Juan Ramón Rallo coordina este libro de la editorial LID en el que él mismo y una veintena de autores más plantean un conjunto de medidas "para lograr una España más libre y próspera", según reza la portada. El libro, con un interesante prólogo del Dr. Rodríguez Braun, se divide en cuatro partes, a saber: "Estado de Derecho", "Estado del Bienestar", "Sistema Económico" y "Libertades Civiles".
Más allá del trasfondo ideológico, aclarado desde el propio título y que ya por ello será objeto de crítica por parte de la corriente de pensamiento dominante, el libro plantea con claridad un conjunto de cuestiones muy variadas desde una perspectiva liberal-libertaria. Su objetivo es aclarar que el liberalismo no es simplemente, como suele achacársele, una forma de entender la vida en la que el egoísmo es el motor, y que de su persecución se derivan todos los bienes que los individuos pueden alcanzar, idea esa muy randiana y que ha provocado tanto la incomprensión como el rechazo. Hemos de tener en cuenta que, mientras que la socialdemocracia ha conseguido plantear un modelo de sociedad muy homogéneo, con mayores o menores grados de intervención del Estado en la vida del individuo, el libertarismo abarca desde posiciones que defienden que el tamaño del Estado sea mínimo hasta las que abogan por el rechazo casi absoluto de cualquier forma de organización política del mismo, como plantean los anarcocapitalistas. No es en absoluto esta última la posición adoptada por los autores, cada uno centrado en la ilustración de cómo sería su parcela de narración en un Estado si se aplicase el pensamiento liberal-libertario.
La gran ventaja del libro radica en la posibilidad de estudiarlo según se desee, sin necesidad de seguir un camino lineal de principio a fin. Cada capítulo se preocupa de un aspecto concreto, algunos tan específicos como la libertad de armas o la cultura y la lengua, mientras que otros son mucho más generales, como la organización territorial, el cambio climático o el mercado laboral. De esta forma, el lector puede avanzar según su inquietud de espíritu le guíe, con la confianza de que, sea cual sea el tema en el que se adentre, encontrará una perspectiva liberal-libertaria.
Porque ese es el principal atractivo con el que cuenta la obra. En un país dominado por el análisis marxista de la historia, donde encontrar referencias a pensadores como Von Mises o Rand es prácticamente imposible en las facultades de Filosofía, por no hablar de la omisión sistemática de las aproximaciones y aportaciones de Juan de Mariana, Bastiat, Hayek o Rothbard en las facultades de Economía, encontrar un libro reciente que aborde tantas cuestiones de forma inteligible por cualquier persona es altamente gratificante. No son necesarios conocimientos previos de ningún orden para acercarse al libro, que es ameno, instructivo y fácil de leer. Sí son, empero, imprescindibles los deseos del lector de adentrarse en algo que posiblemente nunca antes nadie le haya contado. Que espere aquí hallar alternativas al crecimiento sistemático de los impuestos, a la planificación centralizada de las ciudades, al sistema de promociones inmobiliarias (en un capítulo muy recomendable debido a J. L. Ruiz Bartolomé), al monopolio de la emisión de moneda por los bancos centrales (algo inconcebible para un alumno de un grado en Economía o en Administración de Empresas) o al rescate por el contribuyente de los bancos potencialmente quebrados (cuestiones abordadas por el coordinador de forma magistral), al modelo de organización territorial (en un capítulo excelente escrito por Manuel Llamas) o al sistema de reparto de las pensiones (en un buen trabajo de Juan Pina).
Que esté dispuesto a abrir su mente ante tabúes como la legalización de las drogas, el reconocimiento del trabajo sexual libre como derecho de la persona, el aborto, el suicidio o la eutanasia (dos capítulos abordados con respeto y cuidado por Albert Esplugas). Que considere, desde una posición crítica, que tanto el cambio climático (escrito y descrito estupendamente por Luis I. Gómez Fernández) como la protección del medio ambiente (bien documentada por Antonio Mascaró) o la ayuda al desarrollo (en un muy buen capítulo de Ángel Martín Oro) admiten posiciones tanto científicas como personales distintas a las habituales; que la crisis de abastecimiento energético de la que España adolece es consecuencia de decisiones políticas (como señalan de forma acertada Manuel Fernández Ordoñez y Daniel Lacalle en dos interesantes capítulos); que el derecho universal a la educación no presupone su financiación mediante exacciones impositivas cada vez mayores (como denotan los capítulos de Domingo Soriano, dedicado al cheque escolar, o de Laura Mascaró, sobre la educación en casa); o que las políticas de discriminación positiva pueden degenerar en incentivos perversos (como en un magnífico capítulo señala María Blanco).
También son objeto del libro internet y las nuevas tecnologías, el mercado de telecomunicaciones y los medios de comunicación, el orden jurídico, la reforma fiscal, la política de I+D+i, el sistema sanitario, la política exterior... así hasta un total de 33 cuestiones que el lector ávido de propuestas distintas a las que nuestros políticos suelen propugnar agradecerá sin duda y debe conocer por sí mismo.
No busque el lector un libro academicista. Lo que para algunos será su principal defecto (una estructura globalmente correcta pero anárquica en cuanto a la disposición interna de los capítulos, donde un mayor trabajo de homogeneización hubiera sido sin duda deseable), para el lector ajeno al mundo académico resultará su principal virtud. La documentación que los autores efectúan de cada uno de los capítulos es magnífica, y la disposición de toda la bibliografía al final del volumen, dividida por capítulos, garantiza tanto la agilidad de la lectura como la posibilidad de enriquecer cada tema con algunas de las fuentes de las que los autores son deudos.
Tampoco pretenda el lector un acuerdo unánime con cada una de las posiciones expresadas, algo que, como recuerda el coordinador en el prólogo, no es pretendido ni, menos mal, conseguido. Lo que sí encontrará, aunque no lo busque, es un conjunto de propuestas que le abrirán la mente, le mostrarán alternativas, le sumergirán en el mar de los Sargazos del pensamiento libertario. Esa es, y no otra, la principal virtud de este libro, y la gran victoria de los autores: permite dudar. Algo que, hoy en día, es tan gratificante como difícil.
Juan Ramón Rallo (coord.): Un modelo realmente liberal. LID (Madrid), 2012, 358 páginas.