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Juan Ramón Rallo

Rajoy claudica

No, no son los presupuestos más austeros de la historia, sino los presupuestos más irresponsables de la historia.

No, no son los presupuestos más austeros de la historia, sino los presupuestos más irresponsables de la historia.

Los presupuestos más austeros de la historia del Gobierno más austero de la historia aumentan el gasto público en 9.000 millones de euros, un 5,6% más que en 2012, justo en unos momentos en los que el país se halla a las puertas de la bancarrota o del rescate.

Nada de qué extrañarse: en contra de la muy extendida mitología popular, el PP no recortó nada el gasto público proyectado para este año (de hecho, hasta agosto el gasto de la Administración central creció un 9% con respecto a 2011), motivo por el cual la prima de riesgo comenzó a dispararse apenas unas semanas después de que se aprobaran los presupuestos. Fiel a sus convicciones peronistas, el PP, a las puertas de dos elecciones regionales, vuelve por los mismos fueros que tan desastrosos efectos tuvieron y siguen teniendo sobre nuestra economía: mantener un Estado a todas luces sobredimensionado que nos lleva a gastar estructuralmente un 30% más de lo que ingresamos.

Esquizofrenia no menor, por cierto, a ésa que ha llevado a un Gobierno liberal, amigo de los emprendedores y que cree en la economía privada a convertirse en el Ejecutivo que, con diferencia, más ha rapiñado la propiedad privada de los españoles. Si no tuviéramos que estar suficientemente agradecidos a Montoro por ponernos el IRPF a los niveles más elevados de Europa, suprimir casi todas las deducciones al Impuesto de Sociedades o subir el IVA al 21%, el ministro de Hacienda vuelve a apretarnos las tuercas para poder seguir despilfarrando a manos llenas. Anoten: prórroga del Impuesto sobre el Patrimonio, reintegración de las plusvalías a corto plazo en la base general del IRPF (lo que supone una subida del tipo máximo del 27% al 52%), supresión de la deducción por compra de vivienda, cancelación de la anunciada rebaja de las cotizaciones sociales (por cierto, ya que el IVA se subió para financiar esto, ¿lo bajarán ahora?), nuevo gravamen sobre las loterías y limitación de la deducción de los gastos por amortización en el Impuesto de Sociedades (vamos, que una empresa ganará 100 y pagará impuestos sobre 150). Nuevo pack de rejonazos fiscales cuyo propósito es recaudar 4.000 millones de euros, menos de la mitad de lo que este dispendioso Ejecutivo proyecta elevar sus desembolsos en 2013.

Para colmo, las previsiones de crecimiento y creación de empleo están absolutamente fuera de lugar: la economía española apenas decrecerá un 0,5% (Standard and Poor's preveía ayer una caída del 1,4%) y la tasa de paro... ¡se reducirá! Así claro que nos salen las cuentas: como ya hacía Zapatero, político modélico para Rajoy y Montoro, basta con inflar las previsiones de ingresos y minusvalorar las de gastos para alcanzar, sobre el papel, el objetivo de déficit propuesto.

¿Cómo pedir a los inversores internacionales o a los Gobiernos europeos que confíen en un partido cuyo único propósito es seguir encaramado al poder a través de una machacona propaganda proausteridad que luego incumple incluso de manera más flagrante que el nefasto Zapatero? De ninguna manera. Con estos presupuestos, Rajoy y su equipo económico han demostrado no sólo que quieren situarse a la izquierda de Izquierda Unida, sino que se niegan a afrontar la realidad y que claudican en su obligación de sacar al país de la suspensión de pagos. Las Administraciones Públicas tienen que recortar el gasto anual en 130.000 millones de euros para acabar con el déficit y Montoro lo incrementa en casi 10.000 millones. Homenaje al esperpento que, ahora sí, nos condena a la absoluta dependencia de la respiración asistida que Draghi tenga a bien proporcionarnos.

La cuestión, empero, sigue siendo la misma que hace unos meses: ¿cuál es el propósito de que, por imprudente que sea un banquero central, siga prestando dinero a unos señores que ya han asumido que, si la Providencia no lo remedia, jamás van a devolverlo? ¿Cuál es el propósito, en suma, de mantener a flote una estructura parasitaria cuya supervivencia exige un endeudamiento continuado y sin fin al que nadie quiere poner coto?

No, no son los presupuestos más austeros de la historia, sino los presupuestos más irresponsables de la historia. Zapatero, al menos, tenía la excusa de que le seguían prestando dinero y, por tanto, de que no sentía presión alguna para recortar. Rajoy no: si los presupuestos de 2012 fueron una vergüenza y una burla hacia nuestros acreedores, lo de hoy es, simple y llanamente, un suicidio.

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