La irrupción por sorpresa de Il Cavaliere en la vida política italiana ha disparado el temor de los inversores. La dimisión del primer ministro de Italia, Mario Monti, y la candidatura de Silvio Berlusconi a las elecciones generales que, posiblemente, se celebrarán el próximo febrero, anunciadas el pasado fin de semana, han tambaleado los mercados de Italia: la Bolsa de Milán ha retrocedido este lunes un 2,2%, mientras que la prima de riesgo del país se ha disparado hasta los 351 puntos (aumento de 28 puntos en una sola jornada). Además, las turbulencias se han trasladado parcialmente a España, en donde el Ibex ha bajado un 0,56% y la prima ha subido hasta los 428 frente a los 416 de la apertura.
La razón de esta desconfianza responde al clima de inestabilidad que se avecina en Italia tras el regreso de Berlusconi a la primera línea de la política. Los riesgos de esta decisión se resumen, básicamente, en tres:
- La capacidad de Berlusconi para recuperar de forma progresiva el desgaste que ha sufrido su formación, Pueblo de la Libertad (PDL), desde su marcha a finales de 2011, así como para alcanzar alianzas con otras formaciones del centro derecha con el fin de optar al poder. Y todo ello, adoptando un discurso contrario a las reformas estructurales y austeridad pública que recomienda Alemania y, en última instancia, incluso a favor de salir del euro.
- La posibilidad de que, tal y como reflejan las encuestas, gane la formación de centro-izquierda partido Democrático (PD) que lidera Pier Luigi Bersani. En este caso, si bien Bersani es calificado como un socialista moderado, podría verse obligado a ceder a algunas de las medidas anti-austeridad que pregona el movimiento radical de izquierdas Ecología y Libertad (SEL), con el que ha formado una alianza de cara a las elecciones.
- Y, por último, la amenaza de que se produzca una intensa fragmentanción política, con el ascenso de nuevas formaciones minoritarias, haciendo así imposible un gobierno estable con el objetivo de implementar la senda de reformas y ajustes que requiere la crisis.
Monti presentará su dimisión tras la aprobación de la Ley de Presupuestos, que se espera votar antes de navidades. El pasado jueves, el PDL de Berlusconi no votó dos cuestiones de confianza presentadas por el Ejecutivo de Monti para aprobar algunas medidas económicas y, aunque la aprobación salió adelante, se constató la retirada del apoyo de este partido conservador al primer ministro, lo cual imposibilitaba su continuidad.
Con el apoyo del Parlamento italiano a los nuevos Presupuestos Generales aún en el aire, todo apunta a que las nuevas elecciones se celebrarán a finales del próximo febrero. De este modo, el mandato de Monti apenas habría durado poco más de un año. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, encomendó al tecnócrata Mario Monti la formación de un nuevo gobierno en noviembre de 2011, tras la dimisión de Berlusconi, en medio de una intensa crisis de deuda que amenazaba con obligar a Italia a pedir el rescate a las autoridades comunitarias. No en vano, Berlusconi dejó el poder con una prima de riesgo próxima a los 575 puntos básicos como resultado de su pasividad a la hora de aplicar reformas económicas y ajustes fiscales.
Desde entonces, Monti ha adoptado una senda distinta, aplicando diversas medidas, desde retrasar la edad de jubilación y congelar pensiones, hasta eliminar provincias, reducir el gasto público, subir los impuestos o reformar el mercado de trabajo. Pese a ello, si bien su política económica estaba bien encaminada, no ha resultando lo suficientemente ambiciosa como para despejar por completo las dudas del mercado sobre la solvencia del país trasalpino.
Así, por ejemplo, si bien la prima de riesgo cayó hasta el nivel de los 300 puntos con Monti, esta relajación -al igual que en el caso de España- comenzó el pasado verano, después de que el Banco Central Europeo (BCE) anunciara su disposición de volver a comprar deuda periférica si un país solicitaba formalmente el rescate a Bruselas. De hecho, la productividad de la economía italiana no ha mejorado y los costes laborales han seguido en aumento.
Fuente: The Economist
Sin embargo, lo que sí garantizaba Monti era cierta estabilidad política y una senda de ajustes más o menos correcta, si bien exigua. La llegada de Berlusconi supone todo lo contrario. Y es que, lo que cotizó el mercado durante la primera mitad del año fue, ni más ni menos, que el temor a la ruptura del euro. En este sentido, durante su retiro temporal de la política, Il Cavaliere no sólo ha rechazado abiertamente las políticas de austeridad y reformas que pretende imponer Alemania sino que, incluso, ha abogado por abandonar el euro.
Las encuestas electorales
A día de hoy, las encuestas otorgan la mayoría al partido de centro-izquierda que lidera Bersani, quien ya ha asegurado que respetará la estrategia económica emprendida por Monti, en un gesto claro hacia los inversores, si bien está por ver que pueda cumplir tal compromiso dado el rechazo explícito a la austeridad que manifiesta SEL, su aliado político.
Ante tal escenario, Berlusconi podría adoptar un discurso más radical, según los analistas, rechazando de forma mucho más enérgica el recorte de gasto público y adoptando una posición anti-Merkel a fin de recuperar terreno en las encuestas. Además, cuenta con la baza de aliarse con la Liga Norte, uno de sus socios históricos, y con la formación de nuevo cuño Movimiento de Cinco Estrellas, que lidera Beppe Grillo. Lo relevante en este caso es que ambos partidos defienden la celebración de un referéndum sobre la pertenencia de Italia al euro, al estilo del ex primer ministro griego Papandreu. Si estas tres formaciones llegasen a un acuerdo, superarían el 40% de intención de voto, según las últimas encuestas. Ante tal panorama, no es de extrañar pues el temor que han registrado los mercados.
El caldo de cultivo ara que prendan este tipo de mensajes no es desdeñable. Casi la mitad de los electores (23,5 millones de personas) son jubilados, de parados o empleados públicos, contrarios a recortar el gasto. No por casualidad, los ajustes aplicados por Monti ha provocado un desplome de su popularidad en los últimos meses.
Fuente: Morgan Stanley
A ello se suma el hecho de que Italia presenta uno de los mayores apoyos ciudadanos al abandono de la moneda única.
Por último, el riesgo a que se produzca una mayor fragmentación política en el arco parlamentario, tras la irrupción de nuevas fuerzas, dificultaría la configuración de un gobierno sólido capaz de realizar los ajustes necesarios para combatir con eficacia la crisis de deuda.
Fuente: Morgan Stanley
Y todo ello, en un contexto de recesión (su PIB caerá un 2,3% este año y un 0,7%, según el FMI), con una tasa de paro en aumento (se prevé un 11% en 2013), una escasa competitividad económica (Italia ocupa el puesto 43 del mundo, según el Foro Económico Mundial, alejado de los países punteros del euro), con fuertes rigideces estructurales y la mayor deuda pública de la zona euro (120% del PIB).