El Gobierno griego logró el miércoles dar un nuevo impulso a las políticas de austeridad que reclaman la UE y el Fondo Monetario Internacional pero que fueron de nuevo contestadas en la calle y en el propio Parlamento, donde las nuevas medidas de ahorro salieron adelante con una apretada mayoría. El resultado de la votación -153 votos a favor, 128 en contra, 18 abstenciones y 1 diputado ausente- fue muy ajustado, ya que la aprobación requería de mayoría absoluta. Además, el tripartito que dirige el primer ministro conservador, Andonis Samarás, controla, en teoría, 175 de los 300 escaños del hemiciclo.
Los diputados de uno de los socios de Gobierno, el centroizquierdista Dimar, se abstuvieron o votaron en contra, así como varios del socialdemócrata Pasok y uno del conservador Nueva Democracia, también en el Gobierno, lo que hace patente la debilidad y división en el Ejecutivo. Tanto el Pasok como Nueva Democracia han anunciado ya que expulsarán a los diputados rebeldes, un nuevo golpe para el Gobierno de Samarás, que ya ha perdido más de una decena de diputados desde el inicio de la legislatura el pasado junio.
El nuevo paquete de medidas incluye, entre otras, el despido de unos 25.000 funcionarios hasta final de 2013, más flexibilización laboral, reducción de pensiones y el copago sanitario. "Votamos entre permanecer en Europa o volver al dracma, el aislamiento internacional, la insurrección social y la guerra civil", declaró Samarás en el Parlamento durante el debate sobre las medidas. "Algunas de las medidas incluidas en la ley que votamos hoy deberían haber sido tomadas hace años. Otras, como las reducciones de salarios y pensiones, son injustas y eso no debemos ocultarlo", reconoció.
Durante el debate, que fue bronco y cuajado de gritos e interrupciones, la oposición tachó de "inconstitucionales" tanto las medidas como el procedimiento para aprobarlas. Y es que para su tramitación se ha utilizado el método de urgencia, que apenas ha dejado tiempo para examinar las 279 páginas de una propuesta que no se presentó hasta bien avanzado el lunes.
El diputado Dimitris Papadimulis, de la izquierda radical de Syriza, el principal partido de la oposición, avisó tras la votación de que las nuevas medidas "herirán gravemente a la sociedad y a la economía" e hizo un llamamiento a que la población "lo impida" luchando contra un Gobierno que "ha sufrido importantes pérdidas".
Esa lucha ya se hizo patente hoy con la segunda jornada de una huelga general de 48 horas contra las medidas de austeridad, que tuvo especial seguimiento en la industria, la administración pública y el transporte. A pesar de la lluvia, entre 70.000 personas, según la Policía, y 200.000, según la oposición, abarrotaron la Plaza Syntagma, donde se ubica el Legislativo. La protesta, en principio pacífica, derivó hacia las 17:15 GMT en disturbios cuando grupos de manifestantes se enfrentaron con petardos y alguna bomba incendiaria a la Policía, que respondió con gases lacrimógenos y cargas.
Los disturbios se extendieron por las avenidas y plazas cercanas, donde se vieron escenas de contenedores de basura ardiendo y calles cerradas con barricadas. Pese a que los gases formaron una nube sobre la plaza, los manifestantes se mantuvieron frente al Parlamento gritando consignas contra el Gobierno hasta que la lluvia arreció y la protesta terminó por disolverse. Unas 70 personas fueron detenidas y al menos 8 agentes de Policía resultaron heridos en los disturbios.