Son muchos los inversores (pequeños y grandes) que se han preguntado alguna vez, cuáles son los parámetros, herramientas o índices que manejan y consultan los grandes gurús de la inversión para tomar sus decisiones. Personajes como Warren Buffett o Francisco García Paramés despiertan envidia con cada nuevo éxito en sus operaciones.
Aunque normalmente el público asocia la inversión en Bolsa con el corto plazo, las tendencias o los precios de referencia, lo cierto es que los inversores que durante más tiempo han mantenido grandes rentabilidades se acercan al mercado con unas herramientas y un paradigma completamente diferente: el Value Investing, es decir, la Inversión en Valor.
Ahora, por primera vez en España, una escuela de negocios ha elaborado un programa en el que se enseñan estas herramientas y cómo emplearlas para lograr el éxito en los parqués. La dirección académica y los profesores del centro de estudios superiores Online de Madrid Manuel Ayau, OMMA, han estudiado durante años estas técnicas y las han aplicado en su vida profesional con excelentes resultados.
La inversión en valor
La clave de la inversión en valor reside en analizar los llamados "fundamentales" de las empresas cotizadas. La decisión de inversión no se fundamenta en una supuesta tendencia del mercado a corto plazo o en soportes o resistencias para el precio de una acción. Su planteamiento es analizar lo que una empresa vale de acuerdo a sus activos, cuota de mercado, conocimiento del sector, equipo directivo o valor de su marca; y comparar esta cifra con el precio de mercado que establece su capitalización bursátil. De esta manera, si una compañía esta infravalorada por el mercado es una inversión atractiva, porque a medio plazo su precio tenderá a acercarse a su valoración, si ésta se ha hecho de forma correcta. Eso sí, no es un tipo de inversión que asegure beneficios a corto plazo, aunque sí ha servido de base a algunos de los más exitosos gurús de la bolsa del último medio siglo.
Quizás el ejemplo más conocido de inversor en valor sea Warren Buffett. El cuarto hombre más rico del mundo siempre se ha ceñido a este tipo de estrategia: valores sólidos, compañías con buenos fundamentales, sectores que conoce,... En este sentido puede encuadrarse su última gran operación, la que realizó el pasado mes de febrero, cuando dio un golpe de efecto al anunciar un acuerdo con el multimillonario brasileño Jorge Paulo Lemann de 3G Capital para apoderarse de uno de los iconos americanos por excelencia, el ketchup Heinz por 23.200 millones de dólares.
Después de estudiar con Benjamin Graham en Columbia Business School, Buffett se ofreció a trabajar para sociedades de inversión en su antiguo profesor, Graham-Newman Corporation, con quien no logró trabajar hasta después de varios años de insistir en su afán de entrar en su cuenta como inversor. Cuando Graham se retiró, Buffett regresó a Nebraska para lanzar su propia compañía. Para entonces, Buffett había asimilado las líneas básicas de la inversión en valor. Esto, unido a un talento natural para la toma de decisiones, le llevó en 1962 a comprar de acciones de una empresa textil que llamada Berkshire Hathaway. Buffett ha llegado a decir que fue el valor más insignificante de los que adquirió y lo cierto es que esta empresa hace tiempo que se despojó de sus productos textiles y en la actualidad le sirve exclusivamente como vehículo de inversión.