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EDITORIAL

Rajoy insiste en el error de traicionar a sus electores

El 'keynesianismo ambiental' al que Rajoy se pliega en el ámbito económico y su falta de coraje político condenan España al estancamiento, cuando no a la decadencia.

Como si se tratase de un socialista contrariado por el hecho de que la crisis económica no le permite desarrollar la política de gasto público que a él le gustaría, el presidente del Gobierno ha comparecido este martes para anunciar unos recortes en el gasto de las Administraciones Públicas menos ambiciosos –según él mismo ha señalado– que los aprobados en 2012... y para que nos vayamos olvidando de su promesa de bajar los impuestos en 2014, tal y como dijo en 2011 que haría tras incumplir su compromiso electoral de no subirlos. De hecho, Mariano Rajoy ni siquiera ha descartado aumentar aún más la presión fiscal con la excusa de que "todo depende de las previsiones".

Se supone que quien se presentó a las elecciones bajo unas siglas que –se supone– representaban el ideario liberal-conservador y prometiendo austeridad, suprimir duplicidades, reducir el déficit público por la exclusiva vía de la reducción del gasto público y privatizar o clausurar empresas y televisiones públicas era un claro y orgulloso partidario de recortar el gasto público. Sin embargo, Rajoy ha manifestado que "hacer recortes de gasto público no le gusta a nadie", expresión que delata perfectamente sus ideas sobre el sobredimensionado sector público, que está asfixiando las posibilidades de recuperación económica.

Lejos de pinchar la burbuja estatal y de someter el sector público a una cura radical de adelgazamiento, Rajoy recorta el gasto sólo lo imprescindible para no perder la posibilidad de seguir endeudándonos por falta de acreedores. A pesar de que la prima de riesgo de la deuda soberana todavía está muy por encima de los niveles que alcanzó con Zapatero, el Gobierno del PP se muestra optimista con el demencial ritmo de endeudamiento, a precios últimamente más bajos.

Rajoy predica la austeridad y las reformas, pero no las practica. Desde que llegó a la presidencia del Gobierno, ha demostrado que carece de convicción y coraje para llevar a cabo una política liberal y auténticamente alternativa a la que adoptó Zapatero. Y para qué hablar de su falta de coraje para embridar a autonomías y ayuntamientos, parte esencial de nuestro insostenible sector público.

Los desastrosos resultados a los que aboca la política con la que Rajoy está tracionando y al mismo tiempo desacreditando el ideario liberal-conservador de su partido le obligarán a reducir sus previsiones de crecimiento –tal y como ha tenido que hacer este mismo martes–, pero parece que no le van a sacar del fatal y decisivo error de pensar que España "no tiene un problema estructural" en sus cuentas públicas, sino sólo uno "coyuntural".

El keynesianismo ambiental al que Rajoy se pliega en el ámbito económico y su falta de coraje político condenan España al estancamiento, cuando no a la decadencia.

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