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Bankia, año cero

Goirigolzarri limpia el consejo y sanea las cuentas con la ayuda pública. La incógnita, ¿cuál será el papel del Gobierno como accionista?

Goirigolzarri limpia el consejo y sanea las cuentas con la ayuda pública. La incógnita, ¿cuál será el papel del Gobierno como accionista?

"La solvencia de Bankia no es inferior a la de ningún banco de este país". A José Ignacio Goirigolzarri le costará hacer llegar este mensaje al público. Las malas noticias asociadas al nombre de su entidad menudean desde hace meses y no tiene pinta de que vayan a terminar pronto, al menos mientras siga abierto el juicio que se desarrolla contra su anterior directiva.

Sin embargo, las palabras del presidente del grupo BFA-Bankia son completamente lógicas. Sea lo que sea lo que haya ocurrido en los últimos años, lo cierto es que ahora mismo, ni el balance, ni la propiedad, ni la gestión ni el plan de futuro del banco tienen nada que ver con los que había en mayo, cuando se hizo cargo de la nave. El Gobierno, con el dinero del rescate bancario de Bruselas, ha inyectado casi 18.000 millones de euros. A esto hay que sumar los 4.465 millones que metió el Frob en mayo del 2011. El objetivo de estas dos inyecciones de dinero era sanear la entidad. Y en teoría, se ha conseguido.

Los clientes y depositantes pueden estar tranquilos. Nunca desde su fundación en 2010 fue la situación financiera de BFA-Bankia tan sólida como en este momento. Sí, es cierto que BFA-Bankia presentó unas pérdidas de más de 20.000 millones de euros hace apenas un par de días. Pero eso también pertenece al pasado. Ese dinero ya se perdió y el agujero ha sido taponado con el dinero de la UE.

Eso sí, esto no se ha conseguido por arte de magia, sino cargando un enorme peso de casi dos puntos del PIB sobre las espaldas de los contribuyentes españoles, que son los últimos garantes del préstamo ante Bruselas y que probablemente querrán recuperar su dinero. Por eso, partir de ahora, Goirigolzarri y su equipo tienen por delante un nuevo reto. Hacer que una entidad que en teoría ya está saneada, comience a generar valor.

¿Cuánto? Pues el suficiente como para vender la participación del Estado por, al menos, esos 18.000 millones de euros que se le han inyectado este año (los 4.465 millones que puso el Frob en 2011 ya casi se dan por perdidos). ¿Lo conseguirán? El jueves el presidente aseguró que sería su principal objetivo en el próximo lustro. La nueva Bankia ya está en marcha: 2013 será su año cero.

El nuevo balance

Evidentemente, el primer paso para sacar adelante una entidad financiera es sanear su balance. Y eso parece que, aunque a duras penas, se ha conseguido. Entre la inyección de dinero público, el traspaso del 90% de su cartera inmobiliaria a la Sareb, las amortizaciones y el canje de títulos por acciones, lo que ha quedado son unas cuentas bastante solventes.

Así, el total de crédito promotor ha caído hasta representar apenas el 3,6% de la cartera de la entidad (desde un 17,2% a finales de 2011), con una tasa de cobertura del 44,8%. Además, las participaciones en empresas cotizadas están ajustadas en balance a precio de mercado.

Desde el punto de vista de la liquidez, el grupo BFA-Bankia presenta activos líquidos por valor de 40.300 millones de euros, mientras que los vencimientos mayoristas en cartera apenas alcanzan los 45.000 millones, de los que 34.900 tienen su fecha de cumplimiento antes de 2018. Es decir, que sólo con los activos fácilmente disponibles cubrirían todas las necesidades de los próximos cinco años. Con todos estos datos encima de la mesa, Goirigolzarri presume de una solvencia a prueba de bombas, con un Coer Tier 1 EBA tras la ampliación de capital que llegará al 9,5%.

En el lado negativo, dos cifras destacan por encima de cualquier otra. En primer lugar, aparecen los 14.526 millones de euros de depósitos de clientes que se han marchado a lo largo del año 2012 y que suponen una caída del 12,8% respecto a un año antes. Y en segundo término, el 13% de morosidad que presenta Bankia, incluso tras el saneamiento del último ejercicio y el traspaso a la Sareb. A su favor, en la entidad destacan que los activos dudosos tienen una tasa de cobertura que alcanza el 62%.

El nuevo equipo

Cuando José Ignacio Goirigolzarri llegó a la presidencia de la entidad, una de sus obsesiones fue despolitizarla. No era una tarea sencilla. Al fin y al cabo, BFA-Bankia no es más que el resultado de la fusión de siete cajas de ahorros (CajaMadrid, Bancaja, Caja Rioja, Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caja Segovia y Caixa Laietana).

