la política, que lo suyo "es el amourrrrrr y la fiesta", y vuelven a poner el veintiúnico disco que se conoce la Maison de la Radio, Compay Segundo y su Mayarí de los timbales, como si no existieran Celia Cruz, Cachao, Ñico Membiela, y tantos otros músicos cubanos que son la verdadera música cubana y no esa rimbombancia de música de caballito con babita de viejo verde incluida. Por suerte la entrevista termina bien, porque la cosa anda tan mal en el mundo, que en Cuba parecemos Jauja. Y los acontecimientos lo subrayan.
No se habló de Bangladesh, mira tú, cosa que no me resultó extraña, es el típico accidente inesperado que la prensa no puede catalogar de nada. No, no se habló de esos trabajadores mal pagados y maltratados de Bagladesh, dado que estamos hoy precisamente celebrando el día de los trabajadores, que tal como hemos visto que ha ocurrido en Bangladesh, más bien estaríamos celebrando el día de los esclavos. Una cifra alarmante de trabajadores, estimados lectores, que murieron aplastados bajo los escombros de una fábrica en ruinas, no significa nada para nadie. ¿Dije trabajadores? Perdón, no, esclavos. Esclavos en pleno siglo XXI, pésimamente pagados, que arriesgaron y perdieron sus vidas dentro de un edificio ruinoso, sin ninguna seguridad garantizada para el trabajador. Son, eran eso, esclavos.
El otro día vi la noticia en los canales de televisión franceses y la contrasté luego con el canal español. El canal francés informó que las marcas para las que trabajaban esos esclavos eran Mango, Zara, y unas cuantas más... En el notidiario español obviaron mencionar las marcas, o sea, desinformaron. Les pagan para eso, para desinformar. Claro, eran marcas muy famosas, españolas. El dueño de una de ellas es uno de los hombres más ricos del mundo. Mientras que en España no cesa de montar el número de desempleados, este empresario español, del que a cada rato leo reportajes elogiosos en El País, el periódico de izquierdas, contrata manos esclavas en Bangladesh, que mueren a montones, como hemos podido ver, igual que en una guerra.
No me puse a revisar las etiquetas de las vestimentas de los que esta mañana estábamos en La Matinale, tal como hacía esa americana despreciablemente castrista, Estela Bravo, cuando nos veía en el Icaic vistiendo alguna ropita diferente del uniforme que nos vendían por la libreta de racionamiento, pero seguramente, incluida yo misma, todos estábamos uniformados con alguna prenda de Zara, de Mango, o de cualquiera de las otras marcas en cuestión.
Eh, bien, sí, esto es una guerra, de amos, capataces, contra esclavos, y nosotros estamos contribuyendo a esa guerra sin cuartel, cada vez que pagamos un trapo ridículo de esos que se te destroza en dos máquinas de lavar, y cuya publicidad nos venden Penélope Cruz y su hermana, dos chicas de izquierdas.
Eso es lo que trajo el barco. En fin, feliz día de los trabajadores, perdón, de los desempleados y de los esclavos. Se estima que en día de hoy, la mayor manifestación en Francia, la lidere Marine Le Pen. Los demás están todavía atónitos frente sus pantallas de computadoras fabricadas en China (en cualquier momento las empiezan a fabricar en el Puerto de Mariel en Cuba), vestidos con sus vaqueros y camisetas también fabricados por esclavos tuberculosos en China, pagados a un dólar la jornada (mejor pagados que en Cuba, por cierto), descubriendo las fortunas de socialistas comprando apartamentos al por mayor, y de la "derechona" (¡ay, Umbral!) vendiendo cuadros estimables a millones y millones de euros. ¡Viva el día de los ladrones, de los esclavistas, de los negreros!