Vehemente con su discurso, visiblemente cansado tras una semana intensa, molesto -incluso irritado- por filtraciones interesadas que afectan a la imagen de España o por esos políticos en el poder que se dedican a enredar y no a sumar contra la crisis. Hacía tiempo que Mariano Rajoy no ofrecía una imagen tan cercana sin excluir ninguno de los asuntos candentes, aunque fuera en un encuentro informal con periodistas. Sin cámaras Poco más de diez minutos, pero suficientes para repasar con intensidad la actualidad de una semana clave, en lo político y en lo económico.
El encuentro se produjo en una pequeña sala del Parlamento italiano, mientras se celebraba la Junta de la Internacional Demócrata de Centro (IDC). Entonces ya se había reunido con Mario Monti, comparecido ante líderes comunitarios de su misma familia ideológica y mantenido otras tantas citas bilaterales. El presidente admitió su agotamiento, pero a renglón seguido entró en faena. Sobre el choque de trenes de Cataluña, Rajoy desveló que a puerta cerrada, en la reunión del jueves con Artur Mas, tampoco fue para tanto: no le pidió la independencia, no sacó eso de "un Estado propio" y tampoco le amenazó con elecciones anticipadas si no cedía. En su opinión, no hubo negociación si no un "o lo coges o lo dejas", y él respondió con la Constitución y las Leyes.
Es tradición en él y a ella se acogió: Rajoy, según sus propias palabras, apeló al diálogo y a llegar a puntos de encuentro: "Lo peor es la inestabilidad. Yo voy a insistir, porque es mi obligación y es la verdad, en que hay que hablar no se puede poner a la gente en una situación imposible de lo tomas o lo dejas". Pero siempre dentro del sistema actual, no bordeándolo. Por ello le dijo que bajo ningún concepto aceptaría un concierto económico especial para Cataluña y, en caso de insistir, le abrió la puerta del Congreso de los Diputados. No le recordó el caso de Ibarretxe, pero pensó en él y es el caso práctico que transmitió.
El presidente también acabó de un plumazo con un mito que la Generalidad ha transmitido hasta la saciedad: sí habrá condiciones por recibir la ayuda del Estado. En concreto, el Ministerio de Hacienda obligará a que el dinero del rescate vaya destinado a dos partidas concretas: el pago de vencimientos y el de proveedores.En lo que llevamos de años, más de 10.000 millones de euros han ido a parar a Cataluña precisamente para hacer frente a vencimientos de su deuda.
Estudia el rescate y pide tranquilidad
El problema de hoy día, afirmó ya en un marco general, es que las instituciones españolas no logran financiarse y el colapso está cada día más cerca. La pregunta era pues obligada: ¿Habrá rescate? No quiso desvelarlo, pero por primera vez declaró que está encima de la mesa de sus despachos internacionales. Por ejemplo, con Monti. Fuentes gubernamentales recalcaron a este diario que, en caso de tener que pedir la ayuda del BCE, España busca hacerlo con Italia, o en ningún caso ser la primera en tocar a su puerta.
Rajoy no desveló sus cartas, pero sí avanzó que se tienen que dar tres premisas, que ahora estudia, para que pida auxilio al organismo que dirige Mario Draghi: primero, que sea bueno para España; segundo, conocer al 100% las condiciones; y tercero, que "todo el mundo" esté dispuesto a dar el salvoconducto al país. El presidente puso especial énfasis en este tercer punto, habida cuenta que varias de las naciones consultan a sus parlamentos y de sus negociaciones sabe que muchos -por ejemplo, Finlandia- no quieren que se dé el paso.
En otras palabras, "reglas de juego". De ahí que a micrófono abierto instara a que, en el Consejo Europeo del mes de octubre, se avance hacia mayor integración fiscal y unión bancaria. Debe suponer un paso adelante en el proceso de integración económica y bancaria. Ahí está nuestro futuro", declaró ante jefes de gobierno como el de Grecia, Antonis Samaras; Irlanda, Enda Kenny; Hungría, Viktor Orban; o Albania, Sali Berisha.
Sin dejar la coletilla económica, pero regresando a casa, puso la atención en los Presupuestos Generales del Estado de 2013. Solo salva dos puntos: las pensiones y el pago de los intereses de la deuda, que subirá. No aclara si revalorizará las pensiones este año. Ahí sí mantuvo la incognita. Y, además, el resto es susceptible de cambio, de más "recortes". Si algo lleva por bandera el presidente es que el camino emprendido es el correcto, y que no hay que cejar. Traducido: cumplimiento del déficit público a rajatabla.
Parecía que el presidente quería seguir despachando asuntos, pero tenía que coger su avión, que pondría rumbo a Orense. Para rematar, se quejó, este sábado tiene acto de precampaña en Galicia, donde es consciente de que se la juega. Rajoy estuvo campechano, y por eso afirmó medio en broma medio en serio que no se iba a molestar en desmentir más a Financial Times o Reuters. Transmitió preocupación por la situación económica, a sus ojos calamitosa, y se sus palabras se desprende que aún queda mucho negro por pasar antes de ver luz al final del túnel.