Desde hace tiempo, en España hay dos planos muy diferenciados en el debate sobre qué hay que hacer para que el país salga de la peor recesión del último medio siglo, una crisis que dura ya cinco años y que no tienes visos de terminar. En el piso de arriba, están los políticos; en el de abajo, los expertos.
Los dos partidos mayoritarios representan un enfrentamiento que en realidad no es tal. Quieren hacernos creer que tienen la receta para sacarnos del hoyo. Unos y otros aseguran que sus programas electorales están a miles de kilómetros de distancia. Mientras, cada vez más españoles tienen la sensación de que, en realidad, PP y PSOE son las dos caras de una misma moneda, dos entidades destinadas a proteger el sistema que les cobija y no a solucionar los problemas que aquejan a su Nación.
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ocialistas y populares magnifican unas diferencias que no son tales: ni en la legislación laboral, ni en el sistema fiscal, ni en el modelo de Estado, ni en la regulación educativa, ni en la estructura administrativa, ni en el intervencionismo en los mercados, ni en el papel de los organismos reguladores, ni en el peso de la burocracia. A pesar de lo que pudiera parecer leyendo ciertos medios de comunicación, en realidad, lo que separa a las políticas de unos y otros es mucho menos de lo que las une. Y los intereses creados de determinados colectivos (sectores protegidos, grupos de presión, algunas grandes empresas, sindicatos,...) no ayudan a que este cambio se ponga en marcha.Las "reformas estructurales"
Desde que llegó al Gobierno, Mariano Rajoy ha presentado decenas de reformas que asegura que son "estructurales", pero la mayoría no dejan de ser retoques cosméticos. Ninguna de las leyes aprobadas en los últimos nueves meses se plantea cambiar el modelo y las bases sobre las que se asienta el sistema.
Y eso en el caso de las aprobadas, porque muchas otras de esas "reformas estructurales" siguen en el tintero de las buenas intenciones. Soraya Sáenz de Santamaría ya ha presentado al menos tres veces en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros algún tipo de plan integral de reformas. La gravedad de la situación no le parece suficiente al Gobierno como para aprobar esas aparentemente importantísimas reformas. Tres trimestres en La Moncloa y con mayoría absoluta no han sido suficientes para sacarlas adelante.
El consenso de los expertos
Lo curioso es que mientras PP y PSOE pelean sobre diferencias más imaginarias que reales, existe un consenso bastante generalizado entre los especialistas (los del piso de abajo) sobre el camino que debe tomar España. Más allá de las ideologías, lo cierto es que hay una serie de medidas que casi todos los expertos coinciden en que España necesita. En la aplicación al detalle, puede haber diferencias, pero en las grandes líneas no hay dudas.
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) es el paraguas bajo el que se formó un servicio de estudios impulsado por el Banco de España, que financian las grandes empresas y que ha reunido a algunos de los economistas españoles más conocidos del momento. Su actividad ha tomado un fuerte impulso en los últimos años, con propuestas regeneracionistas para la economía española. Su objetivo es plantear alternativas viables, reales y factibles, y desde el comienzo de la crisis, han publicado estudios sobre el sistema de pensiones, el mercado laboral o las finanzas autonómicas.
Este miércoles, en Madrid, Michele Boldrin y Jose Ignacio Conde Ruiz, director y subdirector de la organización, han presentado el documento Una agenda para el crecimiento: el reto de España. Es un decálogo con su diagnóstico, que incluye las principales reformas que cualquier Gobierno debería adoptar para devolver al país a la senda del crecimiento.
En realidad, no hay nada especialmente novedoso en este texto. La petición de reformas estructurales ha sido constante en los últimos meses. La UE y el BCE lo han repetido: para combatir el déficit no sólo es necesario recortar el gasto, sino fomentar el crecimiento mejorando las condiciones de creación de riqueza para el sector privado. Eso sí, aunque algunos de los temas que trata ya son clásicos en el debate económico español, el decálogo de Fedea puede ser una muy buena base sobre la que cualquier Gobierno podría trabajar.
