Venezuela tendría que ser un paraíso económico. A partir del 2003, una especie de maná petrolífero da la impresión de crear algo maravilloso. Pero la realidad ha sido muy otra. Como demuestra, por ejemplo, el mercado negro de divisas. Oficialmente, la cotización del bolívar es la misma que hace un año: 4,29 por dólar y 3,17 por euro. Sin embargo, y los datos aparecen publicados en la prensa, la cotización se coloca en torno a los 17 bolívares por dólar. Este convive con una inflación, en diciembre de 2012, del 21’0%, con lo que la especulación está servida. Los importadores falsifican parte de sus facturas para obtener más dólares, y que esa diferencia les sirva para operar en el mercado negro.
El Gobierno venezolano procura impulsar la economía a través de un notable incremento del gasto público. En el año 2012, según The Economist (26 de enero), el déficit presupuestario alcanzó el 15%; el objetivo es impulsar, a pesar de la inflación y la depreciación real del bolívar, la actividad económica. Por lo que hace a los artículos de primera necesidad sobre los que pesa un control de precios –harina, aceite y azúcar, según Fedecámaras, importante organización empresarial–, han desaparecido de las tiendas. Todo ello se entremezcla con un problema muy grave de corrupción. En la clasificación de Transparencia Internacional, Venezuela se encuentra en el puesto 165 (de 176), con una puntuación de 19 puntos (0 es la máxima corrupción y 100 la mayor limpieza), la misma que Haití, Chad y Burundi.
Ángel García, presidente de la empresa consultora Econométrica, declaró a Le Monde (31 de enero) que debido al déficit tan fuerte se ha logrado que el país "consuma e importe a manos llenas"; así, el montante total de las compras ha pasado de los 13.000 millones de dólares en 2003 a los más de 50.000 de hoy en día. "El consumo de los hogares nunca ha sido tan elevado", sostiene García. Todo esto procede, básicamente, del petróleo; pero la producción petrolífera se estanca, las reservas internacionales disminuyen y Venezuela se endeuda aún más. De ahí que el 17 de enero la agencia Moody's rebajara su calificación de los bonos del Estado venezolano.
Sea como fuere, de momento, el aumento del PIB es muy fuerte. En el cuarto trimestre de 2012 alcanzaba, en tasa anual, un 5’3%, aunque el Banco Mundial pronostica para el año 2013 sólo un 1’6%. Pero es posible que el "fenómeno muleta" sobre el que se apoya la economía, por otro lado muy coja, del país permita, como señala García, retrasar la puesta en orden, para no molestar a parte considerable de la población, en estos momentos políticamente muy delicados. Aunque, claro, este retraso haría aún más dura la caída.