"No se puede crear empleo con seis trimestres sucesivos de recesión". Con estas palabras, Fátima Báñez certificaba este lunes en el Senado lo que muchos consideran como la capitulación del Gobierno en materia de mercado laboral. La economía española no crece y las previsiones son que no crecerá en los próximos años. Por eso, si se mantiene la tendencia prevista por la ministra de Empleo, tampoco es previsible que veamos un descenso del paro significativo antes del final de la década.
España tiene un 27% de paro. Y el Gobierno no prevé que baje del 25% antes del final de la legislatura. Si Báñez tiene razón, esto condenaría a toda una generación de españoles, que no verían un mercado laboral mínimamente eficiente durante una buena parte de su vida activa. Imaginemos a un chico que acabó su carrera con 25 años en 2008 y sólo ha podido trabajar unos pocos meses en algunos trabajos temporales mal remunerados. Lo que le están diciendo, desde el Ministerio y desde los gabinetes de expertos, es que antes de 2020, cuando esté cerca de los 40, mejor que no se haga muchas ilusiones.
Este lunes, apenas unas horas después de la comparecencia de la ministra, Juan Velarde, uno de los mejores economistas del último medio siglo, respondía a las preguntas de Luis Herrero en En Casa de Herrero, con una duda flotando en el ambiente: "¿Hay alguna esperanza para el mercado laboral español?" En su opinión, tenemos que tener en cuenta que en la actual situación necesitaríamos un "crecimiento del dos y pico del PIB" para empezar a salir del paro.
Es más, como recuerda Velarde, la llamada Ley de Okun (por el economista americano que la enunció por primera vez) anticipa que para generar empleo de forma sostenida, una economía tiene que crecer entre el 2,5 y el 3%: "Es imposible aumentar el empleo así por las buenas".
Y esto qué quiere decir, ¿que los parados españoles tienen que renunciar a toda esperanza? Sí y no, depende de lo que se haga a partir de ahora. Como explica Velarde, "el que no se dedique a cambiar la estructura productiva no tiene nada que hacer". Por eso, reclama al Gobierno reformas en profundidad, muchas de ellas ya anticipadas, pero no aprobadas o aprobadas sólo a medias: emprendedores, unidad de mercado, liberalizaciones de servicios, etc...
Porque esta dramática situación tiene dos caras. Por un lado, si no hacemos nada está claro que no crearemos riqueza. Pero por otro, como explica Velarde, "si se flexibiliza mucho el mercado laboral" y se hacen otras reformas que actúen sobre el "mecanismo productivo" (es decir, sobre la competitividad de la economía española), España podría comenzar a generar empleo con tasas cercanas al 1%.
¿Y cuál es el papel del Gobierno de Mariano Rajoy en todo esto? Según Velarde, es cierto que "algo ha hecho, pero tiene que seguir haciendo mucho más". O lo que es lo mismo: quizás las medidas vayan en la buena dirección, pero se quedan demasiado cortas enfrentadas a la magnitud de los retos de la economía española.
Por comparar dos situaciones muy diferentes. En España, del año 1995 al 2007, se generaron casi 8 millones de puestos de trabajo, pasando de 12,5 millones de ocupados a más de 20 millones. Esto se consiguió con un crecimiento del PIB medio del 3,5% anual. Esto quiere decir que se crearon unos 600.000 empleos al año o algo menos de 180.000 empleos por punto de PIB.
Teniendo en cuenta que la tasa de paro es del 27% y el número de desempleados supera los 6.000.000 millones, para volver a unas cifras similares a las alcanzadas a mediados de la década de los 2000 con este crecimiento, necesitaríamos casi dos décadas.
¿La solución?
Como apunta Velarde, es doble: por una parte, crecer más, con una estructura productiva más eficiente. Por otro, generar más empleo desde ya, con un mercado laboral más flexible.
Este lunes, Báñez ha echado balones fuera, como si nada de esto tuviera que ver con ella, pero su reforma laboral todavía tiene mucho recorrido, especialmente en el tema del coste del trabajo y en la dualidad. La pregunta es si el Gobierno se atreverá a enfrentar el coste político.
Para Velarde, la cuestión está clara: "Hay que ser duro y ser implacable, pero esto significa quizás que haya más manifestaciones en la calle y hay que procurar no tener miedo. La valentía, a mi juicio es importante en política".