El decálogo de Fedea
- Cinco años de crisis: "Llevamos casi cinco años sin que el PIB y el empleo crezcan en España, todo lo contrario, disminuyen, y el futuro no parece ofrecer nada mejor. Todos los problemas generados por esta crisis se deben a la persistente y trágica falta de crecimiento económico". Este primer punto del decálogo es importante, porque explica en buena parte por qué los inversores huyen de España y los países de la UE nos temen. El problema no es tanto nuestro nivel de deuda o la cifra de déficit, sino la sensación de que nuestra economía, atrasada e intervenida, no será capaz de generar el crecimiento suficiente como para pagar nuestras deudas.
- Las consecuencias de la crisis: "Falta de crecimiento quiere decir poco empleo y mucho paro, sueldos bajos y estancados, escasa movilidad social, incremento de la pobreza, recaudación fiscal débil y, por ende, déficits fiscales persistentes, empeoramiento en la calidad de los servicios públicos y ausencia de perspectivas profesionales para los jóvenes. Falta de crecimiento quiere decir que vivimos casi todos mal y peor que en el pasado".
- Sin respuesta desde la política: "No obstante y aunque parezca sorprendente, la cuestión de como podemos volver a crecer no parece haber adquirido la posición central que en el debate público le pertenecería. Esquivar esa cuestión es un asunto grave; los partidos políticos y los sindicatos en particular, no parecen querer enfrentarse al problema de cómo crecer, tratándolo como algo lejano y extraño a sus competencias".
- El objetivo final: "No se puede seguir así. Sin crecimiento no habrá solución para los problemas que atormentan a España. No es razonable tomar medidas fiscales, por muy valientes o duras que sean, si estas no están encuadradas en un plan de medio plazo que tenga como objetivo final el crecimiento económico. El crecimiento no llegará de una manera infusa o natural aumentando el gasto público, o cuando un sector financiero saneado vuelva a ofrecer crédito en términos razonables. El crecimiento sólo puede venir si conseguimos eliminar los factores estructurales que lo hacen imposible desde hace casi seis años". Este cuarto apartado es importante, porque podría traducirse como que ya no valen ninguna de las dos soluciones que venden los partidos mayoritarios. Ni nos podemos quedar en un ajuste presupuestario al estilo Montoro (con fuertes subidas de impuestos y algún recorte de gasto), ni es válido el viejo paradigma keynesiano de más gasto público y despilfarro, que es lo que nos ha traído hasta aquí. Hay que hacer algunos ajustes presupuestarios, sí, pero aún más fundamental es aprobar las reformas necesarias. Y de eso no habla casi nadie.
- Reforma fiscal: "Una fiscalidad que no premia el trabajo y el fomento empresarial, sino que los penaliza alimentando el fraude fiscal no incentiva el crecimiento económico. Hace falta reformar drásticamente nuestro sistema fiscal por dos motivos fundamentales: en primer lugar para atraer trabajo cualificado e inversiones a España; en segundo lugar para premiar el mérito y la productividad, cargando los impuestos sobre el consumo, las actividades que generan rentas monopolísticas y los patrimonios mal utilizados".
- Liberalizaciones: "Los servicios locales y profesionales siguen siendo ineficientes y costosos, haciendo que el país no sea atractivo para el trabajo altamente cualificado y las inversiones extranjeras. Hablamos de transportes, telecomunicaciones, energía, sanidad, escolarización obligatoria, burocracia pública, justicia y comercio.
- Reforma laboral: "Un mercado laboral fuertemente dual con abuso de la temporalidad que desincentiva la acumulación de capital humano por parte del trabajador y del empresario".
- Facilidades a las empresas: "Las trabas institucionales a la creación de actividad empresarial y al fomento de la competitividad sectorial deben ser eliminadas para ganar competitividad y mejorar la productividad. Necesitamos organismos reguladores independientes y profesionalizados que eviten posiciones dominantes en los mercados".
