El Gobierno no quiere grandes titulares sin tenerlo todo atado y bien atado. La discrecionalidad se ha convertido en marca de la casa, más aún si se trata de la negociación del déficit público. Este mismo lunes, habrá en Hacienda una reunión técnica con las comunidades autónomas, pero no se informará de su contenido para favorecer ese clima de puertas cerradas.
"Sosiego, tranquilidad y discreción" frente al "exhibicionismo o la notoriedad", se reafirmó Mariano Rajoy este martes frente a las críticas por la opacidad de sus encuentros. De hecho, avanzó que había mantenido recientes contactos telefónicos con barones autonómicos, aunque no dio nombres ni apellidos.
Cristóbal Montoro está decidido a elevar la cifra de déficit a aquellas regiones que están teniendo más dificultades para cumplir, con el gravamen de que apenas tienen para pagar las facturas. Algunas rozan la quiebra. Cataluña, Valencia, Región de Murcia e Islas Baleares serían las beneficiadas. Las dos primeras son las que más preocupan al gabinete, cuya situación es extrema. En el caso catalán se mezcla, además, el pulso independentista.
"A estas alturas no hay cifras, hay diálogo", tuvo que salir el paso al ministro, después de que se filtrara que Hacienda estudia elevar al 2% el objetivo al denominado arco mediterráneo. "Carece de fundamento", se quejó, a pesar de reconocer los contactos, hasta la fecha individuales, que seguirán el lunes con representantes de todas las comunidades.
El Gobierno quiere evitar por todos los medios las filtraciones. "Estamos en un momento de llamadas de teléfonos, de reuniones. No debemos airar cifras que todavía no son oficiales", admiten. Entre otras cosas, porque la crisis dentro del PP, para nada resuelta, podría volver a agudizarse. Las regiones cumplidoras, como Madrid, Aragón o Galicia, reclaman un objetivo igual para todos los territorios o, por lo menos, no verse perjudicadas "porque otras no hagan los deberes", en palabras de un consejero consultado.
El objetivo del Ejecutivo pasa por intentar que ninguna de las partes acabe estallando, y dar la imagen a Bruselas de que España va a seguir cumpliendo con la senda. Esta idea es fundamental. "No puede haber dudas de que nos vamos a relajar", dicen. Por eso, reiteran la necesidad de esperar a que se cumplan los tiempos: "No hay cifras cerradas para nadie", se encargó de recordar Montoro, toda vez Bruselas todavía no ha confirmado una nueva cifra para España en su conjunto.
El Gobierno trabaja con la idea de que la UE abrirá la mano hasta el 6%. Tal vez se resista un poco y lo deje en el 5,8%. También ofrecerá más tiempo para llegar a la meta, según su lectura. Pero, hasta entonces, "sigue siendo válido lo establecido en el programa de estabilidad". Esto es, un 4,5% para el país y un 0,7% para las comunidades.
Hasta que las instituciones comunitarias no oficialicen el cambio, el Gobierno negociará, cogerá el teléfono e intentará avanzar lo máximo con las comunidades, pero siempre desde la ley del silencio. Una vez haya nueva cifra, será cuando se convoque el Consejo de Política Fiscal y Financiera y se anuncien los nuevos datos. Antes, en Génova, Montoro se reunirá con los consejeros del PP para intentar cerrar una fotografía de unidad que hoy parece difícil.