Los inversores en valor (value investors) actuales estarían formando la tercera generación de esta genial estirpe: si en la primera destaca su fundador, Benjamin Graham, en la segunda su máximo exponente es Warren Buffett, mientras que en la tercera tendríamos a Joel Greenblatt y a Francisco García Paramés, por citar sólo dos.
Sin la menor duda, de una generación a otra el enfoque necesariamente se ha visto alterado. Se han incorporado nuevas formas de invertir, a primera vista no muy compatibles con las anteriores y, sin embargo, todas ellas conviviendo bajo el mismo paraguas del value investing.
Los inversores aquí englobados han obtenido rentabilidades de dos dígitos durante periodos de tiempo muy largos. Han hecho del análisis fundamental (conocimiento profundo de los negocios y los sectores) su brújula, en lugar de fijarse en los vaivenes de las cotizaciones, las noticias de corto plazo o los sentimientos de mercado. Con todo, un análisis más sosegado dificulta encontrar muchos más puntos en común entres las distintas estrategias empleadas.
Fijémonos en algunos ejemplos. Bestinver, desde la crisis del 2007, ha modificado su filosofía inversora, excluyendo prácticamente todo lo que no sea una combinación de máxima calidad con finanzas sólidas, mientras que antes de esta fecha invertía en un espectro más amplio de negocios si el precio era atractivo. Otro ejemplo nos lo ofrece Peter Lynch, quien, en un año, llegó a tener en su fondo Fidelity Magellan muchos centenares de acciones distintas en cartera. ¿Quiere esto decir que Bestinver no ha seguido el value investment hasta hace cinco años o que Lynch no era un value investor?
Por otro lado, bien es sabido que Benjamin Graham, el patriarca que da nombre a esta escuela de inversores, ponía el foco muchas veces en el valor liquidativo de empresas en dificultades (¿dónde queda la calidad del proyecto?), adquiriendo aquellos negocios con patrimonio neto líquido muy superior a su cotización.
Cabe, pues, concluir que si el value investing no es un cajón de sastre, todas las estrategias que enumeramos a continuación tienen que tener algo en común.
- B. Graham: gran descuento sobre el valor contable.
- W. Buffett o Bestinver post 2007: compañías con fuerte posición competitiva y finanzas sólidas, siendo negocios sencillos de entender y de gestionar, cuyas acciones se encuentren a buen precio. Hallamos ejemplos históricos en Coca Cola, Schindler, Procter&Gamble o American Express.
- Philip Fisher: empresas tecnológicas de crecimiento, siendo éstas de la máxima calidad, pero en mercados, por tanto, no tan maduros como los anteriores. Entre las compañías seleccionadas por Fisher en los 60 estarían Texas Instruments o Motorola. Casos posteriores que entrarían cronológicamente en esta categoría serían Intel, Google o Apple.
- P. Lynch: empresas en crecimiento a precio razonable a través de la réplica de un modelo que ha funcionado en un mercado local. Sería el caso por ejemplo de cadenas o franquicias de retailing, hostelería, hoteles, etc. Lynch se llenó las manos de dólares con LaQuinta (moteles de carretera de un nivel medio). Otros casos serían los de McDonalds, Inditex, Starbucks, Gap o Wal Mart.
- Kenneth Fisher: cíclicas con su cotización hundida en los finales de la fase recesiva, con fuerte apalancamiento operativo y posición financiera saneada. K. Fisher fue quien introdujo el price sales ratio como mejor aproximación para la detección de estas compañías. También coincidiría con otra de las estrategias de Lynch (quien prácticamente las empleó todas...). Ejemplos: "nuestro" Terex, Wells Fargo (Bruce Berkowitz a principios de los 90), Jefferies adquirida recientemente por Leukadia...
- Martin Whitman: oportunidades de asset conversion a través de operaciones corporativas tipo spin-offs, recapitalizaciones, apalancamientos, inversores activistas, etc. Además de Whitman, esta estrategia correspondería con las bazas ocultas de Peter Lynch. También Joel Greenblatt la trata en su You can be a Stock Market Genious.
- Jim Rogers o John Templeton: invertir aprovechando el fuerte crecimiento de países emergentes que abrazan el mercado, vacunados contra la inoperancia de sistemas económicos autárquicos, inflacionistas y socializantes.
Nuestra tesis es que hay unos elementos comunes detrás de la amalgama de formas de invertir que se acaban de apuntar. A saber:
- Disponer de un método de valoración bien afinado (basado, como se ha dicho, en el análisis fundamental y en la inclusión de factores tangibles e intangibles) para, en cada una de esas situaciones, descubrir un fair value o precio objetivo. En este sentido, se aceptarían múltiplos para empresas de calidad o crecimiento bastante superiores a los casos de asset conversion o de cíclicas.
- Aplicar un margen de seguridad o descuento sobre ese fair value para decidir el precio de compra. El margen de seguridad será tanto mayor cuanto menor sea la calidad del negocio o más incertidumbres se enfrenten.
Eso es lo más fundamental. Únanse a ello buenas dosis de paciencia para esperar las oportunidades de compra, mucho estudio para conocer bien negocios e industrias y estómago para aguantar la volatilidad del mercado y las caídas que con seguridad se producirán en uno u otro momento en el valor de mercado de la cartera.