Posiblemente no ha habido ningún político en España que haya presumido tanto de liberal como Esperanza Aguirre. Mientras la izquierda, mediática y política, la atacaba sin cesar y la presentaba como el gran ogro que quería acabar con los servicios públicos, perjudicando a los pobres para favorecer a los ricos, ella se mantenía firme en unos principios que la llevaron a ganar tres elecciones, tras convertir a la Comunidad de Madrid en la región más próspera del país, con unas cuentas públicas equilibradas y una economía mucho más sólida que la del resto de las autonomías.
Ahora, Aguirre ya no está en primera línea de la política y eso le hace hablar, si cabe, con más libertad. Este martes, por ejemplo, daba un discurso para la Fundación Libertad, en Rosario. Y en la ciudad argentina, la todavía presidenta del PP madrileño se ha reafirmado en sus principios liberales, con un mensaje claro: la crisis no la trajo la libertad, sino el intervencionismo, y no serán los políticos los que nos sacarán de ella, sino los hombres y mujeres libres, trabajadores y empresarios, con su esfuerzo, dedicación y talento.
En Argentina, un país que ha ocupado las portadas de la prensa internacional por culpa del intervencionismo de su Gobierno, Aguirre ha recordado que, más de veinte años después de la caída del Muro de Berlín, "la utopía liberal" no se ha hecho realidad. Es más, "el virus del totalitarismo sigue vivo" en América Latina. Por eso, hay que estar atentos, ante una crisis que está golpeando España con "una virulencia inusitada", poniendo a prueba a los defensores de los "valores liberales".
En este sentido, la expresidenta de Madrid ha defendido que no fue la libertad, sino el intervencionismo, el que ha provocado la crisis en la que ahora nos vemos involucrados. Por eso, ha pedido acabar con esa falsa creencia de que hay que permitir que las decisiones de los individuos sean tomadas por "burócratas que carecen de la capacidad y la ética necesaria para sustituir a los ciudadanos en la toma de decisiones".
Y no se ha quedado ahí. En un final tremendamente significativo, Aguirre ha presentado un auténtico programa de Gobierno para salir de la crisis. Un programa, por cierto, muy diferente al que está aplicando Mariano Rajoy desde que llegó a La Moncloa. De hecho, la líder del PP en Madrid ha pedido "menos impuestos, menos subvenciones y no salvar a los bancos".
Éstas son las frases más destacadas de su intervención (pueden ver el discurso completo en el documento adjunto):
"Desgraciadamente, les dije entonces, esa utopía liberal -en la que creímos en 1989- no se había hecho realidad: Por el contrario, el virus del totalitarismo había mutado y continuaba vivo, bajo las formas del fundamentalismo islámico, de los nacionalismos exacerbados o del populismo demagógico. Además de continuar vivo en la dictadura más antigua de América Latina, en la dictadura comunista de los Castro en Cuba".
"Si por algo nos distinguimos los liberales es por la tolerancia hacia las ideas que no son nuestras y por estar siempre dispuestos a contrastar y debatir nuestras tesis y nuestros argumentos con los de nuestros adversarios. Porque los verdaderos liberales nunca excluimos la posibilidad de admitir que nos equivocamos si se nos demuestra con hechos y con argumentos (no con gritos, escraches o pedradas) que nuestras tesis son erróneas".
"Sólo los dioses o los ángeles (y aun esto es dudoso) tendrían capacidad y ética suficiente para tomar las decisiones adecuadas para todos y cada uno de nosotros. Pero los gobernantes (lo sé por propia experiencia) no somos ni dioses ni ángeles. Tampoco somos demonios. Sólo somos seres humanos. Y nos equivocamos. Los buenos, con la mejor de las intenciones, de los malos, mejor no hablar".
"Es evidente que, al echarnos las culpas a los liberales, nuestros adversarios, los intervencionistas y los partidarios de que el Estado esté cada vez más presente en nuestras vidas, consiguen dos objetivos: el primero, obsequiarnos con una edición corregida y aumentada de su medicina favorita: intervencionismo y burocracia, que son el caldo de cultivo para la corrupción, la prepotencia y la disminución de las libertades. Y el segundo, callarnos y ponernos a la defensiva".
"Porque mientras tratamos de desatar esos nudos gordianos, mientras creemos que estamos participando en un debate serio y honesto sobre cuáles son las mejores políticas y dedicamos nuestros esfuerzos a rebatir educadamente sus eslóganes, ellos se dedican a lo que mejor saben hacer: vender humo al por mayor. El humo de que el liberalismo y las políticas liberales han fracasado porque son, al decir de ellos, las causantes de la crisis. Y es que se trata de predicar, además de con la palabra, con el ejemplo. Porque de las crisis no se sale subiendo los impuestos, sino bajándolos".
"De las crisis no se sale regulando todavía más los mercados financieros (cuanto mayores son las regulaciones, más catastróficas son las crisis), ni salvando a bancos quebrados con dinero del contribuyente, sino dejándolos quebrar y dejando a los ciudadanos elegir la moneda en que quieren cobrar su salario o sus rentas. De las crisis no se sale con más subvenciones a los sectores económicos en declive, sino ofreciendo mejores condiciones y más seguridad jurídica a quienes quieren invertir en nuevos proyectos. De las crisis no se sale ahuyentando la inversión extranjera con la expropiación de las empresas más prósperas del país, sino atrayendo nuevas inversiones. De las crisis no se sale subvencionando el desempleo, sino mejorando la educación y la capacitación profesional.