Los ninis españoles cuestan casi 16.000 millones de euros al año. Según un estudio de Eurofound, un organismo oficial de la UE, el Estado se gasta 1.348 millones en políticas de empleo para este colectivo, mientras que la pérdida de producción asociada puede estimarse en casi 14.400 millones. De esta manera, tener a esta cantidad de jóvenes en casa, sin formarse ni trabajar, le supone un coste a la economía española del 1,5% del PIB. Por ponerlo en perspectiva, sería la mitad del recorte previsto para este año. Y lo que quizás es más grave, es una losa que no se levantará de un día para otro, sino que tendrá consecuencias a lo largo de las próximas décadas.
Todo el mundo sabe que los jóvenes españoles están en una pésima situación en lo que hace referencia al mercado laboral. La novedad de el estudio de Eurofound está en que ofrece cifras muy concretas de hasta dónde llega el drama. Según sus cuentas, en España había en 2008 1.029.312 ninis (NEETs en inglés) que tenían un coste total de 10.794 millones de euros al año. Desde entonces, han aumentado un 34%, situándose al borde del 1.400.000.
Por definición, un nini es alguien que ni estudia ni trabaja; es decir, que no produce nada para la sociedad y que, sin embargo, en muchas ocasiones provoca un coste directo, bien con el cobro de subsidios o con otro tipo de gasto social. De acuerdo a la UE, el coste total de este despilfarro es de 15.735 millones: 14.387 por lo que dejan de producir y 1.348 por lo que cuestan en ayudas públicas. Es el equivalente al 1,5% del PIB.
Las cifras, al detalle
Desde el punto de vista español, casi cada página y cada tabla del informe es descorazonadora. Por ejemplo, el 21,1% de los jóvenes entre 15 y 29 años son ninis. Esta cifra baja cuando se miran los datos entre 15 y 19 (algo lógico, puesto que la educación es obligatoria hasta los 16 años), pero sube hasta el 25% para los veinteañeros. Además, el 69,7% de los ninis lo son a causa del desempleo, no porque quieran estudiar y no lo consigan.
Nada de esto debería extrañarnos viendo el siguiente cuadro, quizás el más doloroso de todos los que está dejando esta crisis. Entre los menores de 25 años que quieren trabajar en España, el desempleo rozaba el 50% a finales de 2011. Ni siquiera Grecia ("EL" en el gráfico) superaba esa cifra.
La imagen
Estudiando con algo más de profundidad el informe de la UE, podemos obtener una imagen de estos ninis españoles. Por ejemplo, nuestro país está en la media de la UE en cuanto a parados jóvenes de larga duración (un 33%). Esto quiere decir que tenemos muchos desempleados, pero que es relativamente sencillo para ellos encontrar un empleo. Luego, éste sólo les dura unas pocas semanas y vuelven al paro (pero salen de la estadística de parados de larga duración).
Además, España también está en la media en cuanto a trabajadores jóvenes a tiempo parcial: un 32% del total de los que tienen un empleo. Esto quiere decir que no sólo la cifra de parados es alta, sino que hay un porcentaje elevado de jóvenes empleados que querrían trabajar a jornada completa y no lo consiguen.
Holanda, el modelo
Dentro de la UE, España no está sola en esta cuestión. Muchos de los países del sur y del este de Europa mantienen unos patrones similares. Al contrario, en el norte del continente se pueden encontrar buenos modelos de cómo debería ser el mercado laboral. Quizás Holanda sea el mejor ejemplo, con apenas un 3,8% de ninis entre 15 y 24 años y apenas un 9,1% entre 25 y 29.
Curiosamente, este país tiene un porcentaje elevado de sus jóvenes trabajadores con empleos temporales (casi un 50%, cuando la media en la UE es del 42%), por lo que la clave del éxito no está tanto en si el contrato es indefinido o no, como en si el que se queda sin trabajo tiene opciones de encontrar otro rápidamente. Otra cuestión destacada es que los jóvenes holandeses tienen un 75% de empleos parciales (son los primeros de Europa con mucha diferencia) y, a diferencia de otros países, no es porque no encuentren uno a jornada completa, sino porque así lo deciden en muchos casos. Esto quiere decir que un camino interesante para los recién llegados al mercado laboral pueden ser los empleos que no cubren una jornada completa y que permiten continuar la formación mientras se trabaja.
