El domingo 7 de febrero de 1993 el PP proclamaba en Madrid a José María Aznar como su próximo candidato a las elecciones durante la clausura del XI Congreso nacional del partido.
En aquel congreso, el PP ya hablaba de privatizaciones y congelación de impuestos. "El PP quiere privatizar las empresas públicas deficitarias para que el Estado, reducido de tamaño, pueda recobrar mayor eficacia", rezaban las crónicas de la época. Además, destacaban asombrados que "sin embargo, una de sus principales apuestas es la congelación de la presión impositiva y su progresiva reducción a medida que el déficit público se vaya controlando". Hasta aquel momento bajar impuestos y consolidar el déficit eran verbos difíciles de conjugar en la misma frase.
Pero meses después el PP presentó su programa electoral, con un marcado carácter económico. Un programa diseñado para embridar el gasto público, reducir el tamaño del estado, liberalizar sectores económicos, atajar el déficit y favorecer la flexibilidad laboral y la privatización de empresas públicas. Para algunos, un programa económico no muy alejado de los principios que destilaba el último programa presentado por los populares para las elecciones de 2011, aunque muy lejos de las líneas básicas de política económica con las que Rajoy sacó pecho el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados durante el Debate sobre el Estado de la Nación.
Programa electoral del PP de 1993
El PP pedía en el 93 una "política económica diferente para resolver la crisis". El diagnóstico de la situación era, curiosamente, parecido al actual: "Algunas de sus causas -de la crisis económica- proceden de más allá de nuestras fronteras... Pero la mayoría de los factores responsables son de índole interna", decía el preámbulo de su paquete de medidas. Además, señalaba que "la crisis puede ser larga -además de profunda- si no reaccionamos con prontitud y acierto". Entre los puntos más destacados del programa electoral del PP de 1993, llaman la atención:
1. Un nuevo modelo de crecimiento económico para la creación de empleo: "El Gobierno del PP se compromete a conseguir un aumento del PIB del 3% en 1995, que se elevaría al 4% en los ejercicios siguientes".
2. Recuperación de la inversión productiva como motor del crecimiento: para lograr esta reactivación diseñaba bajos tipos de interés, baja inflación, contención de costes de producción, supresión de trabas administrativas a la creación de empresas. En cuanto a la inversión pública, hablaba de mayor dotación para la construcción de infraestructuras de abastecimiento de energía, transporte y comunicaciones. Ya decía que "el sector de la construcción es clave para que el conjunto de la formación bruta de capital se recupere en los próximos ejercicios lo que redundará en una holgada creación de empleo".
3. Mejora de la competitividad: Aquel programa diseñado por Aznar y su equipo, creía que el déficit exterior no debía superar el 2% del PIB y proponía "mejorar la calidad" de dicho déficit comercial de forma que "la corriente principal de importaciones sea para abastecer la demanda de inversión". Planeaba revitalizar con mejores infraestructuras e instalaciones al turismo, y también las exportaciones para aumentar su volumen. Por último, en la mejora de la productividad planea la reducción de costes, también de precios e incremento de la calidad mediante la llegada de nuevas inversiones.
4. Hacia el objetivo comunitario de la inflación. Propone controlar la inflación y preservar en la lucha contra la subida de prencios. Una estrategia que no puede "basarse exclusivamente en una restricción monetaria tan severa como la aplicada por el PSOE".
5. Austeridad presupuestaria: reducción del déficit público: Para ello, se proponía "calcular la auténtica dimensión del déficit presupuestario, que seguramente será superior al 6% del PIB" (finalmente fue el 7%). Prometió dejarlo en el 2% al final de la legislatura (no llegó al poder hasta 1996, pero al final de su primera legislatura, el déficit estaba en el 0,9%). El objetivo era la reducción de tipos de interés, "de la que pende la reactivación económica", decía el programa.
Además, dice que "la propia crisis económica y la imperiosa necesidad de mejorar la competitividad aconsejan renunciar a nuevas elevaciones de la presión fiscal". Y añadía "subir los impuestos directos equivale a desalentar el ahorro, la inversión y el trabajo, mientras que la elevación de los indirectos alimenta las tensiones inflacionistas". Para todo ello "el peso de la restricción presupuestaria ha de recaer, por tanto, sobre el gasto público". Pide congelar las plantillas de funcionarios y reducir significativamente el número de altos cargos. También pide la reforma de la Ley General Presupuestaria, restringiendo la posibilidad de incrementar el gasto y la reducción de las subvenciones a empresas públicas. Además, impondría la reducción del volumen de deuda pública.
6. Reforma fiscal al servicio de la inversión y el ahorro. Proponía así una reforma fiscal enfocada a un sistema menos gravoso para los que ya pagan impuestos, con la creación de un estatuto del contribuyente. "En el IRPF hay que proceder a reducir los tipos impositivos, tanto individuales como para unidades familiares. "En la tributación empresarial", sigue el programa "hay que proceder a la reforma de" Sociedades e IAE para que evite la doble imposición y el gravamen del presunto beneficio y no del realmente obtenido. En cuanto al IVA, pedía la reducción del tributo para bienes de primera necesidad del 3% al 1%.
7. Financiación de las Comunidades autónomas. Hacia una mayor corresponsabilidad fiscal. En su programa pedían "corresponsabilidad, de forma que los gobernantes autonómicos se responsabilicen ante los ciudadanos de la exigencia de los impuestos necesarios para financiar el gasto público que ofrecen a cambio". También habla el programa de "solidaridad, de manera que el sistema colabore al equilibrio regional".
8. Privatizar para mejorar la eficiencia de algunas empresas públicas. Así, recoge en el programa una firme "política de privatización, que explicitara claramente sus objetivos". Algo que "resultaría beneficioso tanto para los consumidores finales como para directivos y trabajadores, para los que se abrirían nuevos horizontes de desarrollo profesional".
Otras reformas
Aquel programa recogía otras medidas destacadas como la reforma del mercado de trabajo hacia un sistema más "ágil y moderno" que incluía la elaboración de una "Ley de Huelga que garantice a la comunidad el mantenimiento de los servicios esenciales". También habla del "fomento del ahorro" y de un plan especial para las pymes y el pequeño comercio.
Muchas de estas medidas terminaron quedándose en el tintero cuando el PP tuvo la responsabilidad de gobernar, como la corresponsabilidad fiscal de las CCAA o la Ley de Huelga. Pero cuando lo hizo, sí tomó otras de gran importancia, como lo fue la reducción de impuestos, la fuerte reducción del gasto público, la flexibilización del mercado de trabajo, hasta que dieron marcha atrás, o la privatización de grandes empresas públicas.
Un programa económico capitaneado por José María Aznar y con unas profundas raíces liberales que abanderaban personajes como Esperanza Aguirre, Rodrigo Rato, José Barea, Juan Velarde, Vidal Quadras o Ángel Acebes. Un programa económico, muy alejado de las medidas anunciadas y reconocidas por Rajoy en el pasado Debate sobre el estado de la Nación y de las que presumió ante Zapatero.