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Carlos Rodríguez Braun

La proeza de Heidemarie Schwermer

El trueque no es valiente. Valientes son los ciudadanos que intentan mejorar su propia condición con el dinero y a pesar de las exacciones públicas.

El trueque no es valiente. Valientes son los ciudadanos que intentan mejorar su propia condición con el dinero y a pesar de las exacciones públicas.

Los medios celebraron la noticia de que una señora alemana, Heidemarie Schwermer, vive sin dinero desde hace casi dos décadas. Toda su economía se basa en el trueque.

La propia Schwermer está encantada, asegura que dejar de usar el dinero "fue una liberación", y se ve a sí misma como una heroína: "Mi actividad, que tiene como misión llamar la atención sobre la injusticia, es mi vocación". Ha fundado una asociación de trocadores y ha publicado un libro, Mi vida sin dinero, sobre el que existe un documental que ha podido ser visto en más de 30 países.

Esto dijo la prensa sobre ella, en páginas de información:

Valiente reto (...) una gran lección con su hazaña (...) Tal heroicidad no podía pasar desapercibida y quedar abandonada en el tiempo (...) Schwerner ya ha demostrado que es posible vivir sin un sólo euro; sólo cabe esperar para ver si su doctrina es capaz de hacer mella en la sociedad, en la que impera el refrán español "quien dineros tiene, hace lo que quiere".

Nada de esto tiene sentido, empezando por la idea misma del trueque como un progreso. El trueque es lo más atrasado que existe, y sólo las hordas y tribus más primitivas lo practicaron. Es algo tan disparatadamente costoso para el intercambio que se comprende que los seres humanos inventaran el dinero hace ya miles de años. El trueque no tiene nada que ver con liberarse de nada y mucho menos con la "injusticia", como dice Frau Schwermer, que sólo podría tener razón en este último caso si hubiera observado un aspecto muy interesante que caracteriza al dinero desde hace mucho tiempo: el Estado interviene en él abiertamente. Eso sí que podría ser calificado de injusto, como también podrían serlo las múltiples incursiones que el poder perpetra contra sus súbditos a raíz de ese intervencionismo, desde la inflación hasta los (otros) impuestos.

Al revés de lo que dijo la prensa, el trueque no es valiente ni aleccionador. Valientes son los ciudadanos que intentan mejorar su propia condición y salir adelante con el dinero y a pesar de las exacciones públicas. Quizá el disparate mayor sea pensar que quien no tiene dinero no tiene nada. Esto es obviamente falso: Frau Schwermer tiene cosas, porque en caso contrario no podría establecer trueque alguno. El dinero también lo conseguimos los seres humanos intercambiando nuestros recursos. Y es el dinero, y no el trueque, el que permite que los intercambios sean infinitamente más provechosos para los pueblos que el primitivo trueque. Sin embargo, desde Virgilio hasta hoy prevalece el disparate de la auri sacra fames

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