Por último, en consonancia con todo esto, Holanda lidera a la UE en porcentaje de empleo entre los menores de 30 años. Ningún país tiene un porcentaje tan alto de jóvenes con un trabajo (incluso aunque muchos de estos empleos sean a media jornada). Esto quiere decir que aunque muchos veinteañeros holandeses se suman al mercado laboral, en muchas ocasiones compaginándolo con sus estudios, su legislación es lo suficientemente flexible como para permitirles encontrar un empleo.
Las causas
Cuando se analizan las causas de esta situación, todos los expertos coinciden en que hay que mirar en dos direcciones: las escuelas y la legislación laboral. Desde el punto de vista educativo, España está en los últimos puestos de la UE, tanto en fracaso escolar (estudiantes que no logran el título de la ESO) como en las calificaciones del informe PISA. Además, también está a la cola en lo que hace referencia a técnicos medios, los procedentes de la FP. Mientras en otros países este tipo de profesionales son muy demandados y en ocasiones tienen perspectivas similares a las de los universitarios, en España hay un porcentaje muy reducido de la población activa con este perfil. Como puede verse en este gráfico, tomado de un estudio sobre desempleo juvenil del Círculo Cívico de Opinión, los países con una formación profesional dual, que implican a las empresas en el aspecto académico, son también los que menos paro juvenil (y menos ninis) presentan.
La segunda variable que ayuda a explicar lo inexplicable es el mercado laboral disfuncional. No tiene mucho sentido que precisamente los jóvenes sean los que más paro soportan. En teoría, alguien que con 18 años busca empleo es muy flexible, tanto en condiciones como en el tipo de trabajo al que está dispuesto a acceder. No le importa cambiar de sector y probablemente está dispuesto a aceptar un sueldo más bajo de lo habitual, a cambio de hacerse un nombre y coger experiencia.
Precisamente, existe un consenso casi unánime en que lo peor de la legislación laboral española es una dualidad que divide a los trabajadores entre temporales e indefinidos y que se ceba especialmente en los jóvenes. Cada vez es más habitual encontrar a trabajadores de mediana edad que han ido encadenando contratos temporales, sin conseguir estabilidad en una empresa. De esta manera, ni ellos consiguen mejorar su curriculum, ni los empresarios se atreven a gastarse dinero en la formación de un empleado que no saben si seguirá a medio plazo en la empresa. Y cuando vienen mal dadas, son estos trabajadores los primeros en caer, sin que se tenga en cuenta si son más o menos productivos que los que tienen un contrato indefinido.
El coste futuro
El problema es que todo esto no sólo tiene consecuencias en el presente, sino que la disfuncionalidad de este mercado laboral se proyectará en un futuro. Según un estudio publicado este año en el Reino Unido, cada año de desempleo juvenil equivale a un 6% menos de salario una década después y a un mes más de paro de media a partir de los 30 años. Estas conclusiones concuerdan con las de un informe realizado en 2004 en EEUU que calculaba que períodos de paro prolongados por debajo de los 25 años podían suponer un sueldo de entre un 12 y un 15% inferior al llegar a los 42 años; y tres meses de desempleo antes de los 23 años equivalen a dos meses de paro entre los 28 y los 33.
Evidentemente, esto tendrá un reflejo en la riqueza del país, en la capacidad de estos trabajadores para pagar impuestos, en sus cotizaciones sociales para sostener las pensiones y en la productividad de estos mismos empleados, que no han sido formados correctamente. De esta manera, los 16.000 millones que los ninis le cuestan a la sociedad española cada año en la actualidad, podrían convertirse en mucho más en las próximas décadas. Lo que es evidente es que será difícil que un país que desperdicia de esta manera su mejor recurso (su capital humano), consiga crecer de forma sólida a medio plazo.