Economistas hemos tenido en España de modo continuo, sobre todo a partir de la Escuela de Salamanca (s. XVI). Pero si al comienzo del XX no podíamos citar más que al trío conformado por Flores de Lemus, Bernis y Zumalacárregui, hoy son muchísimos los economistas documentados, influyentes en el sector público, en la marcha de las empresas y en la opinión pública. ¿Cuándo y cómo produjo este cambio?
Todo comenzó en el curso académico 1943-1944. Había habido un intento de crear –por cierto, con la oposición de Flores de Lemus– una facultad de Economía con Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de 1931 a 1933. Todo acabó en unos cursos montados por la Facultad de Derecho de la Universidad Central con destacadísimos economistas como profesores, que pensaban se transformarían en una sección de la Facultad de Derecho en el ejercicio 1936-37. La Guerra Civil truncó el proyecto.
Por otro lado, el profesor Zumalacárregui había señalado, en su conferencia de inauguración de curso en la Universidad de Valencia, lo conveniente de crear una facultad de Economía. En 1936, en el único número que se publicó de la revista Norma, políticamente enlazada con la extrema derecha, insistirá en ello. Ya en plena Guerra Civil, en Valencia, se iniciaron unos cursos de Ciencias Económicas que nunca llegaron a término, al depender del bando derrotado. Algo antes se dieron unos cursos en la Universidad Autónoma de Barcelona, dentro de los planteamientos que se vincularon, después, con el alzamiento catalanista de 1934 y que dieron lugar a que se suprimiese ese centro, donde se iniciaba una escuela. Ahí está, por ejemplo, un Sardá.
No es posible olvidar tampoco las Escuelas de Comercio, sobre todo en el grado de intendente mercantil, que obligaba a estudiar multitud de asignaturas relacionadas con la Economía, ni tampoco la Universidad Comercial de Deusto. La expulsión de los jesuitas como consecuencia de la aprobación de la Constitución de 1931 creó un problema muy serio para este centro privado, que ya otorgaba el título de Licenciado en Ciencias Económicas. Añadamos al Centro de Estudios Económicos de Valencia, capitaneado por Perpiñá Grau, y el Institut d'Investigacions Economiques de Vandellós, en Barcelona.
¿De dónde procederá el impulso definitivo? Por un lado, Zumalacárregui presionó a su antiguo y excelente alumno José Ibáñez Martín para que crease una Facultad de Economía. Pero Zumalacárregui, con Olariaga, había vivido enfrentado con los discípulos de Flores de Lemus. Estos, en parte, se habían exiliado. Pero otro grupo numeroso e importante, encabezado por Ramón Carande, a la sazón consejero nacional del Movimiento, y por José Vergara –que sucedió a Carande en la capitanía del grupo–, y constituido por Valentín Andrés Álvarez, José Castañeda, José María Naharro, Ángel Anós, José Antonio Piera, Alberto Ullastres –todos discípulos de Flores de Lemus, salvo Miguel Paredes–, temió que la facultad que parecía empezar a crearse los discriminara, y con el nuevo director del Instituto de Estudios Políticos, Fernando María Castiella, lograron que en Consejo de Ministros se aprobara la creación de una Facultad de Ciencias Políticas y Económicas. El parecido con la London School of Political and Economic Science quedaba claro.
Mientras tanto, Zumalacárregui creaba el Instituto de Economía Sancho de Moncada, en el Patronato Raimundo Lulio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y daba a luz Anales de Economía. Su número 1, también de 1941, tenía artículos de otro grupo, con Higinio París Eguilaz, Germán Bernácer y Manuel de Torres, más un artículo, "El indicador del mercado", de Valentín Andrés Álvarez, quien, por lo tanto, hacía de puente entre las dos instituciones, el Instituto de Estudios Políticos y el Instituto de Economía Sancho de Moncada.
La fusión, que tuvo sus altibajos, comenzó en 1943, cuando se crea la nueva facultad, que enlazaba también con los estudios de Deusto. El número de alumnos matriculados el primer curso rondó el millar. Las clases tuvieron que darse en el Paraninfo de la Universidad de Madrid, en la calle de San Bernardo. A muchas de estas personas se unirán, como profesores, gentes como Olariaga, Fernández Baños, Emilio de Figueroa, José María de Areilza, Stakelberg, Mariano Sebastián. No es éste el momento de analizar quiénes tenían más categoría científica y quiénes menos. Sólo decir que se impartieron las clases, y que la primera promoción de licenciados en Economía fue la de 1947.
A partir de ahí se multiplicaron las facultades, los institutos, centros docentes privados y públicos –como la Academia San Vicente Ferrer, hoy Colegio Universitario Cardenal Cisneros–. Después de tantas vacilaciones, al final, el número de economistas creció exponencialmente. El sector público, el privado y la investigación tienen, gracias a eso, unos puntos de apoyo formidables.