La noticia procede de Le Monde del pasado día 6. Según noticias que vienen de Bruselas y de Nueva York, están avanzadas las conversaciones para la existencia de un mercado de librecambio entre Estados Unidos –que a su vez lo tiene con México y Canadá– y los 27 países de la Unión Europea. En el fondo sería –teniendo en cuenta los acuerdos en este sentido de los 27 con los restos de la Asociación Europea de Libre Comercio– la creación de un espacio de intercambios económicos de enormes dimensiones, al este y al oeste del Atlántico.
Existen problemas, aunque las negociaciones parecen avanzadas. Esta ausencia de ímpetu se deriva de que cada uno de los 27 tiene al frente un Gobierno que es una mezcla de Cameron y Merkel. Van a intentar, todos y cada uno, obtener de esta realidad las mayores ventajas posibles para sí. Se cree que existen líneas rojas, marcadas por los europeos, en relación con productos muy concretos. Francia, por ejemplo, promete una defensa, "en nombre de la excepción cultural", de sus "dispositivos de apoyo a la creación audiovisual".
Los autores del artículo de Le Monde, Sylvain Cypri y Philippe Ricard, destacan que los Estados Unidos y la Unión Europea "representan conjuntamente la mitad de la producción mundial, y un tercio de los intercambios".
Recientemente, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, se refería Ramón Tamames a una especie de marcha implacable hacia la globalización económica mundial. Lo que en estos momentos han negociado Karel De Gucht, comisario europeo de Comercio, y Michael Freman, por parte de EEUU, parece haber sido bastante. Téngase en cuenta que el pasado 27 de diciembre un alto funcionario norteamericano "había dicho que Obama era favorable a un acuerdo (...), que sería 'de envergadura', para abrir los mercados europeos a los productos norteamericanos y que sería concluido con rapidez". La Organización Mundial del Comercio puede así ver cómo se van desmoronando los obstáculos a la liberalización que habían truncado las esperanzas puestas en Doha.
Sería absurdo creer que estamos en vísperas de esta gran conmoción, cuando tenemos problemas que frenan el tráfico como la cotización euro-dólar; pero más absurdo todavía sería creer que el mundo no marcha en la dirección que Tamames ya insinuaba en el propio título de su citado discurso de ingreso: "Globalización y soberanía mundial. Un ensayo sobre la paz perpetua en el siglo XXI". Por lo pronto, los Estados Unidos y la Unión Europea tienen la palabra para ratificar esta tesis. Aunque no debamos olvidar lo que sobre las actitudes de Cameron y sus consecuencias para el Reino Unido y la Unión Europea se dice en el artículo "El jugador", publicado en The Economist el pasado 26 de enero.