Mariano Rajoy es de los que piensa que no hay que dejarse llevar por los momentos de presión, por los "tiempos que dictan las crisis". Así, el Gobierno admite el regreso de la fluctuación en los mercados, fruto de los movimientos políticos en Italia, pero añade que nada ha cambiado en su estrategia respecto a la posibilidad de solicitar el denominado rescate. Pero va más allá, y pide no desviar el tiro: lo importante hoy es el Consejo Europeo que arranca el jueves, y los objetivos que allí se consigan.
Las piezas siguen en la misma posición a pesar del turbulento lunes en las Bolsas. Esto es, el Gobierno solicitaría "mañana mismo" la ayuda ofrecida por el Banco Central Europeo si Mario Draghi se compromete a una fuerte bajada de la prima de riesgo, que "desbloquee" la financiación en los mercados de deuda, tanto para la inversión pública como para la privada. Y el presidente baraja una cifra: bajar la prima a los 200 puntos, cuando en la actualidad ha vuelto a romper la barrera de los 400.
Las fuentes consultadas aseguran que tal posibilidad, hoy, no está encima de la mesa. "Aunque habría una relajación, no nos aseguran que sea una bajada en estos términos", admiten. Un extremo que lleva al Ejecutivo a mantener el discurso de que, por supuesto, sopesa la posibilidad de pedir a Draghi que mueva ficha, pero también de bordear una posibilidad que traería más condiciones económicas.
La cuestión no es simple, en voz del ministro de Economía, Luis de Guindos: "No es apretar un botón. El rescate tiene un montón de implicaciones para la economía española y europea. El Gobierno no se resiste a nada, analiza la situación, ve cuáles son los pros y los contras". Así también se pronunciaron en las últimas horas sus colegas de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el de Industria, José Manuel Soria. "Depende de que convenga o no convenga al interés general", apostilló éste último.
Pero es que, además, en el Gobierno no ven nada claro el escenario político-comunitario en caso de dar el paso. Recuerdan que no pocos países llevarían la cuestión a sus parlamentos nacionales, y se extiende en los países de la triple A la idea de que ya se ha ayudado lo suficiente a los periféricos. Un periplo que, inciden, "podría provocar aún más inestabilidad en caso de rechazo".
Teniendo todos estos elementos en cuenta, el Ejecutivo remata su análisis asegurando que, en caso de pedirlo, el rescate no vendría en ningún caso antes del decisivo Consejo Europeo de esta semana, el último del año. De "muy importante" lo tachó María Dolores de Cospedal, mano derecha de Rajoy en el PP. El Ejecutivo pide olvidarse de la ayuda del BCE y centrarse en esta reunión, clave para los intereses nacionales.
La Moncloa habla de la cita como la puerta al cielo o al infierno. De los acuerdos que se lleguen depende "que algo tan normal como un cambio de Gobierno, en fecha de elecciones, provoque inseguirdad en la Bolsa o no", en opinión de fuentes autorizadas. España acude con la firme intención de alcanzar tanto un impulso político como un calendario de acción.
Es la oportunidad "para dar un paso adelante sobre el euro y despejar dudas", argumenta un ministro económico. Y aquí se incluye el caso de Italia: "Crea incertidumbre, pero del Consejo depende la estabilidad y hacer de la reunión una gran oportunidad para todos. Que Europa se mueva más rápido a veces depende de los momentos más tensos", interpreta en conversación informal.
Rajoy no dirá nada nuevo ante sus socios; emplazará a la creación cuanto antes del supervisor único bancario y a diseñar una agenda concreta que lleve a la integración fiscal. "No conseguir algo concreto, que es a lo que todos se comprometieron, sería dar una señal muy mala sobre el euro, y no me quiero imaginar las consecuencias", destaca un miembro del gabinete. "La UE tiene que dar ejemplo, porque de ello depende que el cierre del año sea bueno o terrorífico", remata.