- Reforma educativa: "Nuestra educación universitaria y nuestra investigación siguen estando en un lugar mediocre dentro del panorama europeo y mundial. Tras una década de cambios positivos, que empezó en la mitad de los ’80, España lleva 20 años sin un proceso reformador serio, mientras nuestras universidades declinan en una mediocridad didáctica y científica, que daña el potencial de crecimiento del país".
- Conclusión: "El crecimiento español solamente puede venir por dos vías: que los millones de parados encuentren un trabajo productivo y que los que ya tienen empleo se hagan mas productivos y eficientes. Evidentemente todo tipo de políticas públicas afectan en el medio y el largo plazo al empleo y la productividad. Lo que esto implica es que es preciso y urgente que el país empiece a concebir todas sus políticas económicas desde el punto de vista del crecimiento". Hay que recordar que cuando en Fedea y en otras tribunas liberales se habla de crecimiento no se hace como sinónimo de gasto público. De hecho, la vía keynesiana de inversión en infraestructuras inútiles (como las que salpican la geografía española) está completamente desacreditada. El crecimiento debe venir de una regulación que permita mejorar la competitividad de las empresas, hacer más flexible nuestra economía y modernizar la estructura productiva. Nada de eso tiene que ver con los profetas del crecimiento al estilo Plan E que tantos daños ha causado en los últimos años.
Las declaraciones
Junto a la presentación de su decálogo, Conde y Boldrin han dejado una buena colección de jugosas declaraciones sobre la situación económica en España. Éstas son sus frases más destacadas:
- Crecimiento: "El Gobierno habla de crecimiento pero no parece saber de dónde viene. O el país consigue crecer al 3% o no hay solución. No se sale de la crisis sin crecer. Pero el crecimiento no sale de más gasto público y las infraestructuras no son la solución. El crecimiento sólo puede venir de la utilización de los 6 millones de parados. ¿Cómo encontrar empleo a tanta gente? El problema es que no hay incentivos a contratarles: cuesta más de lo que se ingresa".
- Los costes laborales y sistema fiscal: "A pesar de la recesión tenemos una inflación superior a la media de la UE. Esto es un ejemplo de que tenemos sectores de nuestra economía que no funcionan. El problema fiscal es enorme: penaliza el trabajo y la inversión. Los costes que penalizan la inversión en España son los costes laborales. Desde el punto de vista de los trabajadores más cualificados, la penalización fiscal es espantosa, en IRPF y en Seguridad Social. Desde el punto de vista de la fuerza laboral menos cualificada, la rigidez laboral y la actitud laboral también penalizan la inversión. Hay que reducir la carga fiscal sobre la renta laboral".
- Sistema educativo: "Cuesta mucho y genera muy poco. No puedo tratar a todos los profesores por igual en la universidad pública. La reforma debe ser en profundidad, pero es sencilla: hay que dar más autonomía a las universidades [y que la financiación dependa de su capacidad de atraer alumnos]".
- Paro: "El país está en la senda de los años ochenta, es suicida. Lo peor que te puede pasar es estar en el paro. Hay que reformar el seguro de desempleo".
- Los políticos: "Nos espanta la parálisis del Gobierno. Los medios también están jugando un papel nefasto, al igual que la clase política, que no se ha enterado de la naturaleza estructural de la crisis. La irresponsabilidad del Gobierno de Zapatero entre 2006 y 2009 está en la base del actual desastre fiscal. Se ha incrementado el gasto basándonos en ingresos extraordinarios. El Gobierno actual no parece tener la más mínima idea [de qué hacer]. Las reformas no se están haciendo. Si Rajoy dimitiera mañana y convocara elecciones no se solucionaría nada. No existen recetas mágicas, sólo reformas estructurales".
- Rescate: “España no se puede quitar deuda de encima [impagar]. Si lo hace, nadie le va a dar un duro durante años. El rescate podría ser conveniente. La clase política se muestra incapaz de tomar ciertas medidas. Con el rescate dirían, ‘no lo hago por mí, sino porque me obliga Merkel o Draghi’, pero lo harían. Al menos se tomarían las medidas”.