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Manuel Llamas

España, infierno fiscal

El Gobierno del PP ha convertido España en un auténtico infierno fiscal en comparación con el resto de los países desarrollados.

El Gobierno del PP ha convertido España en un auténtico infierno fiscal en comparación con el resto de los países desarrollados.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha anunciado con alborozo que la recaudación fiscal del Estado aumentó un 4,2% interanual en 2012, unos 6.800 millones de euros más que en 2011; enfatizando que el Gobierno ha alcanzado la previsión de ingresos que incluían los Presupuestos Generales del Estado del pasado ejercicio.

Montoro, sin embargo, oculta o, lo que es peor, desconoce que el crecimiento de la recaudación se ha hecho a costa de empobrecer aún más a unas empresas y familias ya de por sí depauperadas como consecuencia de los cinco largos años de crisis económica. Así pues, razones para la alegría, ninguna; sí, en cambio, y muchas, para la consternación. El Estado ha ingresado más como consecuencia de la mayor subida fiscal registrada en décadas y no porque haya crecido la actividad económica, lo que habría derivado en una mayor riqueza del sector privado.

El Gobierno del PP, con Montoro liderando el expolio, ha convertido España en un auténtico infierno fiscal en comparación con el resto de los países desarrollados, lo cual se traducirá, inevitablemente, en que los españoles tendrán menos capacidad de ahorro e inversión, factores determinantes para impulsar un sólido crecimiento económico. A los españoles se les impone el mayor esfuerzo fiscal de toda la Zona Euro, próximo al 40%, después de que Hacienda elevara una treintena de figuras impositivas en los últimos doce meses. Es ésta una estrategia de consolidación presupuestaria no sólo "masoquista", tal y como advierte Arthur Laffer, sino suicida.

El abultado déficit que siguen presentando las cuentas públicas no es un problema de falta de ingresos sino de exceso de gastos, y mientras Moncloa no se percate de esta realidad, el ingente castigo fiscal que está imponiendo a los contribuyentes servirá de poco, o más bien de nada. La prueba es la recaudación de 2012: subidas generalizadas e intensas de casi todos los impuestos para lograr una raquítica y ridícula recaudación extra de 6.800 millones, apenas el 0,6% del PIB o, visto de otro modo, el 7% del déficit registrado en 2011 (cerca de 100.000 millones de euros), a la espera de conocer el descuadre fiscal de 2012, que será próximo al 8% del PIB. Gran trabajo, señor Montoro... ¡Bravo! Tan sólo le quedan unas cuantas decenas de miles de millones de euros.

Este error de estrategia también se está trasladando a las delicadas relaciones que mantiene España con la UE. Rajoy, al igual que Rubalcaba u Hollande, defiende la necesidad de que los países del norte disparen su gasto público para ayudar a los manirrotos del sur con grandes planes de estímulo, así como retrasar el cumplimiento de los objetivos de déficit –otra vez– o de que el BCE salga al rescate sin exigir ninguna condición a cambio. Es decir, justo lo contrario de lo que necesitan España y el euro. 

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