Este jueves, casi todos los titulares sobre la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2012 se han centrado en los casi seis millones de parados que registra España. Es sin duda una cifra dramática, posiblemente el mejor ejemplo de la magnitud de la crisis que vivimos desde hace más de cinco años.
Sin embargo, escondidos en las tablas de la EPA se encuentran muchos otros datos igualmente preocupantes tanto por lo que dicen del pasado como por lo que apuntan para el futuro cercano. Eso sí, también es cierto que los optimistas tienen algunos (pocos) asideros a los que agarrarse si quieren pensar que estamos llegando al final del túnel, incluso aunque todavía no pueda verse la salida.
- Volvemos a 2003: en diciembre de 2012, el número de ocupados en España era de 16.957.000. Por primera vez desde 2003, esta cifra baja de 17 millones. Esto quiere decir que el país retrocede una década en lo que hace referencia al mercado laboral. Para entender la magnitud del desastre, hay que recordar que en ese año la población total española era inferior a los 42 millones de habitantes y ahora supera los 47 millones. Es decir, que con cinco millones más de residentes, trabaja el mismo número de personas.
De hecho, si el paro no ha superado los seis millones de personas es en gran parte porque el número de ocupados ha caído en más de 850.000 respecto a diciembre de 2011. Esto quiere decir que hay muchos trabajadores que se están saliendo del mercado laboral porque creen que no encontrarán empleo. Es gente que se marcha del país, se pone a estudiar o simplemente deja de buscar un trabajo.
Aunque los medios dan mucha importancia a la cifra de paro, la de ocupación y tasa de actividad son incluso más relevantes. Incluso, puede darse el caso de que aumenten a la vez el paro y la creación de empleo. Esto ocurre cuando aumenta tanto la ocupación (gente que entra en el mercado laboral) que los nuevos trabajos no son capaces de absorber este incremento. Desafortunadamente, esto no es lo que está pasando en estos momentos. Antes al contrario, como decimos, si el paro no crece más es porque cae el número de ocupados.
- Cae la tasa de actividad: no es extraño, a la vista de los datos de ocupación, que la tasa de actividad también se resienta. Este indicador muestra el porcentaje de la población de más de 16 años que tiene un trabajo. En este momento, es del 59,8%. El resto son parados, jubilados, estudiantes, amas de casa, etc... En cualquier país, hay un porcentaje elevado de ciudadanos que no buscan empleo, pero un 40% de mayores de 16 años sin trabajo es una carga muy difícil de asumir. Porque su subsistencia (ya sea a través de pensiones, subsidio de paro,...) descansa sobre los hombros de los que sí tienen un empleo. Y el problema en España es que este grupo es cada vez más pequeño mientras el otro crece día a día.
- Los jóvenes, no tan mal: una de las pocas noticias positivas es la caída en el paro de los más jóvenes. El desempleo entre las personas de 16 a 19 años ha caído un 7,67% en doce meses. Y entre los que tienen de 20 a 24 años sólo ha crecido un 9,2%, por debajo de lo que han sufrido otros grupos de edad. Sin embargo, el lado malo es que parte de estas cifras se explican porque los jóvenes se están yendo del mercado laboral (lo que hablábamos de la ocupación).
- Más autónomos: también en el lado de las buenas cifras se sitúa la de los trabajadores por cuenta propia (autónomos), que se incrementan en 53.300 personas, un 1,8%. De nuevo, este buen dato es el reverso de una situación dramática: muchos trabajadores expulsados del mercado laboral se están buscando las habichuelas por su cuenta.
- Cae la temporalidad: éste sí es un buen dato. Aunque caen tanto los asalariados con contrato indefinido como con contrato temporal, en el primer caso lo hace un 3,64% y en el segundo un 13,48%. De esta manera, la tasa de temporalidad cae más de un punto y se queda en el 23,02%.
- Más trabajo a tiempo parcial: el número de personas con un contrato a tiempo parcial sube un 5,7% en un año, hasta casi tocar los 2,6 millones de personas. Como en el caso de la temporalidad, esta buena cifra podría ser una de las consecuencias de la reforma laboral aprobada por el Gobierno. Las facilidades a las empresas para ajustar su plantilla y sus condiciones a su realidad económica han provocado que se hayan disparado los ERE de suspensión o reducción de jornada y que muchas empresas hayan optado por medidas de ajuste que no impliquen el despido. Poco a poco, esto comienza a reflejarse en las cifras.
- Menos empleo público: otra cifra positiva es que cae la cifra de empleados públicos. Aunque a aquellos que hayan perdido su trabajo no les hará ninguna gracia, tras más de una década de crecimiento continuo y en muchas ocasiones poco justificado, no deja de ser una buena noticia que la caída en el sector público (6,98%) sea superior a la del sector privado (4,3%), que ya había hecho su ajuste en los primeros años de la crisis.
- Los excluidos: el peor dato de la EPA, sin duda, es el de las 2.789.900 personas que perdieron su empleo hace más de un año. Es un incremento del 20,3% respecto a diciembre de 2011 y anticipa una tendencia muy preocupante, la de un grupo muy numeroso de excluidos del mercado laboral al que será muy complicado reengancharse una vez que acabe la crisis.