Ayer, en lo que constituye una clamorosa metedura de pata, el Ministerio de Asuntos Exteriores español se veía obligado a retirar un comunicado, emitido muy pocas horas antes, en el que se afirmaba que España, Italia y Francia exigían a la Unión Europea la inmediata aplicación de los acuerdos de la cumbre de julio.
Tanto Italia como Francia desmintieron de manera casi inmediata al Ministerio de Asuntos Exteriores, que quedó en una posición enormemente desairada. E inmediatamente saltó la pregunta: ¿de quién había partido semejante comunicado? No era, desde luego, del ministro García-Margallo, que se halla de viaje oficial en Sudamérica.
Al parecer, habría sido una iniciativa del secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, que habría emitido el comunicado sin consultarlo con García-Margallo. Eso ha provocado un gran malestar con el secretario de Estado en la sede ministerial, según ha podido saber Libertad Digital. No tanto porque no sea cierto que España, Francia e Italia están intentando fraguar un frente común, sino por la torpeza que supone hacer públicas las posturas sin el previo acuerdo de italianos y franceses. Especialmente en un momento crítico como éste, en el que cada gesto y cada declaración tienen implicaciones inmediatas, incluso en los mercados de deuda.