Como en casi todas las demás entidades financieras públicas, los políticos dominaban a su antojo el Consejo de Administración. Así, un simple vistazo a la lista de consejeros que han sido encausados en el juicio contra la entidad permite comprobar que la mayoría de ellos provenían del sector público y que fueron nombrados no por su competencia profesional sino por su cercanía a partidos, sindicatos, patronal y otras instituciones con peso en las cajas.

Los problemas en la gestión fueron evidentes y a estos se sumó la pésima imagen que se transmitía a la sociedad. Por eso, una de sus primeras decisiones fue destituir al anterior consejo y nombrar un nuevo equipo completamente renovado y mucho más reducido que el de la anterior etapa. Así, frente a las más de 30 personas del comité de dirección de la Bankia pre-intervención, el actual Consejo de Administración tiene apenas diez miembros, contando al propio Goiri: José Sevilla, Joaquín Ayuso, Javier Campo, Eva Castillo, Jorge Cosmen, José Luis Feito, Fernando Fernández, Alfredo Lafita, Álvaro Rengifo.

Y lo más importante no es el número, sino el perfil. Desde la entidad, aseguran que es un consejo "muy profesional" que garantiza que las decisiones que se tomen sean por motivos exclusivamente técnicos. Para conocer su éxito o fracaso habrá que esperar unos meses pero, al menos por el momento, lo cierto es que en el CV de sus miembros menudean los cargos en banca, consultoría o dirección de grandes empresas.

En el día a día de la entidad, el núcleo duro lo forman José Sevilla, director general de presidencia (la mano derecha de Goiri); y Antonio Ortega, director general de Personas, Medios y Tecnología. Ambos llegan de BBVA y tienen la total confianza de su presidente. Junto a ellos, Juan Carlos Estepa, director de Riesgos y Recuperaciones, e Iñaki Azaola, director de Auditoría, intentarán que no vuelva a haber sorpresa con los números.

Nuevo propietario

Pero sin duda alguna, la principal novedad de la nueva Bankia es de la que casi nadie quiere hablar: su propiedad. Lo primero que hay que recordar es que el Frob (es decir, el Estado) es propiedad del 100% de BFA.

En estos momentos, BFA posee el 48% de Bankia. El otro 52% está en manos de sus accionistas. Ahora queda por dar el último paso del proceso de saneamiento, convertir los 10.700 millones de CoCos emitidos por Bankia y en poder de BFA en acciones de Bankia. Cuando este canje se realice, la participación de la matriz en el banco crecerá hasta el 80% aproximadamente.

Y claro, que la cuarta entidad financiera más importante de España tenga 4/5 partes de su capital en manos del Estado provoca inquietud en muchos ámbitos. Tanto desde el Gobierno como desde Bankia se asegura que no habrá ningún tipo de interferencia en la gestión diaria, y recuerdan que lo último que quiere Bruselas (que al fin y al cabo es quien ha puesto el dinero) es que se mezclen política y decisiones empresariales.

El problema es que las experiencias pasadas no auguran nada bueno en este sentido. De hecho, ya se está hablando en ciertos círculos de integrar al resto de las cajas en dificultades (Catalunya Banc o Caixanova) dentro de la estructura de Bankia, creando un gran banco público que facilite el crédito que no fluye por el resto de la economía.

Y no sólo está en juego el negocio diario del grupo. Hay que recordar que BFA-Bankia posee una importantísima cartera industrial que incluye participaciones en Iberdrola (5%), Indra (20%), Metrovacesa (19%), SOS (18%), Realia (27%), NH (10%) o IAG (12%). En teoría, las provisiones realizadas para anotar esta cartera en el balance a precio de mercado anticipan su venta. Ya no hay motivo para que Bankia mantenga estas participaciones.

Pero la realidad el proceso de desinversiones casi no se ha iniciado. Y muchos recuerdan que, por ejemplo, el Estado español es, a través de Bankia, el mayor accionista de IAG, el grupo del que forman parte British Airways e Iberia. En un momento de enorme tensión, con un proceso de reestructuración abierto que cuenta con la oposición del Gobierno, será complicado que no se hagan sentir las presiones correspondientes. Pero buena parte del futuro de la entidad financiera reside precisamente en la credibilidad que le da la independencia de su nuevo equipo gestor. Sólo el futuro dirá cuál de todas estas fuerzas en juego acaba imponiéndose.

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