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Domingo Soriano

Si sólo quiere leer un libro de economía, que sea como éste

Si hay un economista liberal vivo que se haya ganado una merecida fama por su claridad, sencillez expositiva y contundencia, ése es Thomas Sowell.

Si hay algo que esta crisis ha puesto de manifiesto, y en España de forma mucho más acusada, es la sorprendente ignorancia económica del común de los mortales. Digo "sorprendente" no porque haya sido inesperado, sino porque no deja de ser llamativo que una materia como ésta, que afecta a casi todas las decisiones de nuestra vida, sea tan desconocida, incluso para personas de un nivel cultural relativamente elevado.

Es más, después de seis años de crisis, es habitual escuchar a políticos, comentaristas o tertulianos pontificar sobre los recortes, el gasto público, la ley hipotecaria o la subida de impuestos con un soberano desprecio a las leyes económicas más básicas. Y no es una cuestión ideológica. Hay economistas con los que uno puede tener importantes desacuerdos pero que sólo un insensato consideraría ignorantes. Son simplemente personas que se manejan desde otro paradigma pero con las que al menos se puede entablar una conversación en un idioma más o menos común.

No es esto a lo que me refiero. Lo que me anonada es ver a un tipo en el telediario reconociendo que se gastó los 100.000 euros que tenía ahorrados en preferentes sin saber qué era eso, escuchar a un tertuliano aplaudir la subida de impuestos de Hollande sin hacerse ninguna pregunta sobre los incentivos que genera (tanto en los ricos actuales como en los futuros) o leer columnas en las que conocidos escritores se preguntan por qué el Gobierno español hace caso a la famosa prima de riesgo y apuestan por el impago de la deuda como salida de la crisis.

Siempre he pensado que gran parte de la culpa la tenemos los que nos dedicamos a esta materia. Los economistas (o los periodistas que informamos de esto) tienen la molesta costumbre de esconderse detrás de gráficos, tablas y términos técnicos, preferentemente en inglés. La razón no está clara, pero mi sensación es que lo que está detrás de este voluntario encubrimiento es un intento por monopolizar la discusión. Si nadie más sabe de economía, entonces podrán: 1) manejar las decisiones importantes sin intromisiones externas y 2) ganar autoridad como sumos sacerdotes de una materia trascendental. La profesión no es especialmente respetada, y cualquier político tiene más posibilidades de escuchar a cuarenta manifestantes con unas pancartas un poco llamativas y unas cuantas bocinas que a un experto en contabilidad nacional.

Por eso, hoy es más importante que nunca que se publiquen libros como éste. Si hay un economista liberal vivo que se haya ganado una merecida fama por su claridad, sencillez expositiva y contundencia, ése es Thomas Sowell. Y en Economía básica lo vuelve a demostrar.

Sowell sabe que el 99% de los problemas económicos son fácilmente comprensibles para el común de los mortales: los incentivos que mueven a los agentes, la información que transmiten los precios, la importancia de beneficios y pérdidas o la riqueza que genera el comercio... Y se dedica a explicarlos con sencillez, sin que eso suponga falta de profundidad.

Cada capítulo es en sí mismo como una pequeña monografía, que disecciona un aspecto clave de la economía. Y lo hace sin gráficos, sin tablas, sin expresiones incomprensibles y sin ese insufrible tono del que se cree por encima del bien y del mal característicos de los manuales al uso. En realidad, sus únicas armas son un lenguaje claro y los miles de ejemplos que su experiencia le ha permitido atesorar.

Evidentemente, éste puede ser un magnífico libro de introducción a la economía para cualquiera que quiera aprender los fundamentos básicos. Si ese es su caso, no deje que la presentación de la edición española, un tanto austera para un manual de este tipo, le asuste. Sus 700 páginas se leen con facilidad. Un capítulo al día y en un mes tendrá todas las armas que necesita para enfrentarse al intervencionismo que nos rodea. Si no le gusta la materia pero quiere conocer sus fundamentos: cómprelo. De hecho, es más que probable que después de ver la pasión con que Sowell explica esta apasionante disciplina cambie su forma de pensar.

Lo bueno de este libro es que no es sólo un manual para principiantes. Es más, debería ser un volumen de consulta obligada para el iniciado. Posiblemente, uno de los mayores errores que cometen los especialistas es olvidar los principios básicos, las razones últimas que validan su trabajo diario. Siempre he pensado que cualquiera, por muy experto que sea, debería leer un libro de principios básicos al menos una vez al año. Este Economía básica puede ser un gran candidato para 2013. Como dice la cita magníficamente escogida por Sowell para el capítulo 4:

Necesitamos aprender de lo obvio, más que indagar en lo oculto.


Thomas Sowell: Economía básica. Deusto (Barcelona), 2013, 703 páginas. Traducción de Javier El-Hage.

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