Las opciones de llegar a un acuerdo sobre los desahucios se fueron alejando al tiempo que se acercaba el momento de la huelga general. Una decisión que no parece estar tanto en las tiranteces existentes en la reunión de la comisión de expertos -que volvió a citarse en un edificio de Presidencia, en un ambiente de discreción para evitar las presiones- sino en los despachos de Ferraz. Según Moncloa, pura estrategia política para evitar la fotografía del consenso en pleno paro, aunque no cierran las puertas a una firma in extremis previa al Consejo de Ministros. De hecho, se han vuelto a citar el mismo miércoles a las 18:30 horas.
La reunión del gabinete de Mariano Rajoy arrancará el jueves a la diez de la mañana. Y aprobará, sí o sí, un paquete de medidas urgentes para parar el drama de las personas que se quedan sin hogar, estableciendo una paralización de los desahucios de dos años para aquellos colectivos más vulnerables, amén de renegociar las cláusulas. El real decreto ley ya está siendo redactado por el equipo de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en colaboración con los departamentos de Hacienda, Economía, Justicia y Fomento.
Las últimas propuestas del PSOE en el marco de la comisión de expertos fueron "imposibles" porque "no te daban la mano sino que te cogían el brazo", en voz de un alto cargo conocedor del encuentro. Aún más, "planteaban cambios de tal envergadura que es imposible que se pudieran llevar a cabo con seguridad jurídica". A boca jarro, se planteó una nueva Ley Hipotecaria y otra Concursal. Lo que no hicieron en dos legislaturas, resumen del lado gubernamental, quieren ahora hacerlo en siete días.
De los contactos realizados el fin de semana y en las últimas horas, en Moncloa aseguran que algo "está influyendo" para que pongan encima de la mesa medidas que saben no pueden aceptar; y creen que es la huelga general. El Ejecutivo está dispuesto a negociar todos los puntos socialistas, pero a medio plazo, sin la presión mediática y social actual. Lo importante ahora, continúan, son las medidas paliativas, calificadas como "urgentes" por ambas partes, y que "se tomarán con o sin el visto bueno de Ferraz".
Desde Barcelona, Sáenz de Santamaría emplazó al PSOE a abrir los ojos y no pensar en sus intereses: es un tema "urgente" que requiere de una solución "ágil", expuso, recalcando que -con independencia de que se llegue a un acuerdo- habrá un decreto-ley con las medidas "más perentorias y urgentes". "Se trata de poner fin a este asunto con la brevedad y la profundidad que exige", remató, dejando entrever ya antes del arranque de la reunión el malestar gubernamental.
Pese a todo, el hecho de que el PSOE haya aceptado reunirse en plena huelga, cuando la protesta principal recorra las calles de Madrid, hacen pensar que finalmente sí se podría llegar a un consenso de mínimos. En opinión del Ejecutivo, "se podría haber conseguido ya. Pero si finalmente se consigue, bienvenido sea".
La presión de Bruselas
La crisis tiene otra cara, menos publicitada en los medios de comunicación, que no es ni mucho menos baladí. El Gobierno está manteniendo un tira y afloja muy intenso tanto con las instituciones comunitarias como con las principales entidades bancarias del país para llegar a buen puerto. Según pudo saber este diario, al más alto nivel, Bruselas expuso al gabinete de Rajoy su preocupación por la "inseguridad" que esta reforma pueda provocar, haciendo tambalear el sistema financiero -las primeras aportaciones económicas de la UE se producen en breve-. En el encuentro de Moncloa, los expertos gubernamentales dejaron claro que un paso en falso puede suponer un freno en las líneas de crédito. Y la prima de riesgo sigue dando síntomas de alarma, cerrando por encima de los 450 puntos.
Los responsables de la banca consultados por la Moncloa también insisten en la idea de la seguridad jurídica y de que quede claro que "en caliente y por una crisis, un sistema no se puede cambiar de arriba debajo de la noche a la mañana". En el Ejecutivo toman muy en cuenta estas opiniones, y Rajoy se reafirmó en su programa económico para salir de la crisis económica ante empresarios, algunos muy preocupados.