Hace apenas un año, el 21 de febrero de 2012, en un encuentro con la Asociación de Periodistas de Información Económica, el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), Miguel Martín, se declaraba a favor de la dación en pago, pero eso sí, de forma voluntaria, aduciendo que se hiciera "por razones humanitarias o las que quieran". Es decir, con esta voluntariedad, en el fondo lo que afirmaba era lo contrario, estar en contra. La puesta en marcha meses más tarde del código de buenas prácticas, de aceptación voluntaria, lo demostró, ya que aunque la mayoría de los bancos lo aceptaron rápidamente se aplicó en muy pocos casos. Miguel Martín hace 12 meses lo dejó muy claro: "no es lógico que para ayudar una familia haya que modificar el mercado".
Esta frase es toda una declaración de principios. La dación en pago en materia hipotecaria, propuesta en la Iniciativa Legislativa Popular (que pide además la paralización de los desahucios y el alquiler social), tiene toda la oposición de la banca bajo el argumento que distorsionaría el mercado, algo en un primer lugar cuestionable. En el caso de que "alterara" la cuenta de resultados de las entidades financieras, no dejará de serlo por un error de ellos mismos, una sobreexposición del riesgo que se fue generalizando con productos más baratos (bajando diferenciales para ganar cuota) y más agresivos (con plazos de hasta 50 años y financiando hasta el 100% del valor de tasaciones infladas) sin que en la mayoría de los casos el cliente supiera a que se estaba enfrentando.
La mayor burbuja, la financiera
En este proceso de concesión de créditos, en el que se incluían otras vías de financiación al consumo tanto en formas de préstamos como en tarjetas, y que acabó con un grave sobreendeudamiento familiar, los bancos tuvieron buena parte de culpa. Las consecuencias las sufren más gravemente los ciudadanos, encontrándose de repente con un parón en la actividad bancaria, como un coche que iba a 100 km/hora frenará en seco. El cliente acaba sobreendeudado y con escasa capacidad de negociación con una entidad que le cierra las opciones. Y lo peor, con una Ley Hipotecaria que no es equilibrada, a pesar de algunos tímidos cambios legislativos.
Lo que queda son miles de situaciones no sólo de impago, sino en la que el bien que es la garantía principal del préstamo, la vivienda, a pesar de la bajada de los precios, no cubre la deuda. Esto provoca que además de perder su casa, tengan una deuda difícil de pagar, y que le condicionen su oportunidad de recuperarse. Por ello, la dación se convierte no en la única solución, pero si puede ser la opción en algunos casos. ¿Por qué a los bancos no les gusta? Pues porque deja al descubierto las hipotecas de alto riesgo que han concedido en la mayoría de los casos, unos préstamos que han sobrepasado topes máximos y que no han tenido en cuenta en ocasiones criterios de riesgos.
Cuando la dación es una alternativa
En muchos países la dación es lo normal. La garantía del préstamo es mi casa y si no puedo pagar, aquí tienes la garantía y adiós deudas. En España no, se puede "perseguir" al deudor más allá de que este tenga la desgracia de perder su vivienda, aunque sea habitual, algo en lo que se centra la Iniciativa Legislativa Popular.
Entregar la casa en dación de pago, puede ser una solución, pero falta otra pieza del puzle. Si pensamos en un mercado hipotecario en el que la dación es común como es Estados Unidos, vemos lo que necesitamos, un mercado inmobiliario más dinámico en el que el alquiler es una opción incluso más utilizada que la compra, y de fácil acceso. En España se puede conseguir, ya que el parque de vivienda vacía es enorme, pero para ello, y al contrario de lo que aseveró Miguel Martín, hay que tener voluntad para "cambiar el mercado".
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