El presidente es de la teoría de que las decisiones se toman y después se anuncian al conjunto de los ciudadanos. De hecho, cada vez se convence más, muy molesto por las filtraciones que rodean a su política económica. El resto, entiende, sólo sirve para enredar y no llegar a buen puerto. Traducido en la coyuntura actual: que Madrid y Berlín, en contacto permanente con el resto de actores clave -Roma, París y Bruselas, principalmente-, llevan semanas, meses, enviándose papales para intentar cerrar las condiciones que se le exijan al país, también a Italia, a cambio de ayuda. Pero todavía falta mucha información y los pasos se ralentizan.
Mariano Rajoy y Angela Merkel rechazaron que tal extremo, el denominado rescate suave, hubiera centrado un encuentro que a la líder alemana le supo a poco. Es un asunto espinoso porque afecta a la soberanía nacional -es España la que debe trasladar al Banco Central Europeo que quiere adherirse al plan de auxilio- por lo que se lleva con la máxima discreción. "Cuando tenga alguna novedad, si la tengo, se la contaré", respondió el presidente, dejando todo en el aire. Su homóloga no quiso añadir públicamente un coma, limitándose a respaldar la senda reformista del anfitrión.
Mientras, en el segundo escalafón de poder, sus equipos trabajan. De hecho, si algo ha defendido Merkel es que este tipo de encuentros sirven para conocer la realidad en profundidad, y no a vista de periódico. Más allá de la nula concreción a micrófono abierto, las negociaciones entre departamentos sí son intensas e irán a más. Sin ir más lejos, el 3 de octubre aterrizará en España el todopoderoso y tiquismiquis -siempre usa unos calificativos mucho más severos hacia las naciones sureñas- vicecanciller y ministro de economía alemán, Philipp Rösler. Cabe el alivio de que tiene una excelente relación con su homólogo Luis de Guindos, constatan fuentes comunitarias consultadas, que dan por hecho que se hablará del rescate.
Las noticias llegadas desde Fráncfort fueron bien acogidas por los mercados, pero el Gobierno mantuvo las formas e incluso deslizó preocupación: "Vamos a estudiar los detalles del programa y ver qué implica para saber si nos merece la pena", apuntó un portavoz autorizado. El presidente del BCE se mostró inamovible, en una alineación directa con Berlín: antes de comprar deuda habrá que solicitarla previa cartilla de obligaciones. Y sobre las condiciones existe el tira y afloja. En la comparecencia conjunta, Merkel se acogió a que Mario Draghi aún estaba hablando para no hacer comentarios. Tampoco los hizo Rajoy. Habrá que leer "la letra pequeña" de los informes y darle "una pensada", se remachó desde Moncloa, con síntomas de cierto estrés y cansancio.
Las pensiones seguirán igual
Uno de los puntos en los que el presidente no quiere ceder es en el de las pensiones. "Por edad, no pueden dar la batalla", enfatizó ante Merkel. Pero, al contrario de otras ocasiones cuando utilizaba expresiones contundentes, ya no se pilla los dedos: "No tengo ninguna intención de cambiar el statu quo en este momento", dijo. Si es necesario, y aunque tampoco lo quiso aclarar, el Gobierno asegura que se utilizará el fondo de reserva de la Seguridad Social para garantizarlas y no crear alarma. La impresión generalizada en el Ejecutivo es que vendrán más ajustes, aunque no se atreven a decir cuándo, y que se habla de las pensiones.
Ante más de trescientos periodistas, en un formato -primero almuerzo de trabajo y en paralelo encuentro empresarial al más alto nivel entre ambos países- extraordinario, Rajoy sí consiguió de la canciller lo que por otro lado se esperaba: un mensaje claro de apoyo a la moneda única, así como de seguir avanzando en la unión fiscal y bancaria, y un espaldarazo de las reformas españolas en general, aplaudiendo en concreto la rapidez con las que se están tomando.
Merkel vigila a las CCAA
Llamó la atención que, en su alocución inicial, Merkel sacara a relucir a las comunidades autónomas, lo que deja en evidencia el alto grado de conocimiento que tiene de la realidad española. Fue abordada sobre si cree que son un problema: "Son parte de España y no sólo se pueden hacer reformas a nivel de país sino que tienen que ser a todos los niveles. El presidente me ha informado sobre la cooperación con las comunidades y me parece que es muy estrecha. Para mí es muy importante contar con esa información", declaró.
El saneamiento de los bancos, las fechas en las que las auditorías darán a conocer cómo se encuentra realmente nuestro sistema financiero... los temas abordados, al menos los hechos públicos, no sonaron a nuevo. Tampoco aquello en lo que coinciden -"Alemania y España van por el camino para una Europa del futuro", afirmó Merkel, sobre la construcción del entramado comunitario-, para poner el foco en el Consejo Europeo de diciembre del que se esperan decisiones concretas y no meros anuncios.
El contenido delicado no se abordó en público, pero se da por hecho que sí en privado. "No me he comprometido a nuevas reformas, como (Merkel) no me las ha planteado (...) si acaso atenderé a las recomendaciones", afirmó Rajoy, intentado salvar la idea de que España aún es soberana. Fuentes consultadas explicaron después que Europa tiene sus formas y sus tiempos -se insiste en que el BCE es soberano cuando es Alemania la que tiene la última palabra-, por lo que todo se cocina dentro, y no a vista de todos. El cerrojo seguirá echado, pese a que el rescate -y principalmente sus condiciones- sea hoy por hoy la gran preocupación del presidente.