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Crece la presión: España se acerca al rescate 'light'

El Gobierno acepta que tendrá que pedir ayuda para salvar los vencimientos de otoño; se mantiene la duda sobre las condiciones que exigirá Alemania.

El Gobierno acepta que tendrá que pedir ayuda para salvar los vencimientos de otoño; se mantiene la duda sobre las condiciones que exigirá Alemania.
Angela Merkel, Mario Draghi y Mario Monti. | Archivo

Habrá rescate, pero nadie sabe cuándo, ni cómo, ni por cuánto. España cada vez parece más cerca de solicitar la ayuda de la UE y el Banco Central Europeo (BCE) aunque las dudas sobre los detalles se multiplican. Merkel, Rajoy, De Guindos, Schaüble, Monti, Draghi... Todos los actores de la crisis mueven sus fichas en el tablero de la política europea, mientras los ciudadanos se preguntan ¿qué será lo próximo?

La presión en los mercados de deuda, en los que la prima de riesgo lleva ya más de un mes por encima de los 500 puntos, y la exigencia explícita de Mario Draghi el pasado jueves de que los países pidan oficialmente la ayuda del FEEF o el MEDE si quieren que actúe el BCE han acercado un poco más la perspectiva de un rescate. En principio, parece descartarse agosto como la fecha prevista.

Aunque se había especulado mucho en las últimas semanas sobre la posibilidad de que el Gobierno aprovechase estas fechas, con medio país de vacaciones, para abrir la puerta a una medida que será necesariamente impopular, ahora todos los indicios apuntan a que se retrasará a septiembre.

De hecho, España no tiene grandes citas con los mercados hasta el otoño. En agosto, el Tesoro sólo tiene previstas dos subastas de letras de 3 a 18 meses. Viendo el comportamiento de las últimas emisiones, el Gobierno confía en pasar el examen sin sufrir un castigo demasiado elevado. Si lo consigue, tendrá margen hasta octubre (cuando habrá vencimientos por 29.000 millones de euros) para negociar con Bruselas y Berlín.

En ese caso, además, la presión que ejerce la prima de riesgo dejará de sentirse apretar con tanta fuerza. Hay que recordar que este indicador mide el diferencial entre el bono español y el alemán a diez años en el mercado secundario. Es deuda ya emitida y su subida no afecta al déficit de este año, aunque sí es preocupante por lo que tiene de anticipo de las subastas de deuda y por el reflejo en la confianza del país.

¿Cómo?

La segunda gran pregunta de esta cuestión está en qué pedirá España y qué condiciones impondrá la UE y Alemania. Parece claro que no habrá un rescate total como el de Grecia o Portugal. El Gobierno de Mariano Rajoy pedirá el dinero necesario para hacer frente a los vencimientos de deuda de los próximos trimestres. Serán ayudas puntuales y no un paquete completo para cubrir todas las necesidades de los próximos 3 ó 4 ejercicios.

En contrapartida, tampoco las exigencias serán tan altas: de hecho, elEconomista asegura en su edición de este lunes que lo único que Wolfgang Sachaüble, ministro de Finanzas alemán, pidió a Luis de Guindos en su entrevista de la semana pasada fueron cambios en el sistema de pensiones, para retrasar la edad de jubilación y endurecer las condiciones de acceso y reducir la cuantía de las prestaciones.

La hoja de ruta la dejó más o menos clara Mario Draghi el pasado jueves. Por un lado, es imprescindible que España pida ayuda oficialmente a los fondos de rescate de la UE (el temporal, FEEF, y el permanente, MEDE). Esto llevará aparejadas las condiciones de las que hablábamos arriba. No serán tan duras como las de Grecia, pero posiblemente implicarán algún recorte más del gasto y puede que una pequeña subida de impuestos, aunque en Europa ya asumen que por este lado no hay mucho más margen.

En este caso, podría darse una intervención coordinada. De esta manera, los fondos comenzarían a comprar deuda pública en las subastas del Tesoro mientras que el BCE acude a los mercados secundarios para rebajar la prima (y de esta manera, indirectamente, rebajar también el coste en el mercado primario). Desde el Gobierno se cree que esta intervención sería más que suficiente y que bastaría con que se mantuviera durante dos o tres trimestres.

A partir de la segunda mitad de 2013, la esperanza es que las medidas puestas en marcha comiencen a dar sus frutos. Por un lado, consolidando los recortes en el gasto: el Plan Presupuestario para 2012-2014 prevé un ajuste de más de 100.000 millones en tres ejercicios de los que más de 50.000 llegarán en 2014. Por otro, cambiando el signo de la economía y comenzando una recuperación que ayude al restablecimiento de las finanzas públicas, tanto reduciendo gastos (como prestaciones por desempleo) como incrementando los ingresos vía actividad económica.

El factor Italia

La última pregunta es qué papel jugará Italia en todo este embrollo. Aunque los destinos de los dos grandes países del sur de Europa parecen ligados desde que empezó la crisis, desde Roma el objetivo es evitar el destino del rescate. Una lectura de la situación es la que destaca que la intervención en España podría ayudar en cierto sentido, porque centraría las miradas en Madrid y daría más margen de maniobra a Italia para que sus ajustes fueran dando resultado.

Por otro lado, está la teoría del contagio, que apunta a que una petición de rescate de Rajoy haría que se extendiese la creencia de que todas las compuertas se han abierto, con las consecuencias negativas que esto tendría para el Gobierno de Mario Monti.

Y entre tanto, sigue la preocupación por lo que pase en Grecia. La troika (FMI, CE y BCE) ya ha dado su enésimo ultimátum al Gobierno de Atenas. O presentan un plan realista y lo ponen en práctica de una vez por todas, o dejarán al país quebrar y salir del euro en un plazo relativamente corto de tiempo. La perspectiva era vista con pánico en Bruselas hace un par de años, pero ahora ya casi se considera inevitable. Eso sí, nadie sabe qué efectos tendría sobre el resto de los países periféricos. Es una de esas preguntas que sólo tendrán respuesta cuándo se produzca el evento al que hacen referencia.

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